viernes, 29 de noviembre de 2013

Inmaculada: En la Argentina se conserva la celebración el 8 de diciembre

Artículo tomado de: http://www.aica.org/



Buenos Aires (AICA): La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos autorizó que en la Argentina se celebre la solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre, aunque ésta coincida con el segundo domingo de Adviento, como este año. El decreto exime a la Conferencia Episcopal Argentina de tener que reiterar la autorización cada vez que ello ocurra. No obstante, y a fin de no perder el sentido, la Congregación sugirió se mantengan algunas partes de la misa del domingo de Adviento.
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos autorizó que en la Argentina se celebre la solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre, aunque ésta coincida con el segundo domingo de Adviento, como este año. El decreto exime a la Conferencia Episcopal Argentina de tener que reiterar la autorización cada vez que ello ocurra. No obstante, y a fin de no perder el sentido, la Congregación sugirió se mantengan algunas partes de la misa del domingo de Adviento.
“El dicasterio, teniendo en cuenta el grado de la solemnidad de la Inmaculada y en atención a la tradición de esta fiesta en la Argentina, autoriza a la Conferencia de Obispos de la Argentina, para que pueda dar la oportuna dispensa cada vez que coincida con la solemnidad de la Inmaculada con un domingo de Adviento, advirtiendo siempre que esto es válido para las celebraciones con el pueblo”, se subrayó en el decreto 734/L/13 con la firma del prefecto de esa Congregación, cardenal Antonio Cañizares Llovera.
La resolución vaticana es en respuesta a una solicitud presentada por el Episcopado argentino con fecha 12 de noviembre de 2013.
A fin de no perder el sentido del domingo de Adviento, la Congregación sugirió lo siguiente:
A- La segunda lectura de la misa sea del domingo de Adviento.
B- En la homilía se haga mención del Adviento.
C- En la Oración de los Fieles se haga al menos una petición con el sentido del Adviento y se concluya con la oración colecta del segundo domingo de Adviento.
Buenos Aires
Por disposición del arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Aurelio Poli, en todo el territorio de esta arquidiócesis “desde la tarde del sábado 7 de diciembre hasta la noche del 8 de diciembre se celebrará la solemnidad de la Inmaculada Concepción, tanto en la liturgia de las horas como en la misa, para lo cual se utilizarán los formularios litúrgicos de esa solemnidad. De esta forma también queda cumplido el precepto establecido para la fecha”.
“En cambio el 9 de diciembre las celebraciones serán las que corresponden al lunes de la segunda semana de Adviento. Rogamos a los señores decanos notificar de esta resolución a todas las iglesias, oratorios, capillas y casas religiosas de sus respectivas jurisdicciones”, se indica en un comunicado
La Plata
El arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, anunció que el próximo domingo 8 de diciembre se conserva la solemnidad de la Inmaculada Concepción, y no se traslada al lunes 9, como indica el Calendario Litúrgico 2013. El prelado, en un mensaje enviado a sacerdotes y religiosos de la arquidiócesis, dice que “como ocurrió en ocasiones anteriores, la Santa Sede nos autorizó a conservar la fecha tradicional, tan cara a los sentimientos marianos de nuestro pueblo”. Por tanto, pese a lo indicado en el Calendario Litúrgico 2013, el lunes 9 se celebra en la arquidiócesis de La Plata la “feria de Adviento”, es decir, el lunes de la segunda semana de Adviento.
La fiesta de la Inmaculada Concepción
El dogma de la Inmaculada Concepción, definido solemnemente por el papa Pío IX con la bula “Ineffabilis Deus” del 8 de diciembre de 1854, afirma que María, madre de Jesús, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de su concepción, estuvo libre de todo pecado.
No debe confundirse esta doctrina con la de la maternidad virginal de María, que afirma que Jesús fue concebido sin intervención de varón y que María permaneció virgen antes, durante y después del embarazo.
La Inmaculada Concepción es fiesta de precepto en toda la Iglesia desde 1708, establecida por el papa Clemente XI. En la Argentina es una de las cuatro fiestas de precepto. Las otras tres son: 1º de enero, Santa María, Madre de Dios; 15 de agosto, Asunción de la Virgen María; y 25 de diciembre, Navidad.
En la Argentina el 8 de diciembre es feriado nacional. También lo es en Chile, Colombia, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, España, Portugal, y en numerosas ciudades del Brasil.
En todo el territorio argentino existen 98 parroquias cuyo titular es la Inmaculada Concepción. No hay ninguna provincia que no tenga algún templo dedicado a este título mariano.
Es patrona de las arquidiócesis de La Plata y Resistencia, y de las diócesis de Quilmes, Concepción, Venado Tuerto, Villa María, Villa de la Concepción del Río Cuarto y San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña. También es patrona de las ciudades de Reconquista y Río Cuarto.
Además, es titular de las catedrales de La Plata, Reconquista, Concepción, Quilmes, San Luis, Santo Tomé (Corrientes), Venado Tuerto, Río Cuarto y Villa María.
La Inmaculada en el arte
La Virgen María en su título de la Inmaculada Concepción inspiró a grandes artistas de la pintura, como Velázquez, Zurbarán, Alonso Cano, El Greco, Tiépolo, Botticelli y tantos otros cuya lista llevaría muchas líneas. Pero entre todos ellos sobresale Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) el pintor barroco español autor de la más conocida y popular imagen de la Inmaculada Concepción.+

miércoles, 6 de noviembre de 2013

¿Por qué invita el Papa a bautizar cuanto antes a los niños?

