domingo, 13 de julio de 2008

FESTIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN, EN LA CIUDAD DE ZÁRATE

MONS. OSCAR SARLINGA RELACIONA EL AÑO PAULINO CON EL CREDO DEL PUEBLO DE DIOS, DE PABLO VI, QUE CUMPLIÓ CUARENTA AÑOS

(Luego de profundizar con los fieles el sentido de la existencia de diversas advocaciones de la Santísima Virgen, y en especial, en su festividad, el sentido de Nuestra Señora del Carmen, y luego también de explicar la razón última de las indulgencias, y recordar las que se ganan en el Año Paulino, tanto por disposición del Santo Padre como del Obispo diocesano, Mons. Sarlinga continuó su homilía centrándose en el don y vivencia de la Fe que se hace vida, y de la Profesión de Fe del Pueblo de Dios, de Pablo VI -1968-, de la cual se cumplieron 40 años el 30 de junio ppdo., y de lo que, a su juicio, es la relación de esta última con la convocación del Año Paulino Universal de Benedicto XVI). Concelebraron la Misa con el Obispo los sacerdotes de Zárate, Mons. Ariel Pérez, cura párroco, Mons. Santiago Herrera, Mons. Montferrand, Mons. Monteagudo, el P. Montes, SDB, el Pbro. Eduardo Carrozo y el Pbro. Eduardo Mussato. Luego de la Misa tuvo lugar una nutrida procesión que recorrió las calles de la ciudad, incluso en algunos lugares simbólicos.

Aquí va el texto principal de la homilía del Obispo:

(…) Por eso, hermanos y hermanas, en esta festividad de Nuestra Señora del Carmen es importante que consideremos que en la Iglesia-madre de Jerusalén vivía como ejemplo y guía María Santísima, esa Mujer, Madre de Jesús, en cuyo seno se hizo carne el Verbo de Dios (cf. Lc 1,32.35; Jn 1,14) (1), razón por la cual, Ella, hoy, en esta celebración tan concurrida, sigue siendo una presencia singular en esta comunidad «eucarística», no ya de Jerusalén sino de Zárate, en nuestra diócesis, como lo es en todo el mundo, en la medida en que se den esos elementos que el evangelista Lucas nos narra como esenciales de los cristianos de aquella «Iglesia-madre», esto es, las características de los discípulos, quienes «eran asiduos en escuchar la enseñanza de los Apóstoles y en la unión fraterna, en la fracción del pan y en la oración» (Hech 2,42).

El nexo que nos hace ver plenos descendientes de esa comunidad primitiva es la Fe, «virtud-puerta», como la llama Santo Tomás de Aquino, que nos abre a todas las demás virtudes, y que nos abre a una vida de virtud y felicidad, de renovación del mundo en el Amor.

Esa Fe, que admiramos en San Pablo, y en especial en este Año Paulino, que ha convocado el Santo Padre, el cual al respecto nos dice del Apóstol de las Gentes: “En la carta a los Gálatas nos dio una profesión de fe muy personal, en la que abre su corazón ante los lectores de todos los tiempos y revela cuál es la motivación más íntima de su vida. "Vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Todo lo que hace san Pablo parte de este centro. Su fe es la experiencia de ser amado por Jesucristo de un modo totalmente personal (…). Su fe consiste en ser conquistado por el amor de Jesucristo, un amor que lo conmueve en lo más íntimo y lo transforma. Su fe no es una teoría, una opinión sobre Dios y sobre el mundo. Su fe es el impacto del amor de Dios en su corazón. Y así esta misma fe es amor a Jesucristo”(2)

