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Como uno de los ejes fundamentales de la pastoral diocesana, luego de las Misiones en Baradero (2007), en Escobar (2008), en Campana (octubre de 2009) . en San Antonio de Areco (mayo de 2010) la comunidad de Nuestra Señora del Pilar recibió la Misión Joven 2011 con el lema: "Con María vamos hacia el Padre", siendo el ejido urbano perteneciente a la jurisdicción parroquial el lugar donde misionaron los jóvenes provenientes de las ciudades y partidos de la diócesis de Zárate-Campana, acompañados por familias y laicos comprometidos de la parroquia del Pilar y de otras parroquias del partido homónimo. Los seminaristas del Seminario "San Pedro y San Pablo" participaron de la misión, como lo hicieron en las anteriores. El Pbro. Jorge Ritacco, cura párroco, había solicitado al Obispo y al consejo presbiteral tener su parroquia de Nuestra Señora del Pilar como sede de la misión ya desde el año 2009.
Como uno de los ejes fundamentales de la pastoral diocesana, luego de las Misiones en Baradero (2007), en Escobar (2008), en Campana (octubre de 2009) . en San Antonio de Areco (mayo de 2010) la comunidad de Nuestra Señora del Pilar recibió la Misión Joven 2011 con el lema: "Con María vamos hacia el Padre", siendo el ejido urbano perteneciente a la jurisdicción parroquial el lugar donde misionaron los jóvenes provenientes de las ciudades y partidos de la diócesis de Zárate-Campana, acompañados por familias y laicos comprometidos de la parroquia del Pilar y de otras parroquias del partido homónimo. Los seminaristas del Seminario "San Pedro y San Pablo" participaron de la misión, como lo hicieron en las anteriores. El Pbro. Jorge Ritacco, cura párroco, había solicitado al Obispo y al consejo presbiteral tener su parroquia de Nuestra Señora del Pilar como sede de la misión ya desde el año 2009.
La Misión Joven es organizada por la pastoral de Juventud (a cargo del P. Hugo Lovatto con el secretariado diocesano) y con apoyo de la delegación de misiones, la puesta a disposición de la parroquia que pide la misión y toma a cargo su organización, y el acompañamiento continuo del Obispo y de los organismos pastorales diocesanos. Este año fueron 527 los jóvenes participantes, entre los cerca de 500 inscriptos en la delegación de Juventud y los restantes "servidores" pertenecientes a la parroquia.
Durante la misión se tuvo visitas a las familias del lugar, evangelización y misión realizadas por los jóvenes, y algunos actos especiales, de carácter litúrgico, y animación misionera, así como estuvieron a disposición durante los días de misión los sacerdotes diocesanos que, numerosos (más de 20) acudieron para administrar el sacramento de la reconciliación. Las parroquias del partido de Pilar prestaron una colaboración activa.
En la misa de clausura, el domingo 16 de octubre, a las 11, concelebrada por 15 sacerdotes, con la asistencia de todos los seminaristas, fue presidida por Mons. Oscar Sarlinga y concelebrada por el cura párroco, Pbro. Jorge Ritacco, el vicario, Mons. Edgardo Galuppo, el Rector del Seminario, Mons. Santiago Herrera, el decano de Pilar, Pbro. Oscar Iglesia y otros sacerdotes del decanato y del resto de la diócesis. El Obispo hizo referencia al sentido de la misión, a la necesidad de ser "concordantes" (en el sentido de aportar concordia y unión de los corazones) y "esperanzados", antes que "discordantes" y "quejosos", porque con estas dos actitudes últimas, la Iglesia no hace misión. Agradeció a todos, autoridades presentes, a los laicos, especialmente a quienes tuvieron a cargo la logística de la misión (de la parroquia de Ntra. SRa. del Pilar), al colegio "Nuestra Señora del Pilar" que prestó toda su colaboración, y en especial a los jóvenes misioneros, quienes multitudinariamente participaron de la misa, junto con otros jóvenes y familias de la zona.
A continuación ofrecemos algunos aspectos del Plan pastoral que se refieren a la Misión Joven.
En la misa de clausura, el domingo 16 de octubre, a las 11, concelebrada por 15 sacerdotes, con la asistencia de todos los seminaristas, fue presidida por Mons. Oscar Sarlinga y concelebrada por el cura párroco, Pbro. Jorge Ritacco, el vicario, Mons. Edgardo Galuppo, el Rector del Seminario, Mons. Santiago Herrera, el decano de Pilar, Pbro. Oscar Iglesia y otros sacerdotes del decanato y del resto de la diócesis. El Obispo hizo referencia al sentido de la misión, a la necesidad de ser "concordantes" (en el sentido de aportar concordia y unión de los corazones) y "esperanzados", antes que "discordantes" y "quejosos", porque con estas dos actitudes últimas, la Iglesia no hace misión. Agradeció a todos, autoridades presentes, a los laicos, especialmente a quienes tuvieron a cargo la logística de la misión (de la parroquia de Ntra. SRa. del Pilar), al colegio "Nuestra Señora del Pilar" que prestó toda su colaboración, y en especial a los jóvenes misioneros, quienes multitudinariamente participaron de la misa, junto con otros jóvenes y familias de la zona.
