viernes, 28 de enero de 2011

EPIFENÓMENOS DE LA MISIÓN CONTINENTAL EN LA DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA

La Gran Misión Continental a la que nos han llamado los Obispos de América Latina y del Caribe, en la Conferencia de Aparecida, no es otra cosa que ese compromiso personal o en comunidad, para llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los rincones del continente
Desde que nuestros obispos se reunieron en Aparecida, Brasil, para elaborar el documento: "Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida", habiendo sido inaugurada dicha Vta. conferencia del episcopado latinoamericano y del Caribe por S.S. Benedicto XVI, en ese trascendental documento se ha abordado una infinidad de temas de vital importancia para nuestra Iglesia, y se hizo un especial énfasis en la necesidad de insertar a todo cristiano en un proceso misionero de cinco etapas, a comenzar desde el encuentro (o reencuentro) con Jesucristo viviente, y a concluir (y reempezar) con una necesidad personal, la de aquel y aquélla que ha descubierto ese grande Amor, para compartirlo con los demás. Esto es la evangelización. La fe se fortalece dándola.
A partir de ese documento y buscando ser una herramienta que facilitara la lectura y la compresión del documento de Aparecida, es que surgió Misión Aparecida, y por ello proponemos: ¡Manos a la obra!, una invitación para unirse a la Gran Misión Continental que no es otra cosa que ese compromiso personal o en comunidad, para llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los rincones del continente y principalmente a nuestras familias, comunidades y lugares de trabajo.
Desde ese momento hasta la fecha, se han unido a esta iniciativa 650 apostolados y 1400 misioneros, más de 2000 apóstoles de Jesucristo que como Misioneros de la Gran Misión Continental están aprovechando la oportunidad de contactar a otros discípulos para compartir testimonios, aprovechar experiencias y emprender nuevos proyectos en conjunto.
Sin embargo, creemos que el mensaje de Aparecida tiene que llegar a muchas más personas que estén decididas a pacíficamente defender su fe y trabajar por la Iglesia y por la sociedad civil (evangelización y civilización van juntas); es por ello, que nuevamente proponemos la reflexión acerca de la Misión en el documento de Aparecida, y la diócesis de Zárate-Campana ha pedido que desde allí se creen, renueven o regeneren los grupos misioneros, en especial los de jóvenes, a los fines de incorporarlos al apostolado laical misionero.
Recordemos que en el discurso de Su Santidad a los Cardenales, Arzobispos y Prelados afirmó: “(...) los cristianos en América Latina, y con ellos los de todo el mundo, están llamados ante todo a ser cada vez más "discípulos de Jesucristo".
Con este espíritu, y tal como se viene realizando ya hace varios años, durante el tiempo de verano, se intensifica la actividad misionera en la Diócesis, en especial de los grupos de jóvenes. Durante el mes de enero numerosos jóvenes de distintas comunidades han realizado experiencias de misión en distintos puntos de nuestra Iglesia particular.
De tal modo, el recientemente creado grupo de jóvenes “Natividad Joven” de la iglesia co-catedral de la Natividad del Señor de Belén, de Escobar, misionó el Barrio llamado “Río Lujan” perteneciente a la jurisdicción parroquial de San Luis Gonzaga de Manzanares-Fátima (Pilar). La misión tuvo lugar entre los días 3 al 10 de enero, bajo el lema “Cristo, la alegría de nuestra vida”. Participaron de ella en torno a veinte jóvenes provenientes tanto de la comunidad parroquial de la Natividad como del Colegio Santa María de la misma localidad, con el que se va logrando una inserción del mismo en la vida pastoral. La coordinación del joven equipo misionero la tuvo a cargo el Pbro. Mauricio Aracena, quien permaneció con ellos y realizó la celebración cotidiana de la Santa Misa por las distintas intenciones de la feligresía del barrio mencionado, así como la celebración de unción de enfermos y 16 bautismos, con oportunidad de la clausura la misión. Fue importante la participación de niños y jóvenes del barrio, la visita de las casas de familia, y la participación de laicos adultos de la parroquia de San Luis Gonzaga (de la zona de Manzanares y fátima, en el partido de Pilar) y de la Natividad del Señor (de Escobar).