Creo que existe una relación providencial, entre el Año Jubilar Paulino convocado por el Papa Benedicto XVI y la profesión solemne del «Credo del Pueblo de Dios» de Pablo VI, el lunes 30 de junio de 1968 (proclamado «Año de la Fe», aun en circunstancias difíciles para esta última). Esas difíciles circunstancias no escapaban a la lúcida mente del Papa, como el mismo nos lo dice: “Bien sabemos, al hacer esto, por qué perturbaciones están hoy agitados, en lo tocante a la fe, algunos grupos de hombres. Los cuales no escaparon al influjo de un mundo que se está transformando enteramente, en el que tantas verdades son o completamente negadas o puestas en discusión. Más aún: vemos incluso a algunos católicos como cautivos de cierto deseo de cambiar o de innovar. La Iglesia juzga que es obligación suya no interrumpir los esfuerzos para penetrar más y más en los misterios profundos de Dios, de los que tantos frutos de salvación manan para todos, y, a la vez, proponerlos a los hombres de las épocas sucesivas cada día de un modo más apto. Pero, al mismo tiempo, hay que tener sumo cuidado para que, mientras se realiza este necesario deber de investigación, no se derriben verdades de la doctrina cristiana. Si esto sucediera —y vemos dolorosamente que hoy sucede en realidad—, ello llevaría la perturbación y la duda a los fieles ánimos de muchos”(3).


Palabras proféticas de este Papa, que lejos de constituirnos en «profetas de calamidades» nos tienen que dar nuevas fuerzas para ser profetas de la Verdad (que nos hace libres), en la época en que la Providencia nos puso para testimoniar, para coadyuvar a la «Civilización del Amor» y no para ser «cautivos» como se refiere Pablo VI. Mucha de la «cautividad» presente puede provenir del espíritu de «acedia» y de pusilanimidad, disfrazados, quizá, algunas veces, «sub aspectu sanctitatis».

Mucho nos ayudará a mantener la fe (y por consiguiente la esperanza y la caridad) si dejamos que resuenen en nuestros oídos del alma aquellas palabras en las que María transmitía, en la «Iglesia-madre» las «maravillas» que el Señor había realizado en su tiempo de ocultamiento y silencio en Nazaret y Belén. «Nada tendríamos de todo esto si María no lo hubiera custodiado. Estas cosas nos vienen de sus tesoros», exclamaba el Obispo San Bruno de Segni (4). Para eso hay que abrir los oídos del alma, como dijimos, pero sobre todo el corazón, en especial para reconocer presente y actual la misma celebración eucarística, llamada en la Escritura «fracción del pan»(5), en el curso de la cual podía tener lugar también «la enseñanza de los apóstoles», o su «didachê»(6).

De la presencia del Señor, de la Eucaristía, del mismo Cristo-Evangelio, tomaba Pablo la fuerza de su acción apostólica, con la que se dedicó a edificar la Iglesia como Cuerpo de Cristo, en medio de innúmeras dificultades, persecuciones, envidias, daños y sinsabores que le provocaron incluso algunos que le estaban cerca. Como les decía recientemente en la Carta Pastoral del Año Paulino: “Si Cristo era la fuente de la vida de Pablo y de la acción apostólica que desenvolvía, por ello mismo él supo ver en la Iglesia el «Cuerpo de Cristo» (Cf. Ef 4,4) al que amó y sirvió con todo su ser. Pablo se dedicó a edificar la Iglesia, a fundar y consolidar las comunidades eclesiales que estaban a su cargo (Cf 1Tes 1,2ss). Así, evangelizar y extender la Iglesia llevó lo esencial de la vida de Pablo, como exclama en la carta primera a los Corintios: "Ay de mí si no evangelizara" (1 Cor 9,16). Un evangelizar para nada reducido a un mero anuncio teórico sino centrado en el discipulado, en el conocimiento y vivencia de la Palabra de Dios (Cf. Mt 28,19-20). En esto, en su «pasión por la Iglesia», nunca cesó, incluso durante el aprisionamiento previo a su muerte (…) El Apóstol era Pastor de las Ovejas”. (Véase texto completo en AICA:http://www.aica.org/index2.php?pag=sarlinga080613), n. II: «Ser, pensamiento y acción de San Pablo».