A continuación ofrecemos algunos aspectos del Plan pastoral que se refieren a la Misión Joven.
La «Misión Joven» diocesana, se encuentra en el contexto de nuestra opción por la comunión y la misionariedad, que han quedado plasmados en nuestro «Plan Pastoral diocesano», el cual, en la INTRODUCCIÓN, I: «ORIENTACIÓN FUNDAMENTAL del PLAN» nos habla en primer lugar de la dimensión «discipular» a la que nos llama el Documento de Aparecida, a saber:
“En este sentido, dicho Documento de Aparecida nos lleva a ver en dicha pastoral orgánica una dimensión discipular: "Una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una experiencia permanente de discipulado y comunión con los sucesores de los Apóstoles y con el Papa”.
La «conversión a Jesucristo» es fundamental para redescubrir el sentido de la misión; por esta causa sigue diciéndonos nuestro «Plan»:
“A los fines de asegurar la vitalidad de esta pastoral ordinaria y orgánica sobre todo hemos de retomar con energía el proceso de la reforma y conversión de nuestras parroquias, procurando su renovación en profundidad y en ámbito evangelizador, aprovechando la totalidad de sus potencialidades pastorales para llegar efectivamente a cuantos le están encomendados, asumiendo de modo decidido y convencido un «estado permanente de misión», en primer lugar dentro de su propio territorio”.
Por supuesto, tenemos una historia, y la vocación por la dimensión misionera de toda la pastoral hemos venido trabajándola en las distintas instancias de nuestra Iglesia local desde hace más de tres años. En nuestro «Plan Pastoral» (en el capítulo I: «EL CAMINO PASTORAL RECORRIDO NOS ORIENTA, Y NOS ALLANA EL CAMINO POR RECORRER»), en el n. 2, se nos brindan «Orientaciones programáticas efectivamente realizadas y re-asumidas en este Plan Pastoral», entre las cuales las siguientes:
-La Misión como una necesidad permanente y una actitud necesaria para la evangelización de nuestra diócesis.
-El impulso de la Pastoral de Juventud y Pastoral Vocacional
-El apoyo a los Movimientos eclesiales en la diócesis y a su integración en la Pastoral orgánica.
Asimismo, en el capítulo I, n. 7, cuando se habla de la profundización en la dimensión evangelizadora de toda la Pastoral, se nos recuerda a todos que “(…) el Proyecto pastoral debe profundizarse aún más al considerar el aspecto evangelizador, el objetivo de lograr una DIÓCESIS MISIONERA. También en ese sentido, el «camino recorrido», o la misma realidad eclesial vivida, tiene mucho para proponernos.
Ya se había reflexionado sobre la necesidad de la misión entendida en primer lugar hacia dentro de la misma comunidad diocesana. Ése es el sentido del llamado "estado de misión".
En el Mensaje que nos dirigió nuestro Obispo con motivo de la apertura del «Año Paulino Jubilar» nos decía nuestro Pastor:
"Este tiempo de gracia es ocasión propicia también para que reflexionemos en la relación esencial entre justicia y caridad, virtudes inseparables, tema al cual el Papa le ha dedicado una especial consideración en la segunda parte de su Encíclica «Deus Caritas est». No existe caridad sin justicia. Al mismo tiempo, el cristiano está llamado a buscar siempre la justicia, llevando dentro de sí el impulso superador que proviene del Amor, que supone la justicia y la trasciende. Reaprender a ser justos, a compartir, a crear condiciones de justicia y paz, implica abrir el corazón a Dios y a los hermanos. Que sea éste un tiempo en que podamos ver cómo la fe abre puertas extraordinarias al trabajo por un orden justo en la sociedad, a una «caridad social» rectamente entendida y aplicada, y en particular en lo referente a los fieles laicos, en la participación personal en la vida pública, cooperando con los demás ciudadanos"
(Carta pastoral del Obispo con motivo del Año Paulino")
Ahora entonces, fijémonos en la referencia concreta que hace el «Plan Pastoral diocesano» a las misiones juveniles (capítulo I, n. 7):
“La propuesta y puesta en práctica de las «misiones juveniles» llevadas a cabo en distintas ciudades y localidades de la diócesis por parte de grupos de jóvenes misioneros ha tenido una importancia clave en el conocimiento mutuo, en el amor por el sentido de la misión, y en la revitalización de comunidades católicas que hasta ahora habían sido visitadas más bien por otros grupos religiosos o incluso por sectas”.