Es de destacar también la visita de nuestro obispo Mons. Oscar Sarlinga, quien escuchó la experiencia contada de todos y cada uno de los misioneros, y asimismo de Mons. Marcelo Monteagudo, oportunidad en la cual pudieron compartir dicha experiencia con la con la gente del lugar. El obispo Mons. Oscar hizo mención de los ejes de comunión y misionariedad de nuestro Plan Pastoral, animó a los jóvenes a seguir intensificando la actitud misionera y fundamentalmente realizó una catequesis sobre la pertenencia a la Iglesia y que la misión es fruto de ella. Ratificó también en esa oportunidad que es la fe la que ha de movernos, la fe de la Iglesia que se hace personal, que se hace "fe vivida" en el Amor, para extender el Reino de Dios, sus virtudes y valores.
Es la primera experiencia misionera de este grupo en ese lugar con la intención de proyectarla a lo largo de tres años. Durante los días de la misión los jóvenes visitaban por la mañana las casas del barrio habiendo llegado a visitar unas 33 manzanas y un total de 426 familias quienes recibieron con gran alegría la visita de los misioneros y sobre todo pidieron que se le diera continuación.
Por su parte también el Grupo Misionero del Movimiento “Santa María de la Estrella” (STAME) acudió a realizar un gesto misionero en uno de los barrios de la circunscripción parroquial de Nuestra Señora del Carmen de la ciudad de Zárate, llamado “Fátima” (en razón de contar con la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, en las inmediaciones del Hogar de la Paz y la Alegría, de las Hnas. Misioneras de la Caridad). Fueron numerosos los jóvenes (en torno a 60) quienes participaron de esa experiencia que se desarrolló durante los últimos días de diciembre hasta el 7 de enero. El centro de las actividades que realizaron fue la mencionada Vicaría Nuestra Señora de Fátima, en la zona del bajo de la ciudad. Estuvieron acompañados por el P. Jorge Ritacco, quien es el asesor de dicho Movimiento, y por los sacerdotes de la comunidad y el grupo juvenil de la parroquia, y asimismo recibieron la visita del obispo Mons. Oscar Sarlinga y de Mons. Galuppo, vicario general.
Por su parte, en la ciudad de Belén de Escobar, en la jurisdicción de la parroquia de la Natividad, se ha realizado la "misión joven" en el barrio llamado “Philips” (cerca de la capilla de Santa Clara) los jóvenes de las dos parroquias de Santiago Apóstol y Nuestra Señora de Luján, de Baradero, en número cercano a 15, los cuales recorren las calles del barrio que circunda el cementerio local. Como se ha hecho alusión, la comunidad católica del lugar se congrega en la capilla de Santa Clara, lugar que fue el centro de la misión y de las actividades que se realizan. Junto con ellos está el P. Fernando Fusari, administrador parroquial de la pquia. Ntra. Sra. de Luján de Baradero.
En lo referente a los grupos de adolescentes y jóvenes mayores de la parroquia Catedral de Santa Florentina, llevaron a cabo una misión en Villa Lía, partido de San Antonio de Areco (y jurisdicción de la parroquia de San Antonio de Padua), desde el lunes 3 de enero hasta el domingo 9 de enero. El lema fue “Ámense como Yo los he amado”. Durante estos días unos cincuenta jóvenes, acompañados por el Padre Agustín Villa, realizaron distintas actividades apostólicas. Se alojaron en las instalaciones de la Escuela N° 13 y en los salones pertenecientes a la Capilla San José. Por la mañana, se visitaron las casas, se informaba sobre las actividades en la Capilla, la posibilidad de recibir los sacramentos. Por la tarde, un grupo de misioneros se encargaban de trabajar con niños. Los jóvenes visitaron también el Hogar de Ancianos de la Unidad Sanitaria donde viven alrededor de veinte abuelos. Se misionó además la zona rural, donde guiados por miembros de la comunidad de la Capilla y acompañados por el sacerdote se bendijeron casas.
Todas estas experiencias misioneras han tenido una respuesta muy favorable por parte de la gente de lugar que los recibía. Es de destacar que los días en que fueron realizadas padecieron de un clima particularmente tórrido, inusual incluso en estos tiempos de verano en estas regiones de la Argentina, y que gran parte de los jóvenes (y también de los adultos) que participaron de ellas eran gente que lo hacía por primera vez, o bien en todo caso por vez segunda. Fueron muy intensas las actividades con los niños y los numerosos sacramentos que se realizaron en ellas. La alegría ha sido reciproca tanto de las personas que fueron visitadas en sus casas o convocadas a los centros de misión al ver el rostro de una Iglesia joven con muchas entusiasmo y ganas de compartir la fe, como de los misioneros que han vivido una fuerte experiencia eclesial y de comunión con Jesucristo.