La Virgen estaba en medio de los Apóstoles y fortalecía su Fe, en una Iglesia ya animada por el Espíritu. Juan Pablo II nos transmitió que: «En medio de ellos [de los apóstoles] María era “asidua en la oración” como “madre de Jesús” (cf. Hech 1,13-14), miraban en la fe a “a Jesús, autor de la salvación”(7), era consciente que Jesús era el Hijo de María y que ella era su Madre. La Iglesia miró a María como miró a Jesús a través de María ....(8). Por consiguiente también en medio de Pablo, el cual la contemplaba a la Luz del Cristo que lo deslumbró camino a Damasco, y esto junto con los demás Apóstoles, como lo refiere el Concilio Vaticano II: La Iglesia era asidua en la oración y junto a ella, “la contemplaba a la luz del Verbo hecho hombre” (9), la contemplaban como la Madre de su Señor (Cf Lc 1,42).

Que la ayuda de la Virgen, de su «marianidad» en tanto Madre de la Iglesia, nos haga encontrar el verdadero tesoro de la perla perdida, así como extraer del arcón (como dice la Escritura) una renovación de la Fe, es decir, «cosas nuevas y cosas antiguas» (cf.Mt 13,52), dejando de lado mentiras (después de todo, es la «anti-cualidad» que más caracteriza al demonio, siendo él «padre de la mentira»), así como los egoísmos, envidias, espíritus de estéril capillismo, desesperanzas y misántropos rencores.

Una Fe de nosotros, cristianos, basada y fortalecida en la Fe de la Iglesia, la del Pueblo de Dios, nos hará retomar el rumbo para vivir, en la Luz de Jesús, una sociedad nueva, que es posible, para el que cree, para el que trabaja y pone el hombro, «sin miedo», como nos invitaran tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI al inicio de sus pontificados. ¡Hay tanta gente que ha perdido el sentido de la vida…del verdadero Amor! (¡junto con tanta otra que son estupendos ejemplos de vida cristiana, felicidad en Cristo y un verdadero canto a la esperanza!). Cada uno según su vocación y elección, y en el ambiente en que nos toque, ayudemos a reconstruir, desde la Gracia y con humildad (que es la verdad).

Les recomiendo vivamente la lectura, en clave espiritual y pastoral, (y de aumento de nuestra Fe) del Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI y de todos los documentos del Papa Benedicto XVI en este Año Paulino Universal. Tengamos la grandeza de espíritu de escuchar con humildad, guiados por María, la enseñanza de los Apóstoles. Con la ayuda de Nuestra Madre, la Virgen, en su advocación de Nuestra Señora del Carmen, Patrona de Zárate.

+Oscar D. Sarlinga

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1. Cf. JUAN PABLO II, Enc. Redemptoris Matris, en: Enchiridion Vaticanum, 10. Documenti ufficiali della Santa Sede (1986-1987). Texto oficial y versión italiana en: Edizioni Dehoniane, Bologna [1989], pp.972-973, 974-975.
2. BENEDICTO XVI, Homilía del Santo Padre en la Celebración de las Primeras Vísperas de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo con ocasión de la Inauguración del Año Paulino, Basílica de San Pablo extramuros, Sábado 28 de junio de 2008.
3. PABLO VI, CREDO DEL PUEBLO DE DIOS Solemne Profesión de fe que Pablo VI pronunció el 30 de junio de 1968, al concluir el Año de la fe proclamado con motivo del XlX centenario del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma, n. 4.
4. SAN BRUNO DI SEGNI (+1123), Commentaria in Lucam, parte I, capítulo II (en: PL 165, 355, 356). Haciendo la relación de Hech 1,14 con Lucas 2,19.51, el obispo San Bruno di Segni presenta a los Apóstoles aprendiendo noticias, de parte de María, acerca de los hechos concernientes a la infancia de Jesús.
5. R. GÉRARD, Atti degli Apostoli. Commento esegetico e teologico, Città Nuova [1998], p.166. Las citas bíblicas al respecto son: Lc 24,30.35; Hech 20, 7.11; 1 Cor 10,16; 11,24.
6. Tal como vemos que ocurría con Pablo y los neófitos que estaban junto junto a él (Cf. Hech 20,7-11). Cf Id., Op. cit., p.165: «El término «didachê» (…) incluye el conjunto de la predicación apostólica que se hizo normativa para la entera Iglesia». Cf, a este respecto, Hech 5, 28; 13,12; 17,19. Para comprender mejor la «didachê» hay que tomar en cuenta el verbo «didásko» (enseñar), el cual se hace presente 6 veces en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, en tanto referido a la acción conjunta de aquéllos, (Cf Hech 4,2.18; 5,21.25.28.42), como cinco veces referido a Pablo (Cf Hech 18,11; 20,20; 21,21.28; 28,31), y 2 referido a Pablo y Bernabé juntos (Cf Hech 11,26; 15,35), y una vez en lo que concierne a Apolo (Cf Hech 18,25).
7. CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, 9
8. Cf. JUAN PABLO II, Enc. Redemptoris Matris, en: Enchiridion Vaticanum, 10. Documenti ufficiali della Santa Sede (1986-1987). Texto oficial y versión italiana en: Edizioni Dehoniane, Bologna [1989], pp.972-973, 974-975.
9. CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Lumen gentium, 65.