Conjugando la Pastoral Litúrgica, con la de Juventud, con la Pastoral misionera, la vocacional y la caritativa institucional, fueron planificadas las misiones juveniles en el mismo lugar, ciudad o partido donde iban a ser celebradas las Fiestas Patronales diocesanas (en torno al 8 de mayo), día en que se viene llevando a cabo una entera «Jornada Pastoral», compuesta principalmente por la dimensión catequística, juvenil y caritativa”.
Todo un programa de vida y de vida misionera. Pongamos aquí nuestro corazón, para que tantos hermanos se encuentren con la Palabra de Jesucristo, con la Eucaristía, que se reconcilien con el Señor y con la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios, que se reconcilien con el Amor con el que Dios nos amó, y dén de ese Amor a los demás, para construir una sociedad nueva.
Es un desafío para los jóvenes, especialmente, que todo lo que demos de nosotros, lo demos con todo el corazón, recordando a SAN AGUSTÍN, Obispo y Doctor de la Iglesia:
“En este sentido, dicho Documento de Aparecida nos lleva a ver en dicha pastoral orgánica una dimensión discipular: "Una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una experiencia permanente de discipulado y comunión con los sucesores de los Apóstoles y con el Papa”.
La «conversión a Jesucristo» es fundamental para redescubrir el sentido de la misión; por esta causa sigue diciéndonos nuestro «Plan»:
“A los fines de asegurar la vitalidad de esta pastoral ordinaria y orgánica sobre todo hemos de retomar con energía el proceso de la reforma y conversión de nuestras parroquias, procurando su renovación en profundidad y en ámbito evangelizador, aprovechando la totalidad de sus potencialidades pastorales para llegar efectivamente a cuantos le están encomendados, asumiendo de modo decidido y convencido un «estado permanente de misión», en primer lugar dentro de su propio territorio”.
Por supuesto, tenemos una historia, y la vocación por la dimensión misionera de toda la pastoral hemos venido trabajándola en las distintas instancias de nuestra Iglesia local desde hace más de tres años. En nuestro «Plan Pastoral» (en el capítulo I: «EL CAMINO PASTORAL RECORRIDO NOS ORIENTA, Y NOS ALLANA EL CAMINO POR RECORRER»), en el n. 2, se nos brindan «Orientaciones programáticas efectivamente realizadas y re-asumidas en este Plan Pastoral», entre las cuales las siguientes:
-La Misión como una necesidad permanente y una actitud necesaria para la evangelización de nuestra diócesis.
-El impulso de la Pastoral de Juventud y Pastoral Vocacional
-El apoyo a los Movimientos eclesiales en la diócesis y a su integración en la Pastoral orgánica.
Asimismo, en el capítulo I, n. 7, cuando se habla de la profundización en la dimensión evangelizadora de toda la Pastoral, se nos recuerda a todos que “(…) el Proyecto pastoral debe profundizarse aún más al considerar el aspecto evangelizador, el objetivo de lograr una DIÓCESIS MISIONERA. También en ese sentido, el «camino recorrido», o la misma realidad eclesial vivida, tiene mucho para proponernos.
Ya se había reflexionado sobre la necesidad de la misión entendida en primer lugar hacia dentro de la misma comunidad diocesana. Ése es el sentido del llamado "estado de misión".
En el Mensaje que nos dirigió nuestro Obispo con motivo de la apertura del «Año Paulino Jubilar» nos decía nuestro Pastor:
"Este tiempo de gracia es ocasión propicia también para que reflexionemos en la relación esencial entre justicia y caridad, virtudes inseparables, tema al cual el Papa le ha dedicado una especial consideración en la segunda parte de su Encíclica «Deus Caritas est». No existe caridad sin justicia. Al mismo tiempo, el cristiano está llamado a buscar siempre la justicia, llevando dentro de sí el impulso superador que proviene del Amor, que supone la justicia y la trasciende. Reaprender a ser justos, a compartir, a crear condiciones de justicia y paz, implica abrir el corazón a Dios y a los hermanos. Que sea éste un tiempo en que podamos ver cómo la fe abre puertas extraordinarias al trabajo por un orden justo en la sociedad, a una «caridad social» rectamente entendida y aplicada, y en particular en lo referente a los fieles laicos, en la participación personal en la vida pública, cooperando con los demás ciudadanos"
(Carta pastoral del Obispo con motivo del Año Paulino")
Ahora entonces, fijémonos en la referencia concreta que hace el «Plan Pastoral diocesano» a las misiones juveniles (capítulo I, n. 7):
“La propuesta y puesta en práctica de las «misiones juveniles» llevadas a cabo en distintas ciudades y localidades de la diócesis por parte de grupos de jóvenes misioneros ha tenido una importancia clave en el conocimiento mutuo, en el amor por el sentido de la misión, y en la revitalización de comunidades católicas que hasta ahora habían sido visitadas más bien por otros grupos religiosos o incluso por sectas”.