El OBISPO LLAMA A LA MISIÓN JOVEN "DESDE EL DISCIPULADO"

Conforme al compromiso adquirido en el penúltimo encuentro diocesano de catequistas ("ser discípulo es un don destinado a crecer"), el Obispo ha pedido a los misioneros jovenes que prosigan renovadamente en el mes de febrero, y auguró que de allí surjan también vocaciones subespecíficas dentro de la Iglesia, como por ejemplo a ser catequista. Recordando su mensaje del 22 de agosto de 2009, dijo que la catequesis ha de ser vista en el proyecto pastoral diocesano y el trabajo de comunión orgánica con las otras pastorales (con aplicación concreta en las parroquias y colegios), y asimismo, en lo concerniente principalmente a la Catequesis e iniciación cristiana, ésta ha de ser vista a la luz del Documento de Aparecida, el cual, de los últimos tiempos, es el Documento por excelencia de la Misión; esto es, la catequesis asumida como misión, juntos en nuestro caminar, para que nuestro pueblo, en Cristo, tenga vida.
Es la razón por la que repropuso también nuestro recuerdo y renovado empeño en asumir renovadamente la misión continental, ante el «Tríptico de Aparecida» como catequistas del Pueblo de Dios, puesto que "la Gran Misión Continental -afirmó-, para la cual la Conferencia Episcopal Argentina ha dejado a las distintas diócesis el «acto inicial» ha tenido su lanzamiento en la diócesis de Zárate-Campana el día 9 de mayo, con oportunidad del término de la misión en Escobar, la celebración de las Fiestas Patronales diocesanas (por el 8 de mayo, día de la Virgen de Luján) y la consagración de la diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, en la iglesia co-catedral de la Natividad del Señor, de Belén de Escobar". Es tiempo, mencionó Mons. Sarlinga de "profundizar sobre la misionariedad en la «catequesis» como aspecto principal, tanto desde la «dimensión misionera de toda la pastoral» como de los «gestos concretos de misión»".

Otros grupos de "misión joven" acompañados por adultos misionarán en distintos lugares de la diócesis durante febrero.

sábado, 15 de enero de 2011

PROSIGUE LA "MISIÓN JOVEN" EN ENERO EN LA DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA

Con la organización de la delegación de misiones, a cargo de Mons. Marcelo Monteagudo, y de los grupos misioneros de las parroquias concernidas, prosigue la misión joven en la diócesis, en distintos ámbitos de su geografía, con un sentido pastoral dentro de los ejes de comunión y misionariedad del Plan pastoral diocesano. Mons. Oscar Sarlinga concurrió a visitar los grupos misioneros y compartió con los jóvenes la experiencia que ellos han tenido de la misión, de la visita a las familias, y de las distintas actividades que realizaron.
Como se viene realizando ya hace varios años, durante el tiempo de verano, se intensifica la actividad misionera en la Diócesis. Durante estas últimas semanas numerosos jóvenes de distintas comunidades han realizado experiencias de misión en distintos puntos de nuestra Iglesia particular.
El grupo de jóvenes “Natividad Joven” de la Cocatedral Natividad del Señor de Belén de Escobar misionó el Barrio Río Lujan perteneciente a la Parroquia San Luis Gonzaga de Manzanares-Pilar. La misión tuvo lugar entre los días 3 al 10 de enero. Fueron en torno a veinte jóvenes provenientes tanto de la comunidad parroquial como del Colegio Santa María de la misma localidad, con el que se va logrando una fuerte inserción en la vida pastoral. Los estuvo coordinando y acompañando el P. Mauricio Aracena, quien permaneció con ellos y tuvo a cargo la celebración cotidiana de la Santa Misa por las distintas intenciones del Barrio así como la celebración de unción de enfermos y 16 bautismos. Es de destacar también la visita de nuestro obispo Mons. Oscar Sarlinga, y de Mons. Marcelo Monteagudo, durante la cual pudieron compartir con la gente del lugar y los misioneros les contaron las experiencias vividas. Es la primera actividad misionera de este grupo en ese lugar con la intención de proyectarla a lo largo de tres años.
Por su parte también el Grupo Misionero del Movimiento Santa María de la Estrella fue a misionar a uno de los barrios de la circunscripción parroquial de Nuestra Señora del Carmen de la ciudad de Zárate. Fueron numerosos los jóvenes (en torno a 60 misioneros) que participaron de esa experiencia que se desarrolló durante los últimos días de diciembre hasta el 7 de enero. El centro de las actividades que realizaron fue la Vicaría Nuestra Señora de Fátima, en la zona del bajo de la ciudad. Estuvieron acompañados por el P. Jorge Ritacco, quien es el asesor de dicho Movimiento, y por los sacerdotes de la comunidad y el grupo juvenil de la parroquia.
En la ciudad de Belén de Escobar, en la jurisdicción de la Cocatedral Natividad del Señor, también están misionando los jóvenes de las dos parroquias de Baradero, Santiago Apóstol y Nuestra Señora de Luján. Son cerca de 15 los chicos que están recorriendo las calles del barrio que circunda el cementerio local, cuya comunidad católica se congrega en la Capilla Santa Clara, lugar que fue el centro de la misión y de las actividades que se realizan. Junto con ellos está el P. Fernando Fusari. La misión se viene desarrollando desde el lunes 3 hasta el jueves 13 del corriente.
Además los jóvenes de la Catedral Santa Florentina de la ciudad de Campana, también fueron a misionar el pueblo de Villa Lía perteneciente a al partido de San Antonio de Areco. El numeroso grupo juvenil (en torno a 40) fue acompañado por el P. Agustín Villa, que permaneció con ellos durante todos los días de la misión que tuvo lugar entre el 3 y el 9 de enero. En torno a la misión se realizaron distintas actividades, entre ellas cabe destacar la celebración de 3 bautismos y una primera comunión.







Es de subrayar la presencia y el acompañamiento de varios de los seminaristas de la diócesis tanto en estas misiones como en otras que se han realizado fuera de la diócesis. Todas estas experiencias han tenido una respuesta muy favorable por parte de la gente de lugar que los recibía. Fueron muy intensas las actividades con los niños y los numerosos sacramentos que se realizaron en ellas. La alegría ha sido reciproca tanto de las personas que fueron visitadas en sus casas o convocadas a los centros de misión al ver el rostro de una Iglesia joven con muchas entusiasmo y ganas de compartir la fe, como de los misioneros que han vivido una fuerte experiencia eclesial y de comunión con Jesucristo.

domingo, 2 de enero de 2011

SERENO, FELIZ Y PRÓSPERO AÑO 2011 ES EL SINCERO AUGURIO DEL OBISPADO DE ZÁRATE-CAMPANA PARA TODA LA FELIGRESÍA Y LOS LECTORES DE NUESTRAS PÁGINAS

EN LAS VÍSPERAS DEL PRIMER DÍA DEL AÑO SE CELEBRÓ EN LA IGLESIA CATEDRAL DE SANTA FLORENTINA LA SOLEMNIDAD DE “SANTA MARÍA MADRE DE DIOS” Y EL OBISPO TRANSMITIÓ EL MENSAJE DE LA “JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ” DEL PAPA BENEDICTO XVI

Santa María Madre de Dios, en Belén de Escobar

En la noche del 31 de diciembre, en vísperas del inicio del Año 2010, el Sr. Obispo Mons. Oscar Sarlinga celebró la misa “de nochevieja” en la iglesia catedral de Santa Florentina, con la concelebración del cura párroco, Pbro. Hugo Lovatto, de Mons. Marcelo Monteagudo, Delegado para las misiones, y de los Pbros. Pablo Iriarte, Nestor Villa y Agustín Villa, con la asistencia del diácono permanente Ricardo Dib. En efecto, la Iglesia Católica quiere comenzar el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María, cuya fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente es la de “María Madre de Dios”, pues ya en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma y donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa, en tiempos de las persecuciones, hay graffiti con oraciones y jaculatorias, así como pinturas con este nombre: “María, Madre de Dios”, como lo expresó Mons. Sarlinga en su homilía, y esto “muy anteriormente incluso” a la proclamación del dogma de la “Theótokos” o Madre de Dios en el Concilio de Éfeso, en el año 431.