ENCUENTRO JUDEO-CATÓLICO, EN LA DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA, CON OCASIÓN DEL AÑO PAULINO


Dentro del contexto de las celebraciones y acontecimientos del Año Paulino, este encuentro tuvo lugar el pasado 10 de julio, tal como lo había anunciado Mons. Oscar Sarlinga en su reciente carta pastoral a dicho respecto: “Durante el año realizaremos nuestro encuentro judeo-cristiano con las comunidades de las ciudades de Zárate y de Campana, hermanos con los cuales ya se ha hecho una amistosa tradición el encontrarnos. Tendrá lugar en la recientemente inaugurada sala «Nuestra Señora de Guadalupe» de nuestro Obispado (… con el tema: «San Pablo y la ética de Occidente»)” (Véase texto completo en AICA: http://www.aica.org/index2.php?pag=sarlinga080613). A dicho acto, en efecto, concurrieron las Sociedades Israelitas de las ciudades de Zárate y Campana, además de numerosos fieles católicos. Se contó con la adhesión de otras confesiones y comunidades cristianas.


I
EL ENCUENTRO CON LAS SOCIEDADES ISRAELITAS EN EL AULA «NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE» DEL OBISPADO

En un clima de fructífero diálogo, entendimiento mutuo y fraternidad, teniendo ante los ojos la imagen del Apóstol San Pablo (hecha pintar expresamente para el Año Paulino, y que será una de las dos que recorrerá las parroquias), judíos, católicos e incluso algunos participantes que declararon no profesar religión o no practicarla, se efectuó este encuentro en el salón auditorio de «Ntra. Sra. de Guadalupe» en las mismas dependencias del Obispado, de resultas del seguimiento de las pautas dadas por el mismo Santo Padre Benedicto XVI, en la proclamación del Año Paulino Jubilar, (el 25 de enero del 2007), en la cual indicó que se tenga en cuenta una profundización del diálogo ecuménico e interreligioso.

Se encontraron presentes los referentes de ambas Sociedades Israelitas de la zona, a saber, Don Rudy Wessolovsky y Sra. (de la ciudad de Zárate) y la Sra. Mirta Lubel de Atlansovich (de la ciudad de Campana), acompañados de otros miembros de las mismas. El acto fue organizado bajo la coordinación de la Comisión Diocesana de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso que preside el mismo señor Obispo, y en él colaboraron la asociación privada de fieles «Amigos de Santa Brígida de Suecia» y el movimiento «Comunión y Liberación» con una participación que colmó el vasto auditorio, recientemente inaugurado. En representación del Municipio de Campana se hizo presente el Secretario de Cultura, Lic. Oscar Trujillo, y se contó con la apoyatura de los medios de televisión, prensa y periodísticos locales, así como con la adhesión del Rabino Dr. Adrián Herbst, antiguo rector del Seminario Rabínico Latinoamericano y otras entidades israelitas zonales.

