viernes, 27 de marzo de 2009

CELEBRACIÓN DE LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR Y DE LA «JORNADA DEL NIÑO POR NACER»


25 de marzo de 2009

Luego de una preparación pastoral con la comunidad parroquial que duró una quincena, en la iglesia catedral de Santa Florentina (de la ciudad de Campana) se tuvo una adoración eucarística con la intención comunitaria por «el niño por nacer», y por las familias, seguida de la celebración de la Eucaristía de la Solemnidad de la Anunciación de la Ssma. Virgen, que presidió Mons. Oscar D. Sarlinga, Obispo diocesano, al final de la cual dio la bendición especial a las madres embarazadas que habían acudido con esa finalidad. La Santa Misa fue concelebrada por el Pbro. Hugo Lovatto, cura párroco, por Mons. Marcelo Monteagudo, por el P. Joaquín Ocampo, DJ, y por el Pbro. Dr. Nestor Villa, contando también con la asistencia del Diác. Lucas Martínez.

El Obispo recordó que nosotros, creyentes en Cristo, tenemos la misión en particular de defender y promover este derecho, conscientes de la maravillosa verdad recordada por el concilio Vaticano II: "El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre"(1) , y que por esta razón, toda persona por nacer viene de esa paternidad divina, por el amor infinito de Dios, que "tanto amó al mundo que dio a su Hijo único" (Jn 3, 16), lo que nos hace ver el valor incomparable de cada persona humana.

Dijo también que cuando se refería al niño por nacer no se estaba hablando de “vida” en general, como puede ser vida orgánica sin más, sino de “vida” en sentido de “persona”, hecha a imagen de Dios, y con una vida que le es propia, sin ser una mera “parte” del padre o de la madre, sino el fruto personal del amor de aquéllos, conforme al derecho natural. A este respecto, recordó que "El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón —nos enseñó el concilio Vaticano II—, en cuya obediencia está la dignidad humana y según la cual será juzgado"(2) , y que por ese motivo el Concilio dio sabias orientaciones para que "los fieles aprendan a distinguir cuidadosamente entre los derechos y deberes que tienen como miembros de la Iglesia y los que les corresponden como miembros de la sociedad humana" y "se esfuercen por integrarlos en buena armonía, recordando que en cualquier cuestión temporal han de guiarse por la conciencia cristiana, pues ninguna actividad humana, ni siquiera en los asuntos temporales, puede sustraerse a la soberanía de Dios".

Algo importante de comprender (con la inteligencia y con el corazón) es que, cuando la vida humana se ve amenazada, se ve amenazada la dignidad misma del ser humano, su propio ser, y por eso mismo ese hecho repercute en el corazón mismo de la Iglesia, por ella vive de la fe en la encarnación redentora del Hijo de Dios(4), dijo el Obispo.

Mons. Sarlinga llamó a todos a la formación de una conciencia verdadera y recta en lo referente a la valoración de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, una conciencia sin contradicciones, lo cual –reconoció- es hoy difícil y delicado, aunque imprescindible. Citando a Benedicto XVI dijo que “(…) es preciso volver a educar en el deseo del conocimiento de la verdad auténtica, en la defensa de la propia libertad de elección ante los comportamientos de masa y ante las seducciones de la propaganda, para alimentar la pasión de la belleza moral y de la claridad de la conciencia. Esta delicada tarea corresponde a los padres de familia y a los educadores que los apoyan; y también es una tarea de la comunidad cristiana con respecto a sus fieles”(5).

Mencionó que sólo así será posible ayudar a los jóvenes a comprender los valores de la vida, del amor, del matrimonio y de la familia. Sólo así se podrá hacer que aprecien la belleza y la santidad del amor, la alegría y la responsabilidad de ser padres y colaboradores de Dios para dar la vida. Refiriéndose a una educación integral para el amor, dijo que si falta una formación continua y cualificada, resulta aún más problemática la capacidad de juicio en los problemas planteados por la biomedicina en materia de sexualidad, de vida naciente, de procreación, así como en el modo de tratar y curar a los enfermos y de atender a las clases débiles de la sociedad.

CELEBRACIÓN DE LA JORNADA DEL NIÑO POR NACER EN HISPANOAMÉRICA Y EN OTROS PAÍSES

El 25 de marzo, en coincidencia con la solemnidad de la Anunciación del Señor, se celebra la «Jornada Nacional del Niño por nacer» en numerosos países. En América Latina cada vez se va extendiendo más esta práctica, ante el gran ataque contra la vida humana naciente. En Argentina la Jornada se celebra desde 1998 y diversas comunidades, movimientos e instituciones realizan durante toda la semana distintas actividades con el fin de promover la toma de conciencia del valor de la vida humana desde el momento de la concepción. En Buenos Aires, San Juan, Salta, Rosario, Mendoza, Mar de Plata y muchas otras ciudades, como Zárate-Campana, los católicos participaron en iniciativas como Vigilias de oración, Eucaristías y bendición a las embarazadas, Conferencias, manifestaciones artísticas y humanitarias.

