martes, 19 de enero de 2010

LA MISIÓN CONTINENTAL EN NUESTRA DIÓCESIS


LA MISIÓN CONTINENTAL EN NUESTRA DIÓCESIS: IMPLORAR Y VIVIR UN NUEVO PENTECOSTÉS EN NUESTRA IGLESIA PARTICULAR



En la “Carta pastoral de los obispos argentinos” con ocasión de la Misión Continental (aprobada por la 153ª Reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina el 20 de agosto de 2009, se nos dice, en el n. 1. que “(…) El acontecimiento de Aparecida ha sido para la Iglesia una invitación a renovar nuestro ardor apostólico y nuestro fervor. Cada uno de nosotros sabe lo que es “evangelizar” y lo que implica esta vocación en la Iglesia. Pues “anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas” (DA 30)”.


Bajo el amparo de la Virgen de Luján, Patrona de nuestra diócesis, Patrona de la Argentina, y de conformidad con nuestra pastoral diocesana, ya desde 2007 estamos como diócesis, en estado de misión, a comenzar por la dimensión misionera de la pastoral entera, y de la pastoral ordinaria en particular. En efecto, la pastoral ordinaria puede y debe conllevar una dimensión misionera, como tantas veces lo hemos reflexionado. En ZENIT.org, el lunes 1 octubre 2007 se publicaba: “En la ciudad argentina de Campana, «ya se ha puesto en marcha el espíritu que nos pedían los obispos de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida»”. Así lo fue en distintas ciudades y pueblos de nuestra diócesis. Con ese fin, y visto el valor del las Orientaciones del Consejo Episcopal Latinoamericano para la misión en nuestro continente, ofrecemos para la reflexión estas líneas, que manifiestan “la Iglesia en misión permanente”.
Veremos cómo están en consonancia con «Navega Mar adentro» y con nuestro «Plan Pastoral diocesano».


ORIENTACIONES DEL CELAM
http://www.celam.org/MisionContinental/orientaciones.doc.

I.
UNA IGLESIA MISIONERA EN EL CONTINENTE
EL ESPÍRITU NOS IMPULSA A LA MISIÓN

El documento conclusivo de la V Conferencia de Aparecida, recordando el mandato del Señor de “ir y hacer discípulos entre todos los pueblos”(1), desea despertar un gran impulso misionero en la Iglesia en América Latina y El Caribe. Esta es, sin duda alguna, una de las principales conclusiones de ese gran encuentro eclesial. Este impulso misionero se puede desglosar en cuatro consecuencias prácticas:
-aprovechar intensamente esta hora de gracia;
-implorar y vivir un nuevo Pentecostés en todas las comunidades cristianas;
-despertar la vocación y la acción misionera de los bautizados, y alentar todas las vocaciones y ministerios que el Espíritu da a los discípulos de Jesucristo en la comunión viva de la Iglesia.
-salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de “sentido”, de verdad y amor, de alegría y de esperanza(2).
El Espíritu Santo nos precede en este camino misionero. Por eso confiamos que este testimonio de Buena Nueva constituya, a la vez, un impulso de renovación eclesial y de transformación de la sociedad.

NATURALEZA Y FINALIDAD DE LA MISIÓN
La misión es parte constitutiva de la identidad de la Iglesia llamada por el Señor a evangelizar a todos los pueblos. “Su razón de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios”(3). Por eso, la misión que se realice como fruto del encuentro de Aparecida debe, ante todo, animar la vocación misionera de los cristianos, fortaleciendo las raíces de su fe y despertando su responsabilidad para que todas las comunidades cristianas se pongan en estado de misión permanente.
Se trata de despertar en los cristianos la alegría y la fecundidad de ser discípulos de Jesucristo, celebrando con verdadero gozo el “estar-con-Él” y el “amar-como-Él” para ser enviados a la misión. “No podemos desaprovechar esta hora de gracia. ¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de “sentido”, de verdad y amor, de alegría y de esperanza!”(4).
Así, la misión nos lleva a vivir el encuentro con Jesús como un dinamismo de conversión personal, pastoral y eclesial capaz de impulsar hacia la santidad y el apostolado a los bautizados, y de atraer a quienes han abandonado la Iglesia, a quienes están alejados del influjo del evangelio y a quienes aún no han experimentado el don de la fe.
Esta experiencia misionera abre un nuevo horizonte para la Iglesia de todo el continente que quiere “recomenzar desde Cristo” recorriendo junto a El un camino de maduración que nos capacite para ir al encuentro de toda persona, hablando el lenguaje cercano del testimonio, de la fraternidad, de la solidaridad.

LA IGLESIA EN MISIÓN PERMANENTE
La Iglesia en América Latina y El Caribe quiere ponerse en “estado permanente de misión”(5). Se trata de fortalecer la dimensión misionera de la Iglesia en el Continente y desde el Continente. Esto conlleva la decisión de recorrer juntos un itinerario de conversión que nos lleve a ser discípulos misioneros de Jesucristo. En efecto, “discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo él nos salva (cf. Hch 4, 12)”(6).
El “estado permanente de misión” implica ardor interior y confianza plena en el Señor, como también continuidad, firmeza y constancia para llevar “nuestras naves mar adentro, con el soplo potente del Espíritu Santo, sin miedo a las tormentas, seguros de que la Providencia de Dios nos deparará grandes sorpresas”(7). El mismo Espíritu despertará en nosotros la creatividad para encontrar formas diversas para acercarnos, incluso, a los ambientes más difíciles, desarrollando en el misionero la capacidad de convertirse en “pescador de hombres”.
En fin, “estado permanente de misión” implica una gran disponibilidad a repensar y reformar muchas estructuras pastorales, teniendo como principio constitutivo la “espiritualidad de la comunión”(8) y de la audacia misionera. Lo principal es la conversión de las personas. No cabe duda(9). Pero ello debe llevar naturalmente a forjar estructuras abiertas y flexibles capaces de animar una misión permanente en cada Iglesia Particular.

II.
LA MISIÓN CONTINENTAL
UNA ACCIÓN MISIONERA CONTINENTAL PARA UNA IGLESIA EN MISIÓN PERMANENTE

“A la pregunta ¿para qué la misión? respondemos con la fe y la esperanza de la Iglesia: nuestra misión es compartir la Vida que nos transmite Cristo.(10) “El Amor es el que da la vida; por eso la Iglesia es enviada a difundir en el mundo la caridad de Cristo, para que los hombres y los pueblos “tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10).”(11) De esta manera la Iglesia es “misionera sólo en cuanto discípula, es decir, capaz de dejarse atraer siempre, con renovado asombro, por Dios que nos amó y nos ama primero (Cf. 1 Jn 4, 10).(12)
Este dinamismo misionero se da en un momento muy propicio. “Cuando muchos de nuestros pueblos se preparan para celebrar el bicentenario de su independencia, nos encontramos ante el desafío de revitalizar nuestro modo de ser católico y nuestras opciones personales por el Señor, para que la fe cristiana arraigue más profundamente en el corazón de las personas y los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante y encuentro vivificante con Cristo. Él se manifiesta como novedad de vida y de misión en todas las dimensiones de la existencia personal y social. Esto requiere, desde nuestra identidad católica, una evangelización mucho más misionera, en diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres.”(13).
A esto nos ayuda la próxima realización del Congreso Misionero Latinoamericano-COMLA8 /CAM3, lo mismo que el Sínodo sobre la Palabra en la vida y misión de la Iglesia (2008) y la celebración del Año Paulino en 2008-2009.
La misión es un rasgo constitutivo de la Iglesia
Un objetivo esencial de la Misión Continental es tomar conciencia de que la dimensión misionera es parte constitutiva de la identidad de la Iglesia y del discípulo del Señor. Por eso, a partir del Kerigma, ella pretende vitalizar el encuentro con Cristo vivo y fortalecer el sentido de pertenencia eclesial, para que los bautizados pasen de evangelizados a evangelizadores y, a través de su testimonio y acción evangelizadora, nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños llegan a tener Vida plena en Él.
Para lograr ese objetivo “todos los bautizados estamos llamados a “recomenzar desde Cristo”, a reconocer y seguir su Presencia con el mismo realismo y novedad, el mismo poder de afecto, persuasión y esperanza, que tuvo su encuentro con los primeros discípulos a las orillas del Jordán, hace 2000 años, y con los “Juan Diego” del Nuevo Mundo. Sólo gracias a ese encuentro y seguimiento, que se convierte en familiaridad y comunión, por desborde de gratitud y alegría, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y salimos a comunicar a todos la vida verdadera, la felicidad y esperanza que nos ha sido dado experimentar y gozar”(14).

Medios para la Misión
Beber de la Palabra, lugar de encuentro con Jesucristo
Si el objetivo central de la Misión es llevar a las personas a un verdadero encuentro con Jesucristo, el primer espacio de encuentro con El será el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios, de Jesucristo vivo, en la Iglesia, que es nuestra casa.(15).
La proclamación alegre de Jesucristo muerto y resucitado, a quien buscamos, y al “que Dios ha constituido Señor y Mesías” (Hech 2,36), ya es encuentro con la Palabra Viva, con Jesús mismo, la Palabra que salva.
Para entrar y permanecer en este lugar de encuentro con Cristo que es la Palabra, instrumento privilegiado de la misión, hay que destacar cinco metas particulares:
-el fomento de la “pastoral bíblica”, entendida como “animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o de proclamación de la Palabra”(16);
-la formación en la Lectio divina, o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura(17), y su amplia divulgación y promoción;
-la predicación de la Palabra, de manera que realmente conduzca al discípulo al encuentro vivo, lleno de asombro, con Cristo, y a su seguimiento en el hoy de la vida y de la historia;
-el fortalecimiento, a la luz de la Palabra de Dios, del tesoro de la piedad popular de nuestros pueblos, “para que resplandezca cada vez más en ella “la perla preciosa” que es Jesucristo, y sea siempre nuevamente evangelizada en la fe de la Iglesia y por su vida sacramental”(18).
La presentación de la vida de los santos, en especial de la Virgen María, como páginas encarnadas del evangelio que tocan el corazón y motivan el camino del discípulo hacia Jesús y del misionero hacia la gente.
“Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y la meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vea que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6,63). De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios”(19).