Acompañaron al señor Obispo Oscar Sarlinga los monseñores Edgardo Galuppo, Santiago Herrera, y Ariel Pérez, como los PP. Néstor Daniel Villa, Mauricio Aracena y Jaime Burmeister. El Pbro. Dr. Nestor Villa, moderador de la Comisión, dio instructivas explicaciones con el «power point» con el que comenzó el encuentro. En el mismo se mostraron imágenes de la vida judía, tales como el Muro de los Lamentos en la fiesta de «Sukkot», así como niños judíos aprendiendo las letras y la Biblia en el «jeder» (o estuches preciosos de la Torah, procedente de las comunidades judías de Persia, Irak y Turquía del siglo XVIII), una ceremonia de la circuncisión entre judíos ortodoxos, así como otros grabados de época y la maqueta del Templo de Jerusalén, tomados todos de colecciones del «Museo Judío de la Diáspora» y del Museo Wolfson.

Muy emotivas resultaron a todos los concurrentes las imágenes del Santo Padre Juan Pablo II con el Rabino Jefe de Roma, Elio Toaff (1987), en el Muro de los Lamentos y en el Monte Sinaí (en el Jubileo del 2000). Una cortina musical de Vivaldi y Gabrielli sostuvo la presentación a la que subsiguieron imágenes de San Pablo (del Caravaggio, en «La Conversión de San Pablo» y El Greco, así como una xilografía de autor anónimo contemporáneo que muestra al Apóstol de las Gentes encadenado y rodeado de una multitud que mira al cielo). Se prosiguió con los croquis de los viajes apostólicos de San Pablo, que culminan con su llegada a Roma, corazón del Imperio y lugar de su martirio.

II
EL PENSAMIENTO DE PABLO Y LA ÉTICA DE OCCIDENTE

A continuación, el Pbro. Dr. Nestor Villa señaló la incidencia de Pablo como eslabón entre el mundo judío y el cristiano en la coyuntura de la cultura griega y el derecho romano como base de la ética pública de Occidente, la vigencia del respeto a la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, sujeto de derechos cuyo eje lo constituye la libertad religiosa, y la necesidad de recuperar esos valores para una posmodernidad que no sea una simple cadena de medios sin trascendencia, sino que se inspire en el respeto de toda persona humana y el estado de derecho.

Al tomar la palabra el Sr. Obispo Sarlinga, comenzó con la lectura del Discuso de Pablo, de los Hechos de los Apóstoles (Hech 22, 1-16), en el que el mismo Pablo narra su conversión, al ser honrado con la aparición del Señor Resucitado, lo cual lo hizo «vaso de elección» como Apóstol, por el mismo Señor («Kýrios», «Adonai») glorioso. El Obispo recalcó que Pablo “(…) se sintió siempre judío y que para él el cristianismo era su plenitud en Cristo Señor”. A continuación explicó algunos trazos del cuerpo doctrinal paulino, y se centró en la Carta a los Romanos, exponiendo que en tiempo de Pablo existía una importante comunidad cristiana en la ciudad de Roma, cuya mayoría era de origen pagano y en parte no pequeña de origen judío, “(…) razón por la cual, para el «judío» Apóstol de los paganos, eso era fundamental, y por ello les dirigió a los Romanos esa especie de «carta circular», de gran envergadura doctrinal y pastoral, que constituye como una síntesis y recapitulación de los temas claves de su predicación, cuyo núcleo es la Buena Noticia de salvación (Cf Rom 2,16; 16,25)”.

Puesto que la salvación por la fe en Jesucristo, muerto y resucitado y ofrecida a toda la humanidad sin discriminación, así como la justicia y la justificación, son temas fundamentales de la Carta, el Obispo manifestó que “(…) hay que entenderla como la base de nuestra concepción judeocristiana de la moral y la justicia”.