La Conferencia Episcopal de Colombia, por ejemplo, a través de la Sección de Familia, ha venido promoviendo esta celebración y cada año se une así a la campaña internacional que ha emprendido la Iglesia, por una cultura de la vida humana. Esta Jornada recuerda que “el niño por nacer” es un ser humano, un hijo de Dios, que merece cuidado, atención por parte de los padres que lo han engendrado y por parte de la sociedad que se ve enriquecida con un nuevo miembro.

En nuestra diócesis de Zárate-Campana proponemos una serie de iniciativas de carácter formativo, social y cultural y religiosos, para celebrar esta Jornada, entre ellas destacan:

Asambleas familiares, Talleres de formación en paternidad y maternidad responsables, Proyección de videos sobre el tema del aborto; Encuentros y convivencias con personal sanitario de los hospitales y de las clínicas; Talleres de formación con dirigentes públicos y personal sanitario sobre la objeción de conciencia y consentimiento informado; Lanzamiento de la jornada a través de los medios de comunicación; Realización de expresiones culturales en defensa de la vida humana; Celebración eucarística y bendición de las madres gestantes.

Así las cosas, cada vez son más son los lugares donde el 25 de marzo se conmemora el Día del Niño por nacer. La fecha se debe a la celebración de la solemnidad de la Anunciación - Encarnación del Niño Jesús en el seno de Santa María.

Como nación, El Salvador fue el primer país que decretó una celebración de este tipo en el año 1993, con el nombre de "Día del Derecho a Nacer". Por su parte, el 7 de Diciembre de 1998 fue declarado en la Argentina, el 25 de marzo, como "Día del Niño por Nacer", a petición de una carta enviada por el Papa Juan Pablo II. El mismo Papa, por su parte, envió una carta en la que expresó su deseo de que «la celebración del “Día del niño por nacer” favorezca una opción positiva en favor de la vida y del desarrollo de una cultura orientada en este sentido, que asegure la promoción de la dignidad humana en todas las situaciones».

Países como Guatemala, Chile, Costa Rica, Bolivia, Nicaragua, República Dominicana, Perú y Salvador se han unido de manera oficial a esta celebración- Numerosos gobiernos reconocen ya el «Día del Niño por Nacer» En distintos puntos del planeta, la celebración --en muchos casos oficial-- del «Día del niño por nacer» marcó este martes una opción positiva a favor de la vida y el desarrollo de una cultura que asegure la promoción de la dignidad humana en todas las Tras la iniciativa argentina, la Iglesia animó a otros países y líderes a seguir el ejemplo y las respuestas fueron llegando en años sucesivos. En Chile, a partir de una campaña respaldada por miles de firmas y por varios alcaldes, el 18 de mayo de 1999 la Cámara de Senadores aprobó por unanimidad un proyecto de acuerdo por el que se solicitó al presidente de la república que declarara el 25 de marzo de cada año «Día del Niño Concebido y No Nacido». El 20 de mayo de 1999, el Congreso de Guatemala declaró el 25 de marzo «Día Nacional del Niño No Nacido». La declaración oficial señaló que, con ello, se esperaba «promover una cultura de vida y de defensa de la vida desde el momento de su concepción».

En agosto de 1999, en el marco del III Encuentro de Políticos y Legisladores de América –celebrado en Buenos Aires--, la primera dama de Costa Rica, Lorena Clara de Rodríguez, anunció la celebración de un día por la vida del no nacido en Costa Rica. El entonces presidente costarricense, Miguel Angel Rodríguez, proclamó el 27 de julio como «Día Nacional de la Vida Antes de Nacer». En Nicaragua, el presidente de la República, Arnoldo Alemán, promulgó el 25 de enero de 2000 un decreto por el que declaró el 25 de marzo de cada año «Día del Niño por Nacer». Este decreto reconoció que «el derecho a la vida, inherente a cada uno de los habitantes de la nación y del mundo, constituye el eje principal de los derechos humanos y, por lo tanto, merece la decidida atención del Estado, de sus instituciones y de toda la sociedad». En República Dominicana se aprobó a principios del 2001 la ley que instituye la celebración, considerando «apropiado y necesario consignar un día al Niño por Nacer, con la finalidad de propiciar la reflexión sobre el importante papel que representa la mujer embarazada en el destino de la humanidad, y el valor de la vida humana que porta en su seno». Perú es el último país que instituyó por ley la fiesta de la vida. En enero del 2002, el Congreso de la República Peruana declaró el 25 de marzo como «Día del Niño por Nacer». La Iglesia católica en México celebrará por tercer año consecutivo este martes el «Día de la Vida concebida en el seno materno», instituido por los prelados también en el marco de la solemnidad del misterio de la Encarnación.

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1.CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 22.
2.CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 16.
3.CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, 36.
4.Cf Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae, 3.
5.Benedicto XVI, Discurso que pronunció el 24 de febrero de 2007 al recibir en audiencia a los participantes en la asamblea general de la Academia Pontificia para la Vida, Ciudad del Vaticano, 24 de febrero de 2007.

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