Alimentarse de la Eucaristía
Un segundo medio para la misión es la Sagrada Liturgia, en especial, los sacramentos de la Iniciación Cristiana, signos que expresan y realizan la vocación de discípulos de Jesús a cuyo seguimiento somos llamados. De forma significativa, la Eucaristía es lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo. Y es, a la vez, fuente inagotable de la vocación cristiana y del impulso misionero; “allí, el Espíritu Santo fortalece la identidad del discípulo y despierta en él la decidida voluntad de anunciar con audacia a los demás lo que ha escuchado y vivido”(20).
Dentro de este segundo medio misionero, hay que destacar cuatro metas particulares:
Conducir, mediante la iniciación cristiana, a la incorporación viva en la comunidad, cuya fuente y cumbre es la celebración eucarística, y dedicar tiempo y atención al seguimiento de quienes son incorporados a la comunidad;
Cultivar en la celebración eucarística su dimensión de renovación de la Nueva y Eterna Alianza, lugar de encuentro con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, con los ángeles, los santos y entre los hermanos, de ofrecimiento de la vida del discípulo, cargando con su cruz, a la vez que de envío misionero.
-fomentar el estilo eucarístico de la vida cristiana, y recrear y promover la “pastoral del domingo”(21), dándole “prioridad en los programas pastorales”(22), para un nuevo impulso a la evangelización del pueblo de Dios(23);
-en los lugares donde no sea posible la Eucaristía, fomentar la celebración dominical de la Palabra, “que hace presente el Misterio Pascual en el amor que congrega (cf. 1Jn 3, 14), en la Palabra acogida (cf. Jn 5, 24-25) y en la oración comunitaria (cf. Mt 18, 20)”(24).

Construir la Iglesia como casa y escuela de comunión
Un tercer espacio de encuentro con Jesucristo es la vida comunitaria. “Jesús está presente en medio de una comunidad viva en la fe y en el amor fraterno. Allí Él cumple su promesa: “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20)”(25). Formar comunidad implica abrazar el estilo de vida de Jesús, asumir su destino pascual con todas sus exigencias, participar en su misión, estar en actitud de permanente conversión y mantener la alegría del discípulo misionero en el servicio al Reino.
Dentro de este tercer medio para la misión, hay que destacar cinco metas particulares:
-fomentar la conciencia de comunión a nivel familiar para que cada hogar se convierta en una iglesia doméstica, en un santuario de la vida, donde se le valora como don de Dios y se forma en ese sentido a las personas, una verdadera escuela en la fe, un espacio en que crecen misioneros de la esperanza y de la paz;
-formar pequeñas comunidades cristianas, abiertas y disponibles, en sus diversas formas y expresiones. Cultivar en ellas la pastoral de la acogida para que las personas experimenten su pertenencia a la Iglesia de modo personal y familiar;
-profundizar la dimensión comunitaria a nivel parroquial, para que la parroquia sea en verdad una comunidad de comunidades(26);
-animar a las comunidades de Vida Consagrada para que busquen compartir su testimonio de comunión misionera con la gran comunidad eclesial;
-todo esto orientado a la renovación de las estructuras pastorales, a fin de impulsar una nueva forma de ser Iglesia: más fraterna, expresión de comunión, más participativa y más misionera(27).

Servir a la sociedad, en especial, a los pobres
Un cuarto medio de encuentro con Jesucristo y de acción misionera es el servicio a la sociedad para que nuestros pueblos tengan la vida de Cristo y, de un modo especial, el servicio a los pobres, enfermos y afligidos(28) “que reclaman nuestro compromiso y nos dan testimonio de fe, paciencia en el sufrimiento y constante lucha para seguir viviendo”(29).
Dentro de este cuarto medio para la misión, hay que destacar cuatro metas particulares:
-la fraternidad con los más pobre y afligidos, hermanos nuestros en quienes nos encontramos y servimos al Señor, y la defensa de los derechos de los excluidos(30), ya que allí se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo(31);
-la renovación y fortalecimiento de la pastoral social, a fin de que exprese en signos concretos la opción preferencial por los pobres y excluidos, especialmente con las personas que viven en la calle, con los migrantes, los enfermos, los adictos dependientes, los niños en situaciones de riesgo y los detenidos en las cárceles(32);
-la atención pastoral de los constructores de la sociedad, que tienen la misión de forjar estructuras justas, que estén al servicio de la dignidad de las personas y de sus familias; como asimismo de los comunicadores sociales, para que alienten el crecimiento de una cultura que sea manifestación del reinado de Dios.
-el apoyo decidido a todas aquellas personas e instituciones que “dan testimonio de lucha por la justicia, por la paz y por el bien común, algunas veces llegando a entregar la propia vida”(33).
Los medios de la misión, en su conjunto, deben ser nuestro instrumento para lograr la gran meta: impulsar la realización de la Misión Continental de tal forma que las Iglesias del continente se pongan en estado de misión. Esto significa que la acción misionera intensiva sea tan motivadora, que asuman la misión permanente como plan pastoral.

Simultaneidad y signos compartidos
Para ser “continental” se requiere la visibilización latinoamericana y caribeña de ciertos momentos de la acción misionera, es decir, alguna simultaneidad y signos compartidos:
el tríptico obsequiado por el Papa Benedicto XVI en Aparecida, acompañado de una sencilla catequesis sobre su simbología de fe;
la oración propuesta por el mismo Papa para preparar la V Conferencia y aquella con que termina su Discurso Inaugural;
el logo utilizado en Aparecida puede seguir siendo distintivo para los misioneros y para los subsidios que se preparen para esa labor;
a éstos signos pueden asociarse otros actos inspirados y ojalá simultáneos relacionados con solemnidades litúrgicas, como la Encarnación o Pentecostés, o fiestas Marianas especialmente de las advocaciones de Aparecida (12.10) y Guadalupe (12.12).

LA PEDAGOGÍA DE LA ACCIÓN MISIÓN CONTINENTAL
5.1. Cinco aspectos de un proceso evangelizador
En el proceso de formación de los discípulos misioneros “destacamos cinco aspectos fundamentales, que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino, pero que se compenetran íntimamente y se alimentan entre sí”: el Encuentro con Jesucristo, la Conversión, el Discipulado, la Comunión y la Misión(34).
Esto implica:
-conocer las búsquedas de las personas -y los pueblos- que Dios nos confía, y llevarlas a un encuentro con Jesucristo vivo,
-que suscita una actitud de conversión,
-y la decisión de seguir los pasos de Jesús,
-para que, viviendo en común-unión con Cristo, como con-vocados por Él(35), dentro de la comunión de la Iglesia, crezca y sea vivo un fuerte sentido de pertenencia eclesial,
-y un proceso de formación integral, kerigmática, permanente, procesual, diversificada y comunitaria, que contemple el acompañamiento espiritual,
-los bautizados asuman su compromiso misionero y pasen de evangelizados a evangelizadores, a fin de que el Reino de Dios se haga presente y así nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños tengan vida en Él.
Estas dimensiones del camino podemos explicarlas con palabras que encontramos en el mismo evangelio, y que describen el proceso de encuentro, formación y envío, de quienes reciben la vocación de ser discípulos misioneros para que los pueblos tengan vida en Cristo(36):
Todo comienza con una pregunta: “¿Qué buscan?” (Jn 1, 38). Comenta el documento de Aparecida 279 a: “Quienes serán sus discípulos ya lo buscan. Se ha de descubrir el sentido más hondo de la búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la iniciación cristiana”. (Búsqueda)
Los discípulos, que quieren encontrarse con Cristo, le preguntan: “Maestro, ¿dónde vives?” (Jn 1. 38). Jesucristo los invita a vivir una experiencia: “Vengan y lo verán” (Jn 1, 39), “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). (Encuentro)
Encontrando a Felipe le dijo: “Sígueme”(Mt 4,19), y más tarde, junto al lago de Galilea, asombrados por la enseñanza del Maestro y por la pesca milagrosa, también Pedro, Andrés, Santiago y Juan, “dejándolo todo, le siguieron”. (Conversión y Discipulado)
Los llamó “para que estuvieran con él” (Mc 3, 14) y “permanecieran en su amor”, formando una comunidad de discípulos, que más tarde fue conocida por su solidaridad, y por su unidad en la oración, en la fracción del pan y en la enseñanza de los apóstoles (Cfr Hechos 3, 42ss). (Comunión)
Pero la llamada de Jesús al discipulado es inseparable de la vocación misionera. Ya en el encuentro a orillas del lago les manifiesta su propósito: “Os haré pescadores de hombres”, y cuando llama a los doce les dice explícitamente que los llama para “enviarlos a predicar” (Mc 3, 14). Y antes de ascender a los cielos, los envía “a hacer discípulos a todos los pueblos, bautizándolos ...”(Mt 28,19) . (Misión)
Para lograr este proceso, y recuperar a personas que se han alejado “hemos de reforzar en nuestra Iglesia cuatro ejes”:
“un encuentro personal con Jesucristo, una experiencia religiosa profunda e intensa, un anuncio kerigmático y el testimonio personal de los evangelizadores, que lleve a una conversión personal y a un cambio de vida integral”;
“la vivencia comunitaria [pues] nuestros fieles buscan comunidades donde sean acogidos fraternalmente … Es necesario que nuestros fieles se sientan realmente miembros de una comunidad eclesial y corresponsable en su desarrollo”;
“una formación bíblica-doctrinal […] acentuadamente vivencial y comunitaria” que es necesaria para madurar la experiencia religiosa y se percibe como una “herramienta fundamental y necesaria en el conocimiento espiritual, personal y comunitario”;
“el compromiso misionero de toda la comunidad… que sale al encuentro de los alejados, se interesa por su situación, a fin de reencantarlos con la Iglesia e invitarlos a volver a ella”(37).
Hay que ser concientes que sólo surgirán discípulos misioneros si en el proceso enunciado, nuestras comunidades se comprometen con la evangelización de los bautizados que no tienen conciencia de ser discípulos, acompañándolos para que puedan vivir una maduración paulatina hacia la voluntad de servicio y, así, respondan al envío que el Señor les da por medio de la Iglesia.
En esta vivencia, la renovación de la conversión personal y pastoral de los pastores y de todos los consagrados es un elemento indispensable para que el testimonio coherente de vida sea el cimiento pedagógico fundamental.