Refiriéndose luego a la justicia como virtud cristiana, y ya avanzando en los temas, dijo que aquélla “(…) posee un sentido más profundo, así como un especialísimo lugar, que es diferente del que ocupaba antes en el sistema pre-cristiano de las virtudes, puesto que en tanto virtud cristiana, es fundamental, y es iluminada con el resplandor de las virtudes teologales, a cuyo servicio se encuentra, y en particular es iluminada por la virtud sobreeminente de la caridad”. Expresó también que esto último debía ser considerado “(…) un pilar fundamental de la ética de Occidente, entendido éste último como una concepción de vida y no en un sentido meramente político-económico limitado por fronteras”.

A ese respecto, y deseando atraer la atención también sobre el aporte del Oriente, Mons. Sarlinga hizo incluso una alusión a la ética de Confucio, y mencionó que este último coloca entre las principales virtudes a la «benevolencia», la cual concibe como la buena disposición del ánimo para con el prójimo y la sociedad, citando del sabio chino: "La ventaja que el cielo concedió a los sabios son las virtudes de benevolencia, justicia, cortesía y prudencia. Radican en el corazón, irradian en el rostro, se muestran en el porte del cuerpo y de todos los miembros". Mencionó Monseñor que podríamos encontrar allí una base de una ética verdaderamente personalista, no lejana de la concepción bíblica.

Por último, luego de hacer alusión a la virtud de la justicia en San Agustín, en Santo Tomás de Aquino y en otros pensadores cristianos, el Obispo se refirió al concepto de justicia social, que está explícitamente mencionado en la Encíclica «Quadragesimo anno» — 1931 — donde aparece “(…) como una especie de virtud cuya finalidad especial no radica tanto en apuntar a proteger derechos circunscritos por leyes, sino más bien los derechos naturales de la sociedad y de sus miembros, comenzando por el inalienable derecho a la vida”.

A este respecto, hizo alusión Monseñor Sarlinga a la figura “(…) del gran Papa Pío XI, autor de dicha Encíclica, quien también, por lo demás, condenó el nazismo en su célebre «Mit brennender Sorge», a quien por ello le tributamos honra y honor, recordando que con oportunidad de la visita de Adolf Hitler a Roma, el Papa se retiró de la Urbe –yéndose a Castelgandolfo-, según se dice, «para no ver flamear en Roma una cruz opuesta a la Cruz de Cristo»”. Y esta actitud papal, acotó, “ (…) tenemos que valorarla conforme a las circunstancias de ése momento y a la luz de los peligros a los que se exponía al tomar una resolución tan valiente, circunstancias ésas que no pueden juzgarse en paridad con las nuestras de hoy, más de medio siglo después, razón por la cual es justo que procuremos ver lo que el Magisterio y la acción pontificias significaron, cual una gran luz en plena época del oscuro auge de dicho totalitarismo”.

A continuación, luego de referirse a los documentos conciliares «Gaudium et Spes», y «Nostra aetate» y al pensamiento y acción de los Papas Pablo VI y Juan Pablo II, el Sr. Obispo destacó, por fin, la importancia que otorga al diálogo interreligioso el Santo Padre Benedicto XVI, destacando en particular, refiriéndose al judaísmo, su discurso en la Sinagoga de Colonia (Alemania).

Mención especial fue hecha del espíritu ecuménico y de genuino diálogo interreligioso del Santo Padre, por la armonía y el trabajo común de las religiones, en pro de la paz del mundo, haciendo aquí referencia al diálogo fecundo con el Islam, y recordando el viaje apostólico del Papa a Turquía.

Luego de la exposición de Monseñor Sarlinga, quien agradeció sentidamente el buen clima, la mutua estima y el respeto de la concurrencia, en particular de las Sociedades Israelitas, siguió un ameno intercambio y concluyó el acto, no sin antes ser tomadas algunas fotografías junto al cuadro de San Pablo, al que nuestros «hermanos mayores» (como los llamara Juan Pablo II) llamaron afectuosamente «Saulo».