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS, Theótokos

El Obispo se refirió a continuación a la relación entre fe y razón, y a la fe y compromiso concreto con la transformación en y por el Amor en la sociedad actual, y en ese contexto hizo alusión al propósito del Papa Pablo VI al inaugurar las “Jornadas mundiales de la Paz” precisamente para el día 1ro. de enero, lo cual hizo en el año 1968. Hizo también alusión Mons. Sarlinga a la referencia de Pablo VI a la Paz como un “nuevo espíritu” que ha de animar a las relaciones entre las personas y los pueblos, y asimismo a “hombres nuevos” que son los que, llenos del Amor de Cristo, el Príncipe de la Paz, pueden colaborar con Dios en la creación de una renovada civilización, la tan mentada “civilización del Amor”. Luego se refirió al Mensaje del Papa Benedicto XVI, centrado en la Libertad religiosa, y puso especial acento en el punto 4to. sobre la familia, y en el punto 10mo. acerca de la contribución de la religión (y de las religiones, en sociedades multi-étnicas, y multi-culturales) en la consecución de la paz, y el afianzamiento de la convivencia en la sociedad civil.

Rostro de la MADRE DE DIOS en su adv. de Ntra. Sra. de Guadalupe

Imagen auténtica de Nuestra Señora de Luján, Patrona de la diócesis

Al término de la celebración eucarística, el Obispo Mons. Sarlinga y los sacerdotes se dirigieron a la iglesia criptal (e invitaron a la feligresía a hacer lo propio) a los fines de rezar un responso por el eterno descanso del primer obispo de Zárate-Campana, Mons. Alfredo Mario Esposito Castro, junto a su tumba (ante el altar del Sagrado Corazón), dado que este 1ro. de enero se cumplió un año de su fallecimiento.

El Espíritu desciende sobre la Madre de Dios

A los fines de observar cuánto son actuales los presupuestos que llevaron a instituir la primera Jornada mundial de la Paz, en el año 1968, transmitimos a continuación en su integridad el Mensaje correspondiente de S.S. Pablo VI:

MENSAJE DE PABLO VI 1 DE ENERO DE 1968 AÑO NUEVO: DÍA DE LA PAZ MENSAJE POR LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ DE 1968