5.2. Caminos hacia el encuentro con Cristo
Una auténtica propuesta de encuentro con Jesucristo debe tener en cuenta los siguientes elementos:
Una experiencia de la presencia de Jesucristo en la vida personal y comunitaria del creyente: en la lectura meditada y eclesial de la Sagrada Escritura; en la celebración eucarística, fuente inagotable de la vocación cristiana y fuente inextinguible del compromiso misionero; en el dinamismo de una vida comunitaria, participativa y fraterna; y en el servicio a los pobres y excluidos;
Una revalorización de la piedad popular, la cual es una “manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia y una forma de ser misioneros, donde se recogen las más hondas vibraciones de la América profunda”(38).
Un fortalecimiento de la presencia cercana de María, “imagen acabada y fidelísima del seguimiento de Cristo”(39), a la vez que madre y educadora de discípulos misioneros de Jesucristo(40); un rescate de los testigos del Evangelio en América, varones y mujeres que vivieron heroicamente su fe en un camino de santidad, junto a aquellos que derramaron su sangre en el martirio”(41)

5.3. Pedagogía del encuentro y de la comunión
Pedagogía del encuentro: La misión debe realizarse dentro del dinamismo de la pedagogía del encuentro que puede darse de persona a persona, de casa en casa, de comunidad a comunidad(42). Siendo que todo pastor –lo que vale también para cada misionero- ha de reflejar al Buen Pastor, es evidente que nuestra pastoral tiene que estar entretejida de encuentros, en la sencillez, la cordialidad, la solicitud, la escucha y el servicio a los demás. ”En este esfuerzo evangelizador, la comunidad eclesial se destaca por las iniciativas pastorales, al enviar, sobre todo entre las casas de las periferias urbanas y del interior, sus misioneros, laicos o religiosos, buscando dialogar con todos en espíritu de comprensión y de delicada caridad”(43).
Pedagogía de Comunión. Es importante realizar la misión en el continente como gran expresión de comunión. Que se manifieste la comunión con Dios en la oración unánime, implorando con María, la madre de Jesús, el Espíritu Santo, y la unidad con el Papa, entre las Conferencias Episcopales y entre las Iglesias particulares, ayudándose recíprocamente en su realización, especialmente en personal y recursos;
“Toda Iglesia particular debe abrirse generosamente a las necesidades de las demás. La colaboración entre las Iglesias, por medio de una reciprocidad real que las prepare a dar y a recibir, es también fuente de enriquecimiento para todas y abarca varios sectores de la vida eclesial. A este respecto, es ejemplar la declaración de los Obispos en Puebla: "Finalmente, ha llegado para América Latina la hora ... de proyectarse más allá de sus propias fronteras, ad gentes. Es verdad que nosotros mismos necesitamos misioneros. Pero debemos dar desde nuestra pobreza… La misión de la Iglesia es más vasta que la "comunión entre las Iglesias": ésta, además de la ayuda para la nueva evangelización, debe tener sobre todo una orientación con miras a la especifica índole misionera."(44).

5.4. La misión, tarea de todos y para todos
Agentes pastorales y evangelizadores
La realización de la misión “requerirá la decidida colaboración de las Conferencias Episcopales y de cada diócesis en particular”(45).
El Obispo es el primer responsable de la misión en cada Iglesia particular y es quien debe convocar a todas las fuerzas vivas de la comunidad para este gran empeño misionero: “sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que se prodigan, muchas veces con inmensas dificultades, para la difusión de la verdad evangélica”(46).
“Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos y de cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe”(47).
Para los Ministros Ordenados es un gran momento de gracia que les pide renovar la comunión de los Presbíteros y Diáconos con el Obispo y de ellos entre sí. Así como el entusiasmo y la entrega al servicio del evangelio. Ellos son los portadores primeros de todo este impulso misionero y habría que sensibilizarlos especialmente en el espíritu y conversión pastoral de Aparecida.
“La renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están al servicio de ella. La primera exigencia es que el párroco sea un auténtico discípulo de Jesucristo, porque sólo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una parroquia. Pero, al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración” (DA 201).

El papel privilegiado de los laicos
Cualquier esfuerzo misionero exige, de manera particular, la participación activa y comprometida de los fieles laicos en todas las etapas del proceso. “Hoy, toda la Iglesia en América Latina y El Caribe quiere ponerse en estado de misión. La evangelización del Continente, nos decía el papa Juan Pablo II, no puede realizarse hoy sin la colaboración de los fieles laicos(48). Ellos han de ser parte activa y creativa en la elaboración y ejecución de proyectos pastorales a favor de la comunidad. Esto exige, de parte de los pastores, una mayor apertura de mentalidad para que entiendan y acojan el “ser” y el “hacer” del laico en la Iglesia, quien, por su bautismo y su confirmación, es discípulo y misionero de Jesucristo. En otras palabras, es necesario que el laico sea tenido muy en cuenta con un espíritu de comunión y participación”(49).
La Misión Continental debe tener especial penetración en los sectores culturales, políticos y de dirigentes sociales y económicos que identifican a nuestra sociedad globalizada. Para que esto sea posible, debemos reafirmar vigorosamente la misión peculiar y específica del laico en el mundo secular(50), evitando la tentación de motivar a los laicos más comprometidos con su fe, tan sólo a involucrarse en los servicios que necesita la comunidad eclesial para formarse, sostenerse y crecer.

La misión inestimable de la Vida Consagrada
Para los miembros de los Institutos de Vida Consagrada, varones y mujeres que están llamados a dar un testimonio convincente de la alegría de ser pertenencia de Dios como discípulos y misioneros de Cristo, y de prodigarse generosamente al servicio de sus hijos, especialmente de los más marginados, y de manifestar en la Iglesia la multiplicidad de los dones carismáticos del Espíritu Santo, su participación en la Misión Continental, como grandes colaboradores de los Pastores, contribuirá fuertemente al despertar misionero de América Latina y del Caribe.

Interlocutores y destinatarios
Los destinatarios (o “interlocutores”) de la misión somos todos, comenzando por los discípulos misioneros que animan el proceso evangelizador, pero especialmente debe dirigirse a los pobres, a los que sufren y a los alejados(51), e impulsar a los constructores de la sociedad a su misión cristiana de transformarla.
Llegar hasta los más alejados debe ser siempre uno de los objetivos de la dimensión misionera de la Iglesia, utilizando los medios adecuados a cada situación. “No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convoca en Iglesia, y que quiere multiplicar el número de sus discípulos y misioneros en la construcción de su Reino en América Latina. Somos testigos y misioneros: en las grandes ciudades y campos, en las montañas y selvas de nuestra América, en todos los ambientes de la convivencia social, en los más diversos “areópagos” de la vida pública de las naciones, en las situaciones extremas de la existencia, asumiendo ad gentes nuestra solicitud por la misión universal de la Iglesia”(52).

RECURSOS PARA LA MISIÓN
Convocación comunitaria
La parroquia sigue siendo una referencia fundamental en el proceso evangelizador, con sus comunidades eclesiales de base, movimientos y grupos apostólicos. La misión está llamada a ser un dinamismo permanente de gran importancia para que la parroquia se haga “parroquia misionera”.
La misión exige una convocatoria a los discípulos misioneros y a las comunidades eclesiales. En la misión se debe aprovechar el potencial educativo de la Iglesia, a través de sus escuelas e institutos de formación, valorando el dinamismo misionero de los miembros de la comunidad educativa.
Un fenómeno importante de nuestro tiempo es la aparición y difusión de diversas formas de voluntariado misionero(53), conformado en buena parte por jóvenes, quienes están dispuestos a dar tiempo y talento para la misión. Mención especial merecen los grupos y asociaciones de niños misioneros, pues esto crea una dinámica especial en las familias. Por otra parte, se considera importante la labor de los emigrantes como discípulos misioneros, quienes “están llamados a ser una nueva semilla de evangelización, a ejemplo de tantos emigrantes y misioneros que trajeron la fe cristiana a nuestra América”(54).

Formación de misioneros
Aparecida asumió una “clara y decidida opción por la formación de los miembros de nuestras comunidades, en bien de todos los bautizados, cualquiera sea la función que desarrollen en la Iglesia”(55).
La formación debe estar impregnada de espiritualidad misionera, que es impulso del Espíritu que “motiva todas las áreas de la existencia, penetra y configura la vocación específica de cada uno. Así, se forma y desarrolla la espiritualidad propia de presbíteros, de religiosos y religiosas, de padres de familia, de empresarios, de catequistas, etc. Cada una de las vocaciones tiene un modo concreto y distintivo de vivir la espiritualidad, que da profundidad y entusiasmo al ejercicio concreto de sus tareas. Así, la vida en el Espíritu no nos cierra en una intimidad cómoda, sino que nos convierte en personas generosas y creativas, felices en el anuncio y el servicio misionero. Nos vuelve comprometidos con los reclamos de la realidad y capaces de encontrarle un profundo significado a todo lo que nos toca hacer por la Iglesia y por el mundo”(56). El Espíritu entreteje vínculos de comunión entre los diversas vocaciones para que realicen la única misión como miembros complementarios de un solo Cuerpo.

Signos y gestos de cercanía y dignificación de los más pobres
“Por eso, no puede separarse de la solidaridad con los necesitados y de su promoción humana integral: “Pero si las personas encontradas están en una situación de pobreza – nos dice aún el Papa –, es necesario ayudarlas, como hacían las primeras comunidades cristianas, practicando la solidaridad, para que se sientan amadas de verdad. El pueblo pobre de las periferias urbanas o del campo necesita sentir la proximidad de la Iglesia, sea en el socorro de sus necesidades más urgentes, como también en la defensa de sus derechos y en la promoción común de una sociedad fundamentada en la justicia y en la paz. Los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio y un Obispo, modelado según la imagen del Buen Pastor, debe estar particularmente atento en ofrecer el divino bálsamo de la fe, sin descuidar el ‘pan material’”(57).
La evangelización, como acción privilegiada hacia los pobres, debemos vivirla teniendo presente que los más humildes nos evangelizan.