III
ANTECEDENTES DEL ENCUENTRO E HITOS DEL DIÁLOGO JUDEO-CRISTIANO EN ZÁRATE-CAMPANA

El encuentro antemencionado y sus frutos de paz, lejos de consistir en un episodio aislado, significan un eslabón escalonado en una ya profusa actividad de estima y diálogo entre las sociedades israelitas y la Iglesia católica, en un marco de fraterno dialogo interreligioso y convivialidad (promovido por la Comisión Diocesana de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso, creada en 2006), de lo cual señalamos a manera de síntesis:

Encuentro de Monseñor Sarlinga, en la ciudad de Campana, con 38 jóvenes de la Comunidad «Bet Hillel» de Buernos Aires (el 28 de octubre de 2006), quienes vinieran a compartir el «Shabat» con la comunidad judía local. El señor obispo les recibió en los salones de la Curia y se mantuvo un rico diálogo y fructuoso intercambio entre ellos, en los cuales se halló presente el Pbro. Dr. Néstor Daniel Villa, junto con el referente del grupo hebreo, Martín Yafe, quien luego escribió una conmovedora carta al señor Obispo agradeciendo el encuentro, y que fuera publicada en el Anuario 2006 de «Santa Brígida de Suecia, Profeta del IIIer. Milenio» (págs. 53 y ss.).

Asimismo, el Moderador I de la Comisión diocesana, Pbro. Dr. Villa, disertó el 11 de noviembre de 2006, en la Biblioteca Municipal de Campana sobre «Identidad Nacional, Pluralismo Cultural y Diálogo Interreligioso», evento al que concurrieron representantes de la comunidad judía. Finalizado el acto se realizó un homenaje a las víctimas y un desagravio por la «Kristallnacht», cuando el 8 de noviembre de 1933 todas las sinagogas de la Alemania nazi fueron profanadas.

El 21 de diciembre de 2006, el «Foro Cultural Campana», del Movimiento «Comunión y Liberación» presentó en el auditorio del «Plaza Hotel» al Rabino Sergio Bergman, quien disertó sobre «Diálogo Interreligioso y madura convivencia cívica». Saludó cordialmente al disertante Monseñor Oscar Sarlinga, con un breve discurso inicial, y participaron del acto los Pbros. Claudio Caruso y Néstor Villa, junto con numerosos fieles católicos y de otras confesiones.

El 28 de abril de 2007, tuvo lugar la conferencia interreligiosa: «Diálogo Interreligioso y ejercicio de las virtudes cívicas» en el «Highland Park», de Pilar, oportunidad en la cual disertaron S.E. Mons. Oscar Sarlinga, el Profesor Abraham Schwartz y el Lic. Omar Abboud (islámico), de la misma manera, en un clima fraterno y de diálogo abierto.

El 8 de mayo de 2007, la asociación «Docentes Católicos de Campana», conducidos por el Pbro. Dr. Néstor Villa, visitó la Sinagoga «CMI-Emmanuel» en el barrio porteño de Belgrano, habiendo sido recibidos por la Comisión Administrativa, y habiendo participado de una charla por el seminarista Rev. Joni Shalom. Seguidamente realizaron un homenaje a las víctimas de la Shoá. El Sem. Joni Shalom envió nota de agradecimiento al señor Obispo de Zárate-Campana por el gesto de la asociación mencionada.

El 22 de septiembre de 2007, Delegado por el señor Obispo, el Pbro Dr. Néstor Daniel Villa asistió al servicio de clausura del «Yom Kippur» en el centro cultural de la Sociedad Israelita de Campana. Cabe destacar que tanto el señor Obispo como el P. Villa han saludado anualmente a la sociedad israelita tanto para «Pésaj» como para «Rosh´ ashná» y «Yom Kippur».