Nos dirijimos a todos los hombres de buena voluntad para exhortarlos a celebrar el “Día de la Paz” en todo el mundo, el primer día del año civil, 1º de enero de 1968. Sería Nuestro deseo que después, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura.
Nos pensamos que esta propuesta interpreta las aspiraciones de los pueblos, de sus gobernantes, de las entidades internacionales que intentan conservar la Paz en el mundo, de las instituciones religiosas tan interesadas en promover la Paz, de los movimientos culturales, políticos y sociales que hacen de la Paz su idea, de la juventud -en quien es más viva la perspicacia de los nuevos caminos de la civilización, necesariamente orientados hacia un pacífico desarrollo- de los hombres sabios que ven cuán necesaria es hoy la Paz y al mismo tiempo cuán amenazada está.
La proposición de dedicar a la Paz el primer día del año nuevo no intenta a calificarse como exclusivamente nuestra, religiosa, es decir católica; querría encontrar la adhesión de todos los amigos de la Paz, como si fuese iniciativa suya propia, y expresarse en formas diversas, correspondientes al carácter particular de cuantos advierten cuán hermosa e importante es la armonía de todas las voces en el mundo para la exaltación de este primer bien que es la Paz, en el múltiple concierto de la humanidad moderna.
La Iglesia Católica, con intención de servicio y de ejemplo, quiere simplemente “lanzar la idea”, con la esperanza de que alcance no sólo el más amplio asentimiento del mundo civil, sino que tal idea encuentre en todas partes múltiples promotores, hábiles y capaces de expresar en la “Jornada de la Paz”, a celebrarse al principio de cada nuevo año, aquel sincero y fuerte carácter de humanidad consciente y redimida de sus tristes y funestos conflictos bélicos, que sepa dar a la historia del mundo un desarrollo ordenado y civil más feliz.
La Iglesia Católica procurará llamar a sus fieles a celebrar “la Jornada de la Paz” con las expresiones religiosas y morales de la fe cristiana; pero considera necesario recordar a todos aquellos que querrán compartir la oportunidad de tal “Jornada”, algunos puntos que deben caracterizarla; y el primero entre ellos, la necesidad de defender la paz frente a los peligros que siempre la amenazan: el peligro de supervivencia de los egoísmos en las relaciones entre las naciones; el peligro de las violencias a que algunos pueblos pueden dejarse arrastrar por la desesperación, al no ver reconocido y respetado su derecho a la vida y a la dignidad humana; el peligro, hoy tremendamente acrecentado, del recurso a los terribles armamentos exterminadores de los que algunas potencias disponen, empleando en ello enormes medios financieros, cuyo dispendio es motivo de penosa reflexión ante las graves necesidades que afligen el desarrollo de tantos otros pueblos; el peligro de creer que las controversias internacionales no se pueden resolver por los caminos de la razón, es decir de las negociaciones fundadas en el derecho, la justicia, la equidad, sino sólo por los de las fuerzas espantosas y mortíferas.
La paz se funda subjetivamente sobre un nuevo espíritu que debe animar la convivencia de los pueblos, una nueva mentalidad acerca del hombre, de sus deberes y su destino. Largo camino es aún necesario para hacer universal y activa esta mentalidad; una nueva pedagogía debe educar las nuevas generaciones en el mutuo respeto de las naciones, en la hermandad de los pueblos, en la colaboración de los pueblos entre sí y también respecto a su progreso y desarrollo. Los organismos internacionales instituidos para este fin, deben ser sostenidos por todos, mejor conocidos, dotados de autoridad y de medios idóneos para su gran misión. La “Jornada de la Paz” debe hacer honor a estas instituciones y rodear su trabajo de prestigio, de confianza y de aquel sentido de expectación que debe tener en ellas vigilante el sentido de sus gravísimas responsabilidades y fuerte la conciencia del mandato que se les ha confiado.
Una advertencia hay que recordar. La paz no puede estar basada sobre una falsa retórica de palabras, bien recibidas porque responden a las profundas y genuinas aspiraciones de los hombres, pero que pueden también servir y han servido a veces, por desgracia, para esconder el vacío del verdadero espíritu y de reales intenciones de paz, si no directamente para cubrir sentimientos y acciones de prepotencia o intereses de parte. No se puede hablar legítimamente de paz, donde no se reconocen y no se respetan los sólidos fundamentos de la paz: la sinceridad, es decir, la justicia y el amor en las relaciones entre los Estados y, en el ámbito de cada una de las naciones, de los ciudadanos entre sí y con sus gobernantes; la libertad de los individuos y de los pueblos, en todas sus expresiones cívicas, culturales, morales, religiosas; de otro modo no se tendrá la paz -aún cuando la opresión sea capaz de crear un aspecto exterior de orden y de legalidad-, sino el brotar continuo e insofocable de revueltas y guerras.
Es, pues, a la paz verdadera, a la paz justa y equilibrada, en el reconocimiento sincero de los derechos de la persona humana y de la independencia de cada nación a la que Nos invitamos a los hombres sabios y fuertes a dedicar esta jornada.