CRITERIOS PARA LA MISION
Conversión personal y pastoral
La misión exige una indispensable conversión pastoral, tanto de las personas como de las mismas estructuras de la Iglesia. Se deben reconocer las estructuras caducas y buscar las nuevas formas que exigen los cambios. “La conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera. Así será posible que “el único programa del Evangelio siga introduciéndose en la historia de cada comunidad eclesial”(58) con nuevo ardor misionero, haciendo que la Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera”(59).
Atención a los signos culturales: inculturación y presencia en nuevos aerópagos.
Hay que tener en cuenta la compleja y variada realidad de nuestro continente, como es el caso de las megápolis, los ambientes suburbanos y de las grandes periferias, como asimismo de los ambientes campesinos, mineros y marítimos, sin olvidar los hospitales, los centros de rehabilitación y las cárceles, lo mismo que las peculiaridades de las Iglesias en las diversas regiones. La misión, siendo única, deberá ser al mismo tiempo diversa. Por eso, es necesario estar atentos a los signos culturales de la época, de tal manera que las nuevas expresiones y valores se enriquezcan con las buenas noticias del Evangelio de Jesucristo, logrando, “unir más la fe con la vida y contribuyendo así a una catolicidad más plena, no solo geográfica, sino también cultural”(60).

En el contexto de la acción pastoral normal

La realización de una misión continental debe darle dinamismo a los planes pastorales vigentes, renovando las estructuras que sean necesarias. “Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos, y de cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe”(61).
“No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza “es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad”.
A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”(62).

Con nuevos lenguajes: comunicación

En la misión es necesario tener muy en cuenta la cultura actual, la cual “debe ser conocida, evaluada y en cierto sentido asumida por la Iglesia, con un lenguaje comprendido por nuestros contemporáneos. Solamente así la fe cristiana podrá aparecer como realidad pertinente y significativa de salvación. Pero, esta misma fe deberá engendrar modelos culturales alternativos para la sociedad actual”(63). Esto ayudará a “comunicar los valores evangélicos de manera positiva y propositiva. Son muchos los que se dicen descontentos, no tanto con el contenido de la doctrina de la Iglesia, sino con la forma como ésta es presentada”(64) y vivida.
En la misión hay que “optimizar el uso de los medios de comunicación católicos, haciéndolos más actuantes y eficaces, sea para la comunicación de la fe, sea para el diálogo entre la Iglesia y la sociedad”(65).
Será muy importante hacer presente el anuncio misionero en los medios de comunicación en general, así como en los espacios virtuales, cada vez más frecuentados por las nuevas generaciones. Así como en radio y televisión ya existen experiencias de programas educativos en la fe, también un portal interactivo puede ser una opción útil en el desarrollo de la misión.

LUGARES de COMUNION

Las Conferencias Episcopales como espacios de comunión entre las Iglesias locales necesitan reavivar su identidad y misión, para apoyar especialmente a las Iglesias con menores recursos, motivando la generosidad y apertura.
Cada Diócesis necesita robustecer su conciencia misionera, saliendo al encuentro de quienes aún no creen en Cristo en el ámbito de su propio territorio y responder adecuadamente a los grandes problemas de la sociedad en la cual está inserta. Pero también, con espíritu materno, está llamada a salir en búsqueda de todos los bautizados que no participan en la vida de las comunidades cristianas(66).
En la diócesis, el eje central deberá ser un proyecto orgánico de formación, aprobado por el Obispo y elaborado con los organismos diocesanos competentes, teniendo en cuenta todas las fuerzas vivas de la Iglesia particular… Se requieren, también, equipos de formación convenientemente preparados que aseguren la eficacia del proceso mismo y que acompañen a las personas con pedagogías dinámicas, activas y abiertas(67).
La parroquia ha de ser el lugar donde se asegure la iniciación cristiana y tendrá como tareas irrenunciables: iniciar en la vida cristiana a los adultos bautizados y no suficientemente evangelizados; educar en la fe a los niños bautizados en un proceso que los lleve a completar su iniciación cristiana; iniciar a los no bautizados que, habiendo escuchado el kerygma, quieren abrazar la fe. En esta tarea, el estudio y la asimilación del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos es una referencia necesaria y un apoyo seguro(68).
Los mejores esfuerzos de las parroquias, en este inicio del tercer milenio, deben estar en la convocatoria y en la formación de laicos misioneros(69).
La renovación de las parroquias, al inicio del tercer milenio, exige reformular sus estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión(70).
La renovación misionera de las parroquias se impone tanto en la evangelización de las grandes ciudades como del mundo rural de nuestro continente, que nos está exigiendo imaginación y creatividad para llegar a las multitudes que anhelan el Evangelio de Jesucristo. Particularmente, en el mundo urbano, se plantea la creación de nuevas estructuras pastorales, puesto que muchas de ellas nacieron en otras épocas para responder a las necesidades del ámbito rural(71).
Señalamos que es preciso reanimar los procesos de formación de pequeñas comunidades en el Continente, pues en ellas tenemos una fuente segura de vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa, y a la vida laical con especial dedicación al apostolado. A través de las pequeñas comunidades, también se podría llegar a los alejados, a los indiferentes y a los que alimentan descontento o resentimientos frente a la Iglesia(72).
En la vida y la acción evangelizadora de la Iglesia, constatamos que, en el mundo moderno, debemos responder a nuevas situaciones y necesidades. La parroquia no llega a muchos ambientes en las megápolis. En este contexto, los movimientos y nuevas comunidades son un don de Dios para nuestro tiempo, acogen a muchas personas alejadas para que puedan tener una experiencia de encuentro vital con Jesucristo y, así, recuperen su identidad bautismal y su activa participación en la vida de la Iglesia. En ellos, “podemos ver la multiforme presencia y acción santificadora del Espíritu”(73).
La opción por la Misión Continental y su finalidad de impulsar la misión permanente, otorga a los organismos e institutos misioneros una responsabilidad particularmente importante para dinamizar su labor habitual y ofrecer apoyo subsidiario a los diferentes niveles eclesiales.

Invocación final
Ponemos este proyecto en manos de Nuestra Señora, bajo sus advocaciones de Aparecida y de Guadalupe, conscientes de que quien le abrió el camino al Evangelio en nuestro Continente será quien inspire, ayude y proteja nuestro proyecto misionero. Ella no es sólo la primera discípula y misionera del Evangelio sino aquella que, con un corazón inmensamente materno, goza más que nadie cuando su Hijo es conocido y amado, y le va traspasando a sus nuevos hijos con el “he aquí a tu hijo” característico de su Hora pascual.

Notas:
1-Mt. 28, 20
2-Documento de Aparecida DA 548.
3-GS 40.
4-DA 548.
5-DA 213 y 551.
6-DI 3.
7-DA 551.
8-Cf. Juan Pablo II, NMI 43.
9-Cf DA 10
10-RMi 11.
11-Benedicto XVI, Homilía de la Eucaristía en Aparecida, 13 mayo 2007.
12-Benedicto XVI, Homilía de la Eucaristía en Aparecida, 13 mayo 2007.
13-DA 13
14-DA 549
15-Cf. DA 246.
16-DA 247
17-DA 248
18-DA 549
19-DI 3
20-DA 251
21-Cf Sacranentum Caritatis
22-DI 4
23-DA 252
24-DA 253
25-DA 256
26-Cf RMi 20
27-DA 379
28-Cf. Mt 25, 37-40
29-DA 257
30-DA 257
31-NMI 49
32-Cf DA 399-430
33-DA 256
34-cf. DA 278
35-cf. DA 154 y 156
36-cf. DA 244, 245, 276, 278
37-cf. DA 226
38-DA 264 La misión de la Iglesia es más vasta que la "comunión entre las Iglesias": ésta, además de la ayuda para la nueva evangelización, debe tener sobre todo una orientación con miras a la especifica índole misionera.
39-DA 270
40-cf. DA 267, 270
41-cf DA 275
42-DA 550
43-Benedicto XVI. Homilía a los Obispos de Brasil, 3. Mayo 11 de 2007.
44-Redemptoris missio 64
45-DA 551.
46-Benedicto XVI. Homilía a los Obispos de Brasil, 3. Mayo 11 de 2007.
47-DA 365
48-cf. EAm 44
49-DA 213
50-cf. DA capítulo 10.
51-DA 550
52-DA 567
53-DA 386
54-DA 391
55-DA 276
56-DA 285
57-DA 550
58-NMI 12
59-DA 370
60-DA 479
61-DA 379
62-DA 12
63-DA 480
64-DA 497
65-DA 497
66-DA 168
67-DA 281
68-DA 293
69-DA 174
70-DA 172
71-DA 173
72-DA 310
73-DA 312

domingo, 17 de enero de 2010

La palabra del Papa en Radio Vaticana

Visita a la Sinagoga de Roma: “que el recuerdo de los eventos del pasado refuerce los lazos que nos unen para que crezca la comprensión, el respeto y la acogida”

Domingo, 17 ene (RV).- Reconciliación, fraternidad y unidad, han sido las palabras que más han resonado en el discurso pronunciado por Benedicto XVI en su visita de esta tarde a la Sinagoga de Roma marcada por una atmósfera de cordialidad. Invocando la paz para todo el mundo, pero sobre todo para Tierra Santa y Oriente Medio, el Santo Padre ha señalado cómo judíos y cristianos, con el ejercicio de la justicia y de la misericordia, están llamados “a anunciar y a dar testimonio del Reino del Altísimo que viene, y por el cual oramos y trabajamos cada día en la esperanza”.

Rememorando en numerosas ocasiones la visita del Venerable Papa Juan Pablo II a esta misma Sinagoga el 13 de abril de 1986, Benedicto XVI ha recordado el patrimonio común que une a cristianos y judíos: rezamos al mismo Señor, tenemos las mismas raíces, pero a menudo permanecen desconocidos los unos de los otros. “Depende de nosotros –ha dicho el Papa- en respuesta a la llamada de Dios, trabajar para que permanezca siempre abierto el espacio del diálogo, del respeto recíproco, del crecimiento, de la amistad, y del testimonio común frente a los desafíos de nuestro tiempo, que nos invitan a colaborar por el bien de la humanidad en este mundo creado por Dios, el Omnipotente y Misericordioso”.

Evocando su peregrinaje a Tierra Santa, y a Estados Unidos donde visitó la Sinagoga de Nueva York, el Santo Padre ha recordado cómo la Iglesia “ha deplorado la falta de sus hijos e hijas, pidiendo perdón por todo lo que haya podido favorecer de algún modo en el antisemitismo y antijudaísmo. ¡Qué estas llagas se sanen para siempre!”.