Conjugando la Pastoral Litúrgica, con la de Juventud, con la Pastoral misionera, la vocacional y la caritativa institucional, fueron planificadas las misiones juveniles en el mismo lugar, ciudad o partido donde iban a ser celebradas las Fiestas Patronales diocesanas (en torno al 8 de mayo), día en que se viene llevando a cabo una entera «Jornada Pastoral», compuesta principalmente por la dimensión catequística, juvenil y caritativa”.
Todo un programa de vida y de vida misionera. Pongamos aquí nuestro corazón, para que tantos hermanos se encuentren con la Palabra de Jesucristo, con la Eucaristía, que se reconcilien con el Señor y con la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios, que se reconcilien con el Amor con el que Dios nos amó, y dén de ese Amor a los demás, para construir una sociedad nueva.
Es un desafío para los jóvenes, especialmente, que todo lo que demos de nosotros, lo demos con todo el corazón, recordando a SAN AGUSTÍN, Obispo y Doctor de la Iglesia:
“Quien da todo, da mucho, aunque sea poco,
quien no da todo, da poco, aunque sea mucho”.
Con respecto a la MISIÓN y a la MISIONARIEDAD, nuestro Obispo ha hecho incesantes referencias, y gestos concretos, desde su inicio del ministerio en diócesis.
Hemos recogido algunos textos, tanto del propio Obispo como de medios periodísticos, cuya lectura nos ayudará a rehacer el itinerario de los gestos concretos de misión, desde 2006 en adelante, y la profundización de la dimensión misionera de toda la pastoral.
I. Referencia de Mons. Oscar Sarlina al rol fe la Iglesia en la construcción de un «mundo nuevo» con la «perenne novedad del cristianismo» en la celebración de las Fiestas Patronales de la Exaltación de la Cruz
Capilla del Señor, 14 de septiembre de 2009, (Diócesis de Zárate-Campana)
Consultar:
“La caridad es amor recibido y ofrecido”1, frase que, en cierto sentido, resume el Misterio de la Cruz en nuestras vidas, puesto que el sufrimiento reproducido en el Cuerpo místico de la Iglesia por la muerte de Cristo, es contribución a la redención de la humanidad, en la caridad, y aseguran la participación en la gloria del Resucitado, el mismo Jesucristo. De ese modo, desde el interior de nuestra vida, el mundo es consagrado a Dios en el Amor2.
Esto nos deja un gran mensaje. ¡Y un gran mensaje de esperanza!. La caridad verdadera, efectiva, transformadora, la caridad como virtud teologal realizada y vivida hace que nuestra relación con el mundo de hoy no sea mundanidad o puro naturalismo, sino expresión del Amor y de la misión de Cristo. Esta caridad realizada y vivida es raíz de esperanza, tan necesaria, esperanza que siempre resurge, incluso cuando los frutos exteriores de nuestro esfuerzo y de nuestro trabajo se vean escasos, o falten del todo. Nuestra vida cristiana, más que por las obras externas, aunque éstas son importantes, y muy importantes, se hace fecunda sobre todo por el Amor de Cristo, que nos impulsa a la donación total de nosotros mismos, en las condiciones de la vida común de cada día.
¿Podríamos dejar de ver que esta donación por Amor se hace tanto más necesaria en nuestro tiempo?. Porque son tiempos en los que la humanidad se encuentra en un momento crucial de su propia historia. Más que un «mundo nuevo» (porque ya hace siglos que se habla de un «mundo nuevo» que está surgiendo) surgen nuevos aspectos de un «mundo viejo» tanto más necesitado de la perenne «novedad» del cristianismo, que hace nuevas todas las cosas. Es verdad que las personas buscan nuevas formas de pensamiento y de acción, muchos están convencidos de una autosuficiencia sin la fe y sin la gracia divina, a nadie escapa que existe cierto trágico divorcio entre la fe y la vida vivida, e incluso entre pensamiento científico y crecimiento en la fe, en la fe en el Dios viviente. Esto no tiene porqué ser así, forma parte de la relación entre el orden natural y el orden sobrenatural. La Iglesia católica, pensándose a sí misma respecto de su misión ante el mundo y la sociedad, se vio como “sacramento universal de salvación”, con plena conciencia de que no se puede dar plenitud humana sin la gracia, sinel Verbo de Dios, que “(…) es el fin de la historia humana, el punto focal de los deseos de la historia y de la civilización, el centro del género humano, la alegría de todo corazón, la plenitud de sus aspiraciones”3.
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1 BENEDICTO XVI, Enc. Enc. Caritas in veritate, n. 5.
2 Cf CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm.Lumen gentium, 34.
3 CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 45.