Así, finalmente, es de augurar que la exaltación del ideal de la paz no favorezca la cobardía de aquellos que temen deber dar la vida al servicio del propio país y de los propios hermanos cuando éstos están empeñados en la defensa de la justicia y de la libertad, y que buscan solamente la huida de la responsabilidad y de los peligros necesarios para el cumplimiento de grandes deberes y empresas generosas: paz no es pacifismo, no oculta una concepción vil y negligente de la vida, sino proclama los más altos y universales valores de la vida: la verdad, la justicia, la libertad, el amor.
Por la tutela de estos valores, Nos los colocamos bajo la bandera de la paz e invitamos a hombres y naciones a levantar al amanecer del año nuevo: esta bandera que debe guiar la nave de la civilización, a través de las inevitables tempestades de la historia, al puerto de sus más altas metas.
A vosotros, venerables Hermanos en el Episcopado, a vosotros, hijos y fieles queridísimos de Nuestra Santa Iglesia Católica:
Dirigimos la invitación que arriba hemos anunciado: la de dedicar a los pensamientos y a los propósitos de la Paz una celebración particular en el día primero del año civil, el 1deg. de enero del próximo año.
Esta celebración no debe alterar el calendario litúrgico que reserva el primer día del año al culto de la Maternidad Divina de María y al nombre Santísimo de Jesús; antes bien, estas santas y suaves memorias religiosas deben proyectar su luz de bondad, de sabiduría y de esperanza sobre la imploración, la meditación, la promoción del grande y deseado don de la Paz, de que el mundo tiene tanta necesidad.
Os habréis percatado, venerables Hermanos y queridos hijos, con cuánta frecuencia Nuestras palabras repiten consideraciones y exhortaciones sobre el tema de la Paz; no lo hacemos para ceder a una costumbre fácil, ni para servirnos de un argumento de pura actualidad; lo hacemos porque pensamos que lo exige Nuestro deber de Pastor universal: lo hacemos porque vemos amenazada la Paz en forma grave y con previsiones de acontecimientos terribles que pueden resultar catastróficos para naciones enteras y quizá también para gran parte de la humanidad; lo hacemos porque en los últimos años de la historia de nuestro siglo ha aparecido finalmente con mucha claridad que la Paz es la línea única y verdadera del progreso humano (no las tensiones de nacionalismos ambiciosos, ni las conquistas violentas, ni las represiones portadoras de un falso orden civil); lo hacemos porque la Paz está en las entrañas de la religión cristiana, puesto que para el cristiano proclamar la Paz es anunciar a Cristo: “El es nuestra Paz” (Ef 2, 14); el suyo es “Evangelio de Paz” (Ef 6, 15): mediante su sacrificio en la Cruz, El realizó la reconciliación universal y nosotros, sus seguidores, estamos llamados a ser “operadores de la Paz” (Mt 5, 9) y sólo del Evangelio, al fin, puede efectivamente brotar la Paz, no para hacer débiles ni flojos a los hombres, sino para sustituir en sus espíritus los impulsos de la violencia y de los abusos por las virtudes viriles de la razón y del corazón de un humanismo verdadero; lo hacemos, finalmente, porque querríamos que jamás nos acusasen Dios ni la historia de haber callado ante el peligro de un nuevo conflicto entre los pueblos, el cual como todos saben, podría revestir formas imprevistas de terror apocalíptico.
Es necesario siempre hablar de Paz. Es necesario educar al mundo para que ame la Paz, la construya y la defienda; contra las premisas de la guerra que renacen (emulaciones nacionalistas, armamentos, provocaciones revolucionarias odio de razas, espíritu de venganza, etc.) y contra las insidias de una táctica de pacifismo que adormece al adversario o debilita en los espíritus el sentido de la justicia, del deber y del sacrificio, es preciso suscitar en los hombres de nuestro tiempo y de las generaciones futuras el sentido y el amor de la Paz fundada sobre la verdad, sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el amor (cfr. Juan XXIII, Pacem in Terris).
Que la gran idea de la Paz tenga, especialmente para nosotros, seguidores de Cristo, su jornada solemne en el comienzo del año nuevo 1968.
Nosotros, los creyentes del Evangelio, podemos infundir en esta celebración un tesoro maravilloso de ideas originales y poderosas, como la de la hermandad intangible y universal de todos los hombres que deriva de la Paternidad de Dios única, soberana y amabilísima, y que proviene de la comunión que, in re vel in spe, nos une a todos a Cristo; y también de la vocación profética que en el Espíritu Santo llama al género humano a la unidad no sólo de conciencia sino de obras y de destinos. Nosotros podemos, como ninguno, hablar del amor al prójimo. Nosotros podemos sacar del precepto evangélico del perdón y de la misericordia gérmenes regeneradores de la sociedad. Nosotros, sobre todo, Hermanos venerabilísimos e Hijos dilectísimos, podemos tener un arma singular para la Paz: la oración, con sus maravillosas energías de tonificación moral y de impetración de trascendentes factores divinos de innovaciones espirituales y políticas, y con la posibilidad que ella ofrece a cada uno para examinarse individual y sinceramente acerca de las raíces del rencor y de la violencia que pudieran encontrarse en el corazón de cada uno.
Tratemos, por tanto, de inaugurar el año de gracia 1968 (año de la fe que se convierte en esperanza), orando por la Paz; todos, en lo posible juntos en nuestras Iglesias y en nuestras casas; es lo que por ahora os pedimos; que no falte la voz de nadie en el gran coro de la Iglesia y del mundo que invoca de Cristo, inmolado por nosotros, dona nobis pacem.

Paulus PP VI