Analizando los acontecimientos del siglo XX que marcaron la historia, el Papa ha calificado este periodo cómo “una época realmente trágica para la humanidad”. El drama de la Shoah representa, entre las guerras y los odios del periodo, “el vértice de un camino de odio que nace cuando el hombre se olvida de su Creador y se pone a sí mismo en el centro del universo”.

En este sentido el Papa ha evocado su viaje a Auschwitz. Ante esta tragedia, mucha gente permaneció indiferente, ha explicado Benedicto XVI, señalando que al mismo tiempo, muchos católicos reaccionaron con valentía sacrificando sus propias vidas. “También la Sede Apostólica –ha evocado el Papa- desarrolló una acción de socorro, a menudo escondida y discreta. La memoria de estos hechos nos tiene que empujar y reforzar los lazos que nos unen para que crezca la comprensión, el respeto y la acogida”.

En su denso discurso el Pontífice ha señalado la cercanía y fraternidad espiritual entre cristianos y judíos a través de la Sagrada Biblia. En concreto el Papa se ha detenido en la centralidad del Decálogo –las “Diez Palabras”, los “Diez Mandamientos”- que constituyen la estrella polar de la fe y de la moral del pueblo de Dios.

Las “Diez Palabras” piden reconocer al único Señor, contra las tentaciones de construirse otros ídolos. “En nuestro mundo –ha explicado el Santo Padre- muchos no conocen a Dios o lo consideran superfluo, sin relevancia para la vida; se han fabricado otros dioses nuevos a los que el hombre se inclina. Despertar en nuestra sociedad la apertura a la dimensión trascendente, testimoniar al único Dios, es un servicio precioso que los Judíos y Cristianos pueden ofrecer unidos”.

Asimismo las “Diez Palabras” evocan el respeto, la protección de la vida, contra toda injusticia y sobre todo, reconociendo el valor de cada persona humana creada a imagen y semejanza de Dios. “Testimoniar juntos el valor supremo de la vida contra todo egoísmo, es ofrecer una importante contribución por un mundo en el que reine la justicia y la paz, el ‘shalom’ deseado por los legisladores, por los profetas y sabios de Israel”.

Por último, Benedicto XVI ha recordado cómo esas “Diez Palabras” también promueven la santidad de la familia. “Testimoniar que la familia es la célula esencial de la sociedad y el contexto de base en el que se aprenden y se ejercitan las virtudes humanas –ha dicho el Papa- es un precioso servicio que ofrecer para la construcción de un mundo con el rostro más humano”.

Agradeciendo las palabras recibidas en esta visita, el Santo Padre ha concluido su discurso pidiendo la paz y elevando al Señor un agradecimiento por el encuentro de hoy, pidiéndole que Él refuerce nuestra fraternidad y haga más sólida nuestro entendimiento. “¡Aleluya! ¡Alabad a Yavéh, todas las naciones, celebradle, pueblos todos! Porque es fuerte su amor hacia nosotros, la lealtad de Yavéh dura por siempre” (Sal 117).

Fuente: http://www.radiovaticana.org/spa/Articolo.asp?c=349968

sábado, 16 de enero de 2010

Los católicos de todo el mundo responden al llamamiento del Papa por Haití

Sábado, 16 ene (RV).- Los católicos de todo el mundo responden al apremiante llamamiento del Papa ante la trágica situación que vive Haití, a raíz del devastador terremoto que asoló a esta nación. También desde Roma, el embajador Alejandro Valladares, representante de Honduras ante la Santa Sede y decano del cuerpo diplomático nos explicaba cómo se está organizando su país para enviar ayuda para los damnificados por el seísmo.

Prosigue sin cesar también la actividad del Nuncio Apostólico en Puerto Príncipe, el arzobispo Bernardito Auza, que además de mantener reuniones de coordinación de las ayudas, en la sede de la Nunciatura, está visitando las zonas más afectadas por la catástrofe.

Entre las ayudas de urgencia que han empezado a ser enviadas a Haití, desde España, respondiendo asimismo al pedido de la Conferencia Episcopal Española, están las de Caritas y las ONGs católicas. En las diócesis españolas se ha promovido una iniciativa de recaudación que consistirá en recolectar fondos durante todas las misas de mañana domingo, para enviarlos a Haití.

Caritas Española ha enviado ya de manera urgente una primera partida de 175.000 euros para apoyar las operaciones de emergencia de la Caritas Haitiana y ha mandado a la isla a un grupo de siete expertos de su red internacional, para participar sobre el terreno en el operativo de respuesta a la emergencia.

La institución ‘Ayuda a la Iglesia Necesitada’ ha realizado un primer envío de 70 mil dólares – canalizado a través de la Nunciatura en Haití - que servirá para los bienes básicos: agua, comida, medicamentos y refugios provisionales. Los importes destinados a reconstrucción, se comenzarán a distribuir en breve.

La directora de Proyectos, de Ayuda a la Iglesia Necesitada, Regina Lynch, ha señalado que “Haremos todo lo posible en este momento para llegar hasta ellos. Además, es importante recordar a Haití en nuestras oraciones. Roguemos a Dios para que pueda consolar a la población en esta situación tan difícil”.

Fuente: http://www.radiovaticana.org/spa/Articolo.asp?c=349864

jueves, 7 de enero de 2010

Mensaje de Mons. Oscar Sarlinga sobre la «Jornada de la Infancia Misionera», en la Epifanía del Señor

«LA BUENA NUEVA VIAJA SIN PASAPORTE»

Queridos hermanos condiocesanos:

El Papa Benedicto XVI presidió hoy en la Basílica Vaticana (a las 10 de la mañana hora de Roma) la Santa Misa en la solemnidad de la Epifanía del Señor, Jornada que lo es también de «la Infancia Misionera». Al mediodía dirigió el rezo del Ángelus.

Quizá se pueda no estar tan al corriente que en la solemnidad de la Epifanía -manifestación de Cristo a todos los pueblos y naciones, representados por los Magos- se celebra la mencionada «Jornada de la infancia misionera», instituida por el Papa Pío XII. Con el lema perenne “Los niños ayudan a los niños”, la Obra pontificia de la infancia misionera sostiene miles de iniciativas de solidaridad, educando a los niños para que crezcan con un espíritu de apertura al mundo y de atención a las dificultades de los menores menos favorecidos.

En este año 2010 el lema de la Jornada de la infancia misionera es “La Buena Nueva viaja sin pasaporte”, puesto que se propone destacar la eficacia de la Palabra de Dios, que jamás se ve limitada por barreras o confines, y al mismo tiempo nos impulsa a la evangelización, en el legítimo anhelo de difundir la gozosa noticia de la salvación, libremente ofrecida a todos los pueblos del mundo.

Nosotros creemos, porque estamos convencidos de ello, que «la luz de Belén continúa resplandeciendo en todo el mundo», como lo ha dicho hoy el Papa Benedicto. Por ello también de esta Epifanía queremos extraer algunas indicaciones programáticas concretas, en lo que respecta a la Pastoral de la Infancia Misionera en la diócesis. Acerca de la conveniencia de dichas indicaciones u orientaciones, recordamos lo que nos dice nuestro «Plan Pastoral diocesano»:

“Por consiguiente, este Plan Pastoral de la diócesis ha procurado brindar indicaciones programáticas concretas, como nos enseña el Documento de APARECIDA: "El proyecto pastoral de la Diócesis, camino de pastoral orgánica, debe ser una respuesta consciente y eficaz para atender las exigencias del mundo de hoy, con ‘indicaciones programáticas concretas, objetivos y métodos de trabajo, de formación y valorización de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios, que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura” (Orientación fundamental del Plan, n. 1).

Varias son las parroquias de la diócesis que cuentan con la «Infancia Misionera». En esto vemos también que, en parte, las propuestas actuales ya se encontraban de algún modo presentes, ya sea en las orientaciones o en la práctica (Cf. «Plan Pastoral Diocesano», Capítulo I, n. 1: EL CAMINO PASTORAL RECORRIDO NOS ORIENTA, Y NOS ALLANA EL CAMINO POR RECORRER). Sin embargo, queda un camino importante que emprender respecto a la implementación y puesta en obra de la Infancia Misionera, que traerá muchas bendiciones.

También en nuestro «Plan» (Capítulo I, n. 7: Profundización en la dimensión evangelizadora de toda la Pastoral) damos el sentido del llamado "estado de misión", y luego, al pasar a sugerir o proponer profundizaciones en los distintos ámbitos de la Pastoral (n. 9 del mismo capítulo I), vemos la necesidad del «(…) fomento de la formación de agentes misioneros (para lo cual será muy importante la tarea de las Obras Misionales Pontificias y de la Delegación de Misiones, así como de las parroquias con grupos misioneros experimentados) que lleven a cabo la tarea de misionar en las parroquias que lo pidan, de una forma permanente y con dedicación preferencial a esta tarea, buscando en especial a los alejados” (Cap. I, n. 9, “c”).

¿Podrían ser los niños lo que llamamos «agentes misioneros»?.

Sí, ¡y cómo!. Ellos, en su inocencia y simplicidad de «ver a Jesús» y «ver brillar su estrella» serán de aquellos que, en el sentido de palabras que el Papa pronunció hoy: «han visto la estrella y han comprendido el mensaje». Necesitan, esto sí, de la atención pastoral de las parroquias, de los curas párrocos, sacerdotes, diáconos permanentes, religiosos, religiosas, laicos preparados, para «abrirles los ojos y el corazón» y ayudarlos a conservar «un corazón sabio e inocente», que les permita «ver la estrella de la misericordia» del Señor, su Amor, que se da en la familia, en la comunidad, también en la comunidad parroquial, en todos los ambientes en el que el niño sea también «un testigo del Amor de Cristo».

Ojalá, quiera el Señor, que todas las parroquias de la diócesis puedan ir formando, con paciencia y a la vez con constancia, grupos de «Infancia Misionera». Los exhorto de corazón a los curas párrocos. Cuentan con la ayuda de la Delegación de Misiones, y la valiosa experiencia de las parroquias donde está ya funcionando, con mucho fruto de difusión del Evangelio y afianzamiento de la familia cristiana. El buen empeño de las familias será fundamental en este cometido (¡las hay tantas, de cónyuges que han hecho un retiro de impacto, de aquéllos que pertenecen a un movimiento o asociación de fieles laicos, o se encuentran dedicados a un aspecto de la pastoral parroquial!).