Artículo tomado de: http://vaticaninsider.lastampa.it/

«Los sacramentos no son ritos, son la fuerza de Cristo». El magisterio de Francisco sobre la esencia de la fe y la práctica de las Iglesias europeas

Papa Francisco y los niños
ANDREA TORNIELLI
Ciudad del Vaticano


Durante la audiencia de hoy 6 de noviembre, Papa Francisco (añadiendo, como suele, explicaciones que hacen más comprensible e intenso el discurso preparado) habló sobre la «fuerza» de los sacramentos. Explicó que «no son apariencias, no son ritos; los sacramentos son la fuerza de Cristo, está Cristo en los sacramentos. Cuando celebramos la misa, en la Eucaristía está Jesús vivo, justamente Él, que nos reúne, nos hace comunidad, nos hace adorar al Padre».
Bergoglio subrayó que «cada encuentro con Cristo, que en los sacramentos nos ofrece la salvación, nos invita a “ir” i comunicar a los demás una salvación que hemos podido ver, tocar, encontrar, acoger, y que es verdaderamente creíble porque es amor». Es por ello que «los sacramentos nos impulsan a ser misioneros, y el compromiso apostólico de llevar al Evangelio a todos los ambientes, incluso a los más hostiles, constituye el ruto más auténtico de una asidua vida sacramental, en cuanto participación de la iniciativa de salvación de Dios, que la quiere ofrecer a todos».
«Y por ello –explicó el Papa– es importante hacer la comunión; es importante que los niños sean bautizados pronto; es importante que sean confirmados». Porque «ésta es la presencia de Jesucristo en nosotros, que nos ayuda» Y también «Es importante, cuando nos sentimos pecadores, ir al Sacramento de la reconciliación. "No, Padre, ¡tengo miedo, porque el sacerdote me bastoneará!" No, no te bastoneará, el sacerdote. ¿Tú sabes que encontrarás en el Sacramento de la reconciliación? A Jesús, Jesús que te perdona. Es Jesús que te está esperando allí, y esto es un Sacramento. Y esto hace que crezca toda la Iglesia».
Así pues, Fracnisco insistió en la importancia del bautismo para los niños y sobre la importancia de la comunión. En muchas ocasiones, cuando todavía era cardenal, Bergoglio repitió que la Iglesia debe «facilitar» la fe de las personas más que regularla. Y justamente con respecto al acceso a los sacramentos, siempre administró muchos bautismos, incluso en ocasión de los peregrinajes y de las grandes fiestas dedicadas a los santos. Los administraba después de breves catequesis.
En el libro-entrevista con Francesca Ambrogetti y Sergio Rubin, el entonces arzobispo de Buenos Aires contó que acababa de bautizar a siete hijos de una mujer sola, una viuda pobre, que se ganaba la vida limpiando casas y que había tenido a sus hijos de padres diferentes. La muejr estaba muy preocupada porque no había bautizado a sus hijos, por lo que se dirigió a Bergoglio en una celebración de la fiesta de San Cayetano. No había podido bautizarlos porque no tenía dinero para la fiesta ni para que viajaran los padrinos que vivían lejos. Así que Bergoglio le dio una cita: «Nos hablamos por teléfono y vino a verme; me decía que nunca lograba encontrar a todos los padrinos y reunirlos... Al final le dije: “Hagamos todo solo con dos padrinos, en representación de los demás”. Vinieron todos aquí y después de una pequeña catequesis los bauticé en la capilla del arzobispado. Después de la ceremonia tuvimos un pequeño refrigerio». La madre de los niños dijo a Borgoglio que no lo podía creer y que la hacía sentir importante.Entonces el entonces cardenal respondió: «Pero, señora, ¿qué tengo que ver yo? Es Jesús la que la hace importante a usted».
«Después de una pequeña catequesis...». Al escuchar estas palabras uno pensaría en esos recorridos de iniciación cristiana de las Iglesias europeas. A menudo el sacramento de los hijos es la ocasión para dirigirse también a sus padres, para proponerles de nuevo el anuncio del Evangelio. Y es comprensible que se trate de recorridos de una cierta duración. Las que retrasan los bautismos son las familias, mientras que son las diócesis las que retrasan cada vez más las comuniones y las confirmaciones. Con el riesgo de que se piense que el sacramento es el punto de llegada, el objetivo de una preparación. Y que este dependa de la preparación de quien lo recibe. Obviamente es necesario estar preparados. Pero se corre el peligro de no dar el justo peso a esa «fuerza» del sacramento de la que habla Francisco, como si la eficacia dependiera exclusivamente de la (larga) preparación de quien lo recibe.