En el Señor y la Virgen Madre, los saluda afmo.

+Oscar, Obispo.

6 de enero de 2010

miércoles, 6 de enero de 2010

Epifanía, tiempo para replantear la evangelización a todos los pueblos


Fuente Original: Radio Vaticana

Miércoles, 6 ene (RV).- Puntualmente, a las doce del mediodía, Benedicto XVI ha celebrado la gran fiesta de la Epifanía, el misterio de la Manifestación del Señor a todas las gentes, dirigiendo el rezo del Ángelus en la plaza de san Pedro ante miles de familias, con sus hijos, que poco antes habían asistido al paso de una cabalgata por la via della Conciliazione hasta el Vaticano.

El Papa ha manifestado que “los Magos venidos de Oriente llegaron a Jerusalén siguiendo una estrella”, interpretada “como el signo del nacimiento del Rey, del Mesías, anunciado por los profetas”. Pero tuvieron necesidad de las indicaciones de los sacerdotes y de los escribas para conocer exactamente el lugar hacia donde dirigir sus pasos, es decir, a Belén, la ciudad de David: “La estrella y las Sagradas escrituras fueron las dos luces que guiaron el camino de los Magos, los cuales aparecen como modelos de los auténticos buscadores de la verdad”.

Efectivamente, los magos, ha explicado el Pontífice, “eran sabios que escrutaban los astros y conocían la historia de los pueblos”. Eran hombres de ciencia que observaban el cosmos casi como si fuera “un gran libro lleno de signos y de mensajes divinos para el hombre”. Su saber, por tanto, lejos de considerarse autosuficiente, “estaba abierto a ulteriores revelaciones y llamadas divinas. Y no por ello se avergonzaban de pedir instrucciones a los jefes religiosos judíos”.

“Hubieran podido decir –ha señalado el Papa- lo hacemos solos, no tenemos necesidad de nadie, evitando así, según nuestra mentalidad moderna, cualquier tipo de ‘contaminación’ entre ciencia y la Palabra de Dios. Y en cambio, los magos escuchan las profecías y las acogen”.

De camino hacia Belén, los Magos -ha proseguido el Papa- ven de nuevo la estrella, como confirmando la “perfecta armonía entre investigación humana y la Verdad divina. Una armonía que llena de alegría sus corazones de auténticos sabios. El culmen de su itinerario se realiza cuando finalmente descubren al niño con María, su madre y se postran ante Él y lo adoran.

“Podrían haber quedado desilusionados o escandalizados y, en cambio, como verdaderos sabios, se manifiestan abiertos al misterio” que de manera sorprendente se presenta ante ellos. “Con sus dones simbólicos reconocen en Jesús al Rey y al Hijo de Dios”.

El Santo Padre ha destacado un último aspecto de “la unidad entre inteligencia y fe” en los Magos, en el hecho de que, advertidos por un sueño, no volvieron a ver a Herodes en Jerusalén, como hubiera sido natural anunciando y dando resonancia a su descubrimiento, sino que regresaron a sus países por otro camino.

Los Magos que han elegido como su soberano al Niño-Dios lo custodian escondiéndolo, siguiendo el estilo de María, o mejor, de Dios mismo, y así como habían aparecido, desaparecen en el silencio, apagados, cambiados por el encuentro con la Verdad. Habían descubierto un nuevo rostro de Dios, una nueva realeza: “la del amor”.

Después del rezo mariano del Ángelus, Benedicto XVI ha saludado en diversas lenguas dirigiendo en primer lugar una felicitación particular a los hermanos y hermanas de las Iglesias de Orientales que celebran mañana la Santa Navidad. “Que el misterio de luz sea fuente de alegría y de paz para toda familia y comunidad”, ha dicho el Papa.

Oigamos a continuación el saludo en español: “Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. La Iglesia celebra hoy la solemnidad de la Epifanía del Señor, la manifestación del Mesías a todos los pueblos. San Mateo nos narra en su evangelio como unos personajes, venidos de Oriente, son guiados por una estrella hasta Belén y, adorando al Niño Jesús, le reconocen como el único Salvador del Mundo. Queridos hermanos, os invito a imitar la obediencia de estos Magos que, gracias a su docilidad a la acción providente de Dios, pudieron recibir la luz sin ocaso: Cristo, el Señor. Feliz fiesta de la Epifanía. Muchas gracias”.

EPIFANIA DEL SEÑOR
SOLEMNIDAD
+
EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo
2, 1-12

Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: « ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo.»
Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel.»
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje.»
Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor

lunes, 4 de enero de 2010

EXEQUIAS DE MONS. ALFREDO MARIO ESPOSITO, PRIMER OBISPO DE ZÁRATE-CAMPANA

Los restos mortales de Mons. Alfredo Mario Esposito llegaron a la ciudad de Campana a las 10.45 del sábado 2 de enero, habiendo sido escoltados por la Policía de la Provincia desde el Arco de ingreso a la ciudad hasta la iglesia catedral. Allí, en el atrio, esperaban el sr. Obispo, Mons. Oscar Sarlinga, junto con el vicario general, Mons. Galuppo, el clero de la Curia y de la Catedral.

Una vez puesto solemnemente para que pudieran despedirse los fieles, y una revestido el cuerpo del extinto Obispo con la casulla, la cruz pectoral, el solideo y la mitra, más el báculo pastoral, Mons. Oscar Sarlinga hizo el primer responso y la capilla episcopal de coro entonó algunos cánticos. Desde las 11 desfilaron feligreses, religiosos, religiosas, sacerdotes, amigos todos que recordaban al primer Obispo, quien tan buen ejemplo dejó en la diócesis, y el grupo entero permaneció hasta las 13.

La visita de los fieles continuó incesantemente hasta la tarde. El Obispo Mons. Oscar concurrió de nuevo a las 16, hora en que llegó Mons. Roberto Murphy, portador de un mensaje del Su Eminencia el Cardenal Secretario de Estado de Su Santidad, Tarcisio Bertone, en nombre del Papa Benedicto XVI y de un mensaje del Sr. Nuncio Apostólico, S.E. Mons. Adriano Bernardini. Se recibieron mensajes del Cardenal Estanislao Karlic, del Arzobispo de Rosario, Mons. José Luis Mollaghan, del Arzobispo de Mendoza, Mons. José María Arancibia, del Arzobispo emérito de Resistencia, Mons. Carmelo Giaquinta, y de los Sres. Obispos de Goya, de Concepción del Tucumán, de los fieles Maronitas, así como un mensaje telefónico de Mons. Eguía Seguí, secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, quien a pedido de Mons. Sarlinga comunicó a todos los Obispos el deceso de Mons. Esposito a través del medio de la misma Conferencia Episcopal.

La misa de exequias comenzó a las 17, y después de darse lectura al mensaje del Sr. Cardenal Secretario de Estado, Mons. Roberto Murphy transmitió el mensaje del Sr. Nuncio Apostólico, expresó sus propias condolencias y de los colaboradores en la la Nunciatura Apostólica. La Santa Misa, presidida por Mons. Oscar Sarlinga, fue concelebrada por Mons. Baldomero Martini, Obispo de San Justo, por Mons. Damián Bitar, Obispo auxiliar de San Justo, por Mons. Edgardo Galuppo y Mons. Tomás Llorente, vicarios generales, Mons. Santiago Herrera, pro-vicario general y Rector del Seminario, y más de una treintena de sacerdotes, entre los cuales el ex-general de la Congregación a la que pertenecía Mons. Esposito, el P. Alfonso. Asistieron también algunos diáconos permanentes y una parte de los seminaristas del Seminario "San Pedro y San Pablo". Muchos fieles colmaron el templo, entre ellos numeosos jóvenes, y famlias.

Al concluir la celebración de la Misa (de la cual se adjunta la homilía pronunciada por el Obispo) los 8 sacerdotes ordenados por Mons. Esposito sostuvieron el féretro, y se inició la procesión hacia el templo criptal (de Santa Florentina y los Santos Padres Hispanos) debajo del templo catedral, donde se encuentra el área de las tumbas de los Obispos. Mientras tanto, la capilla coral episcopal entonaba las letanías. Luego de la bendición de la tumba, de un nuevo responso y de cánticos, Mons. Esposito fue enterrado junto al altar del Sagrado Corazón de Jesús, mientras la capilla coral entonaba "Al Corazón bendito de María", que había sido su canto litúrgico preferido.

Los fieles permanecieron largo tiempo orando junto a su tumba. Descanse en la Paz de Cristo este fiel, docto y santo Pastor, primer Obispo de la diócesis, creada por S.S. Pablo VI en 1976.


HOMILÍA DE MONS. OSCAR D. SARLINGA EN LA MISA EXEQUIAL DE MONS. ALFREDO ESPOSITO CASTRO, CMF

Sábado 2 de enero de 2009

En la misa exequial se hizo presente Mons. Robert Murphy, Secretario de la Nunciatura, quien, luego del saludo inicial de la Liturgia, dio lectura a la carta de saludo y condolencia dirigida a Mons. Sarlinga por parte del Eminentísimo Sr. Cardenal Secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone en nombre del Papa Benedicto XVI, y el mensaje del Sr. Nuncio Apostólico, S.E. Mons. Adriano Bernardini.

(Luego de nombrar a los miembros del clero, entre ellos el Obispo de San Justo, Mons. Martini, su Obispo auxiliar, Mons. Bitar, las autoridades presentes, entre las cuales la Sra. Intendente Municipal, Doña Stella Maris Giroldi, y de saludar a los feligreses, Mons. Oscar Sarlinga pronunció la siguiente homilía)

Estamos hoy congregados para despedir, en la fe, a nuestro hermano Obispo, Mons. Alfredo Mario Esposito, quien, aunque nacido en Nápoles, el 20 de mayo de 1927, era de nacionalidad argentina puesto que su padre su padre se desempeñaba como cónsul argentino en aquella ciudad de Italia, y allí vivía la familia. Fue ordenado sacerdote en la Congregación de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María (los Padres Claretianos) el 1 de agosto de 1954; elegido obispo de Zárate-Campana el 21 de abril de 1976 por S.S. Pablo VI, el Papa que creó esta diócesis. Su ordenación episcopal la recibió por imposición de manos y oración consecratoria de S.E. Mons. Pío Laghi, entonces Nuncio Apostólico, y tomó ese mismo día posesión de su cargo pastoral, el 4 de julio de 1976.

Hoy lo despedimos, habiendo partido a la Casa del Padre el día 1ro. de enero, en la festividad de la Virgen Madre de Dios, en pleno Año Sacerdotal, convocado por S.S. Benedicto XVI.

Todos recordamos la hombría de bien y la piedad de Mons. Esposito. Podemos decir de él, como en una síntesis espiritual, que la experiencia del Espíritu y de María Santísima han sido el centro de su vida. En efecto, el seguimiento de Cristo era, en su espiritualidad, una experiencia de vida que sólo es posible por la acción del Espíritu, Espíritu del Padre y del Hijo, Espíritu también de nuestra Madre la Virgen, en tanto Esposa del Espíritu Santo. Ese Espíritu que es como el gran Centro integrador de todas las dimensiones de nuestra vida y nuestra misión, el gran Protagonista de la misión, como lo llama la recordada Evangelii Nuntiandi, y el principal agente de la dimensión misionera de toda la pastoral. Así lo experimentó el fundador de la Congregación a la cual perteneció, el Obispo San Antonio María Claret, y nuestro hermano Alfredo Mario lo siguió, pues se sintió ungido por el Espíritu para anunciar la Buena Nueva a todos los hombres, y en especial a aquéllos que le habían sido encomendados.

Monseñor Alfredo Mario, en síntesis todavía más justa, fue forjado en la fragua del Corazón de María. Esto es esencial para comprender su personalidad, su vocación, el desempeño de su misión como Obispo.

Nuestro hermano Obispo no nos ha dejado, como loablemente lo hacen otros prelados, un «testamento espiritual». En realidad, lo ha sido todo su testimonio, en especial su sufrimiento en Cruz, aceptado con Amor. He tomado, por ello, dos ejes –permítaseme llamarlos así- a la manera de un testamento espiritual.

El primero de esos ejes lo tomé de su Homilía el día de su ordenación episcopal, en 1976, en el nacimiento de la diócesis de Zárate-Campana, y expresa su «pasión por la Iglesia» y por la unidad y la concordia en Ella. Nos decía: “Sí, Jesús vive entre nosotros de una manera especial desde ahora. Él dijo a los Apóstoles: “Cuando dos o tres de ustedes están unidos en mi Nombre, allí estoy yo” (Mt 18,20). Pues bien, estamos de un modo especial en la caridad, desde este día, “en el Nombre del Señor”. No ciertamente por meros motivos humanos, por laudables que sean. Menos aún, por intereses mezquinos. Pobres o ricos, grandes y chicos, enfermos y sanos, con responsabilidades de gobierno o simples ciudadanos, con todo lo que somos… estamos unidos, desde ahora y para el tiempo que vendrá, en una realidad que llamamos una Iglesia local, que no es otra cosa que el misterio grande de la Iglesia Universal, que se hace carne y se concreta, por decirlo así, en una modalidad y forma local” . Todos quienes han conocido bien a Mons. Esposito saben cómo él amaba profundamente la diócesis. Incluso ya estando enfermo, y emérito, vino en la recurrencia del 4 de julio (considerada «moralmente» la fecha de fundación de esta circuncripción eclesiástica) desde 1994 hasta 1999, ya al final enclavado en silla de ruedas.

Tanto amó a esta diócesis que, cuando cumplió sus bodas de oro sacerdotales en 2004, imposibilitado por completo de desplazarse, lo acompañaron los sacerdotes de la diócesis que él había ordenado, y también otros, junto con amigos, feligreses, en una eucaristía que presidió el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, en la capilla de la Clínica de San Camilo, en Buenos Aires.

El otro «eje» de su testamento espiritual no escrito lo he tomado del, sí escrito, «Testamento espiritual» del Papa Pablo VI, en sus consideraciones sobre la Iglesia, su profundo sentido de pertenencia a Ella: “La paz del Señor sea con nosotros (…) siento que la Iglesia me rodea: oh, Iglesia santa, una y católica y apostólica, recibe mi supremo acto de amor con mi bendición y saludo”(n.1)

En su despedida de este mundo, nos decía ese gran Papa: “Y respecto a lo que más importa, despidiéndome de la escena de este mundo y yendo al encuentro del juicio y de la misericordia de Dios: debería decir tantas cosas, muchas. Sobre la situación de la Iglesia; que escuche las palabras que le hemos dedicado con tanto afán y amor” (n.6) . Escuchar las palabras de enseñanza, dichas con dulzura, con Amor, con ánimo y deseo de enseñar, con humildad, amando al mundo, sin confundirse con él, como también prosigue el Papa Pablo: “Sobre el mundo: no se piense que se le ayuda adoptando sus criterios, su estilo y sus gustos, sino procurando conocerlo, amándolo y sirviéndolo” (n.6) . Creo que podríamos perfectamente poner estas palabras, hoy, en labios de nuestro hermano Mons. Alfredo Mario, él, que se ocupó de promover e impulsar las misiones populares (tales como la de Campana y la de Zárate, en 1979; y la del partido de Pilar, en 1982), él, que promovió la creación de escuelas católicas para la niñez y juventud, que fundó el Seminario “San Pedro y San Pablo” (¡qué contento estaría de haber visto su re-fundación, el pasado año!) y que promovió en todos los sentidos el rol del laicado, en sus instituciones, asociaciones, movimientos.

No pueden faltar hoy unas sentidas palabras de agradecimiento franco a la Sra. Laura Squarici, su enfermera, o más bien, «su ángel tutelar», quien lo ha cuidado desde el 2 de noviembre de 1993, hasta el día de ayer, en que entregó su alma al Señor. Es el 7mo. Obispo del cual la Sra. Laura ha cuidado, en todos los casos hasta el momento de la muerte.

Es también la ocasión de agradecer a la Fundación «Pérez Companc», la cual, desde el hoy distante 1992, hasta el presente, le ha brindado toda la atención que necesitaba y se hizo cargo del cuidado de su enfermedad, en la Clínica “San Camilo”. Vaya un agradecimiento sentido a las Hijas de San Camilo, las hermanas, que lo han cuidado con tanto afecto y devoción, y al personal médico y sanitario de ese lugar.

Quien habla ya había tenido ocasión de tratar con él desde abril de 2003, cuando recién estaba electo Obispo titular de Uzalis y auxiliar de Mercedes-Luján, en la primera Asamblea episcopal de la que participé. Fueron numerosas las ocasiones de departir, siempre amable, siempre sacerdotal, humilde y digno. Como Obispo de esta diócesis, pasé la celebración del cumpleaños en San Camilo (cumplimos años el mismo día) en 2006; Mons. Alfredo Esposito estaba radiante, contento, habían concurrido también algunas familias, principalmente de la ciudad de Campana, que lo han visitado y atendido hasta el día de ayer, con esmero, agradecimiento y devoción. Gracias también a ellos, no puedo nombrar a todos y cada uno, pero saben bien a quiénes me refiero.

En las distintas ocasiones en que tuve la dicha de verlo, la última vez que pudo dirigirme la palabra, con gran dificultad, asintió a mi solicitud de ofrecer todos sus sufrimientos, que lo hacía con gran espíritu de fe, por la Iglesia diocesana, por los sacerdotes, religiosos, religiosas, por las vocaciones, las familias, y todo el Pueblo de Dios, en especial por aquéllos más alejados, los pecadores, quienes ya no tenían razones de creer ni de esperar, los que más sufren, los más pobres y los abatidos.

Mons. Esposito no ha dejado bienes materiales, que no poseía. El Obispado ha tomado a su cargo todo el servicio fúnebre de este hermano nuestro, y ha sido providente el contar con el área tumbal, en el templo criptal de «Santa Forentina y los Santos Padres de la Iglesia hispana», que hemos restaurado recientemente y donde reposará este hermano nuestro en la espera de la Resurrección gloriosa. Como símbolos, este hermano Obispo había entregado ya su anillo episcopal a su hermana Rita, quien vive en las Islas Canarias, y con quien hoy por la mañana hemos mantenido una conversación telefónica, y legó también para ella su cruz pectoral. Como dije, no dejó otros bienes. La mitra de la ceremonia de su ordenación, que le fue puesta hoy en su último adiós, y su sencillo báculo de madera simple, que ahora está sobre su féretro, permanecerán en la ciudad de Campana como perenne recuerdo de quien fue el primer Obispo diocesano, con sencillez, y a la vez con toda la carga del simbolismo que merecen.

Gracias, por todo tu testimonio, querido Monseñor Alfredo Mario Espósito. Más bien, no te decimos definitivamente «adiós», te decimos «hasta pronto», «hasta el Cielo».

«Hasta el Cielo», fiel y santo Pastor de la Iglesia.

Amén.

Notas:
ESPOSITO CASTO, Alfredo Mario, S.E., Homilía de Mons. Alfredo Mario Esposito, CMF, tenida en el día de su ordenación episcopal y en el nacimiento de la Diócesis de Zárate-Campana, el 4/7/76, en la iglesia catedral de Campana, Provincia de Buenos Aires, Argentina (inédita, obrante en el archivo del Obispado de Zárate-Campana).
PABLO VI, “El Testamento de Pablo VI”, en:
PABLO VI, “El Testamento de Pablo VI”, op.cit.



A CONTINUACIÓN SIGUEN ALGUNOS DE LOS MENSAJES DE CONDOLENCIAS DE CARDENALES Y OBISPOS.


A Su Excelencia Reverendísima, Mons. Oscar D. Sarlinga
Excelencia, Querido Oscar:
Te quiero manifestar mis condolencias por el fallecimiento del muy querido y muy admirado primer obispo de Zárate-Campana, Monseñor Espósito. Quiera el Señor y María Santísima, Madre de Jesús, recibirlo en el Cielo para premiar su fe, su esperanza y su caridad vividas en la larga y dolorosa enfermedad. La asumió imitando al Señor y dándonos a todos un testimonio profundo de su amor pastoral al ofrecer todo para la salvación de nuestros hermanos. En él hemos visto alguien que verdaderamente se entregó totalmente a Dios en la profunda paz de la gracia. Recemos por él y encomendémonos a él.
+Estanislao Cardenal Karlic
Arzobispo Emérito de Paraná


Monseñor Oscar Sarlinga
Obispo de Zárate Campana
Querido Monseñor:
Al conocer la noticia del fallecimiento del tan estimado Monseñor Alfredo Mario Espósito, deseo hacerte llegar mis saludos de condolencia más sentidos y cordiales, extensivos a la Diócesis de Zárate Campana; acrecentados por el recuerdo de su persona durante los largos años de su enfermedad. En las oportunidades que lo traté tanto en la Conferencia Episcopal como en la Clínica San Camilo, donde lo visité en varias oportunidades, tuve de él un ejemplo de su fe y confianza en Dios, siempre recibí de su parte palabras edificantes, así como un ejemplo de paciencia y abnegación en los sufrimientos que sobrellevó hasta su partida. Deseo que la Sma. Virgen enjugue sus lágrimas.; y lo encomiendo en la oración y en la Misa; sabiendo que a los que mueren piadosamente, Dios les tiene reservada una magnífica recompensa.
Fraternalmente en Cristo.
+José Luis Mollaghan
Arzobispo de Rosario


Su Excelencia Reverendísima
Mons. Oscar Sarlinga
Obispo de Zárate-Campana
Querido hermano Oscar:
Hago llegar a esa Iglesia mis condolencias, y me uno a la oración de todos, por este hermano nuestro: obispo sabio, piadoso, prudente y muy probado, que Dios hará feliz en su gloria.
+José María Arancibia
Arzobispo de Mendoza


A S.E. Mons. Oscar Sarlinga
Me uno espiritualmente a la oración de la Iglesia por la partida a la Casa del Padre del primer Obispo de esa Diócesis, Mons. Alfredo Espósito.
Y mientras ruego al Señor Jesús lo acoja en su Reino, ruego también por esa Iglesia y su actual Pastor,
Fraternalmente.
+ Carmelo Juan Giaquinta, Arzobispo emérito de Resistencia


Estimado Mons. Dr. Oscar Domingo Sarlinga:
Compartiendo el dolor causado por la desaparicion física de Mons Alfredo Esposito Castro, me obliga el amor fraterno a drigir, al hermano obispo de la Diócesis de Zarate Campana, una palabra de condolencias que expresa el valor de la vida frente a la idea de la muerte. La relación del pastor de una Diócesis con los fieles de la misma es una relación que implica una intimidad de alto valor humano y espiritual, por esto, hermano, acompaño al pastor y a la grey con reales sentimientos de pésame y pido al Señor de los vivos y de los muertos, en esta étapa de las festividades del Nacimiento de Jesús que bendiga a todos y trasforme la tristeza y el dolor en alegría de salvación. En unión de oraciones, elevo a Dios una oración especial pidiendo el descanso eterno de Mons. Alfredo y el consuelo cristiano a sus familiares y a la feligresía de Zarate y Campana. Que la Virgen María protagonista de estas fiestas que vivimos, bendiga con su cariño maternal el Año que comienza y abra las puertas del Cielo a nuestro hermano Claretiano que acaba de dejar este valle de lágrimas en camino a la eternidad. Con mi saludo fraternal
+ Charbel Merhi
Obispo de los Maronitas en Argentina


A Mons. Oscar Sarlinga, de parte del Obispo de Goya
Estimado Hermano Oscar:
Me uno a Uds. en la oración por Monseñor Alfredo Espósito, primer Obispo de Zárate-Campana. Ahora, para él todo es sosiego y felicidad en el Descanso de su Señor.
Hago propicia esta comunicación para desearte una gran bendición en este Año Nuevo.
Un abrazo fraterno. Rezá por mí.
+Ricardo Faifer


Querido Monseñor Oscar Obispo de Zárate-Campana
Me uno a vos y a toda la iglesia diocesana con la oración pidiendo al Buen Dios por este hermano obispo que testimonió su fe en su vida con el martirio cotidiano de la enfermedad. Junto a Mons. Guillermo Garlatti, ausente en estos días, y a toda la comunidad de la Arquidiócesis de Bahía Blanca te envío un gran abrazo fraterno junto con las condolencias.
Mons. Pedro Laxague
Obispo auxiliar de Bahía Blanca


DESDE EL OBISPADO DE CONCEPCIÓN
QUERIDO HNO. OSCAR.
TE HAGO LLEGAR DESDE ESTA DIOCESIS DE CONCEPCIÓN LA CERCANIA, ORACIÓN Y SENTIDO PESAME POR LA PARTIDA DE ESTE HERMANO NUESTRO ALFREDO. NOS UNIMOS FRATERNLAMENTE Y TODA LA DIOCESIS DE CONCEPCIÓN. UN ABRAZO Y ORACIÓN
FR +JOSE M. ROSSI O.P OBISPO DE CONCEPCIÓN

domingo, 3 de enero de 2010

ECOS DE LAS FIESTAS PATRONALES DE LA SAGRADA FAMILIA EN LA LOCALIDAD DE LOS CARDALES

El 27 de diciembre ppdo. el Sr. Obispo Mons. Oscar Sarlinga concurrió a la localidad de Los Cardales (jurisdicción parroquial que abarca parte de los partidos de Exaltación de la Cruz y de Campana) para celebrar las Fiestas Patronales de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. La Santa Misa, concelebrada por el Vicario General, Mons. Edgardo Galuppo, y por el Cura párroco, Pbro. Lic. Claudio Caruso, tuvo una gran asistencia de fieles, en especial de familias. La celebración patronal estuvo precedida por una novena como relatamos a continuación.

CRÓNICA NOVENA PREPARATORIA FIESTAS PATRONALES

Por segundo año consecutivo la Parroquia Sagrada Familia de Los Cardales se ha preparado a su Fiesta Patronal a través de la Novena de Navidad predicada por diversas intenciones por nuevo sacerdotes (algunos de la diócesis y otros de Buenos Aires).

Este año además de los dos curas parrocos precedentes participaron de la novena: Mons. Patricio Olmos -Vicario regional de la Prelatura del Opus Dei para la Argentina - , el Padre Juan Torrella – Vicario episcopal para la educación de la arquidiócesis de Buenos Aires – , Monseñor Santiago Herrera – Provicario General y Rector del Seminario diocesano – y Monseñor Edgardo Galuppo - Vicario General de la Arquidiócesis –

En el inicio de la novena el pasado 15 de diciembre se realizó un Cenáculo Mariano con la presencia del Grupo de Oración de Belén de María rezando por las vocaciones sacerdotales de nuestra diócesis.

Fue de destacar también el retiro espiritual que Mons. Juan Torrella ofreció al personal docente de nuestro Colegio Parroquial en el día dedicado a rezae por todos los que trabajan en este campo.

Durante la novena la Comunidad Parroquial además de prepararse espiritualmente mediante las celebraciones litúrgicas se abocó a la preparación de un DON COMUNITARIO al Niño Dios para hacer más digna su Casa en la Santa Navidad.

Fueron reciclados a nuevo los 36 bancos del Templo – que tienen 97 años de vida -; se modernizó la iluminación del Atrio del Templo Parroquia , se remodeló el salón parroquial pintándolo a nuevo, instalando refrigeración y dotándolo de nuevas silla y mesas y finalmente se avanzó hasta prácticamente terminar la nueva sede de Cáritas Parroquial que duplica la extensión del anterior salón.

Como parte integrante de la novena y fundamental para nuestra Comunidad el día 23 de diciembre – jornada final – se realizó la Fiesta de los niños durante la cual se celebró la Misa a las 10 de la mañana. Posteriormente las catequistas junto a niños de catequesis y monaguillos ofrecieron un pesebre viviente.

Seguidamente y como ya se ha hecho habitual un mago hizo las delicias de niños y no tan niños con un mágico espectáculo de más de una hora.

Como conclusión y ya casi al mediodía de esta jornada se entregaron Cajas con artículos de Navidad, Bolsones de Comidas y más de 500 juguetes a las personas que ordinariamente concurren a nuestra Parroquia para ser asistidas por Cáritas.

sábado, 2 de enero de 2010

FALLECIMIENTO DE MONS. ALFREDO M. ESPOSITO Y MISA EXEQUIAL EN IGLESIA CATEDRAL DE SANTA FLORENTINA

Fotografía: ambos Obispos celebraban el mismo día de cumpleaños, el 20 de mayo. La fotografía es del 20 de mayo de 2006, en que Mons. Oscar celebró la misa, a la que asistió Mons. Esposito, y ambos festejaron juntos su cumpleaños, con la Sra. Laura, enfermera, las Hermanas Camilianas, y algunas familias de la ciudad de Campana.


COMUNICADO DEL OBISPADO DE ZÁRATE-CAMPANA DEL 1ro. DE ENERO A LAS 22 hs.

Hoy, viernes 1ro. de enero, en la festividad de la Santísima Virgen María Madre de Dios, falleció cerca de las 20.30, Mons. Alfredo Esposito Castro, primer Obispo de la diócesis de Zárate-Campana, en la clínica "San Camilo", de Buenos Aires.

En razón de los trámites que tienen que hacerse entre esta noche y mañana a primera hora, será trasladado desde la mencionada Clínica "San Camilo" (Buenos Aires) a la ciudad de Campana, donde está previsto que llegue a partir de las 11.

A esa hora se abrirá la capilla ardiente, en el templo catedral, y el mismo día sábado 2 de enero será celebrada (en la iglesia catedral de Santa Florentina, en Campana) la misa exequial, presidida por Mons. Oscar D. Sarlinga, a las 17.

Vaya un agradecimiento muy especial de parte del Obispado a la Sra. Laura, su enfermera, quien lo cuidó con devoción durante tantos años, y a las Hermanas Camilias, personal médico, enfermeros y enfermeras, así como a las familias que con su amistad y afecto lo han acompañado durante los largos años de su enfermedad.

El Obispado de Zárate-Campana pide que elevemos nuestra oración por este insigne Pastor de la Iglesia del Señor, quien, en últimas palabras que pudo decir a Mons. Oscar Sarlinga (en momentos en que todavía podía proferir su voz) le expresó que ofrecía de corazón todos sus sufrimientos por el pastoreo de la diócesis y por el bien de la Iglesia.