El 8 de octubre de 2007, en el Aniversario de la Dedicación del Templo catedralicio (de Santa Florentina, en Campana) una nutrida representación de la sociedad israelita asistió con ocasión de la bendición de la primera estatua de Santa Brígida de Suecia, obra del artista Curuchet, que se encuentra entronizada en la iglesia criptal.

El 8 de diciembre de 2007, día de la Inmaculada Concepción, nuevamente una importante representación de la Sociedad Israelita concurrió a la bendición de las obras nuevas en la iglesia criptal de los Santos Padres Hispanos (los Santos Obispos Leandro, Isidoro y Fulgencio) en la iglesia catedral.

El 9 de diciembre de 2007, en los muros externos de la iglesia cuasiparroquial de Nuestra Señora de Luján y SS. Apóstoles Pedro y Pablo, se descubre una lápida conmemorativa de la visita a ese – por entonces- centro misional, de la pionera del diálogo judeo-cristiano Ruth Gesang de Sandler (Z’L’) invitada por el ahora moderador I de la Comisión Diocesana de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso P. Dr. Néstor Daniel Villa. Luego de la misa, Saúl y Dora Tebovich y otros representantes de la sociedad israelita descubrieron la placa en presencia del P. Joaquín Ocampo (cuasipárroco) y del P. Néstor Daniel Villa y la feligresía parroquial.

En mayo de 2008, Mons. Oscar Sarlinga y Monseñor Santiago Herrera, pro-vicario general, asistieron en la ciudad de Zárate al acto conmemorativo del Levantamiento del Ghetto de Varsovia, habiéndosele gentilmente requerido la palabra al Sr. Obispo al final del acto (y de la proyección de un conmovedor film de sobrevivientes del exterminio), todo lo cual agradeció vivamente, poniendo de relieve en esa oportunidad su visita a dicho Ghetto y el encuentro con representantes del judaísmo en su viaje a Polonia, en 2004.

lunes, 7 de julio de 2008

FIESTAS PATRONALES DE LA CATEDRAL SANTA FLORENTINA, CAMPANA

El domingo 6 del corriente fueron celebradas las festividades de Santa Florentina, virgen, patrona de la ciudad y partido de Campana y de la iglesia catedral que lleva su nombre. La Santa Misa fue presidida por Mons. Oscar D. Sarlinga, y transmitida en directo por la radio y la televisión. Concelebró con el Obispo el Pbro. Walberto Morales, y de la celebración participaron la Sra. Intendenta Municipal, Doña Stella Maris Giroldi, autoridades municipales y de las fuerzas de seguridad. Durante la homilía, Mons. Sarlinga hizo alusión a la España visigótica del siglo VI, y a la importancia de los monasterios fundados por Santa Florentina para la transmisión de la cultura, la ciencia y hasta la conciencia cívica de la época, recogiendo todos los tesoros de la Antigüedad clásica y la transformación que significó el cristianismo. Hizo también referencia a los hermanos de la Santa, los Obispos San Isidoro, Arzobispo de Sevilla, San Leandro y San Fulgencio, luminarias de su época. En el panel pictórico de la iglesia criptal, inaugurada el 8 de diciembre del pasado año, son representados los Santos Obispos, Padres de la Iglesia hispana, en un contexto de paisaje de la región que actualmente ocupa la diócesis, con la Basílica de Luján y la imagen de la Ssma. Virgen sugerida al fondo y arriba. Se refirió también Mons. Oscar a la relación entre la secularidad y la vida espiritual, y cómo el Espíritu, que todo lo puede y todo lo penetra, es el que guía a la Iglesia y a la humanidad hacia la plena transformación en Cristo, quien nos ha redimido, como verdadero Dios y verdadero Hombre.

martes, 1 de julio de 2008

INICIO DEL AÑO PAULINO EN NUESTRA DIÓCESIS

INICIO DEL AÑO PAULINO EN LA EUCARISTÍA CELEBRADA EN LA CUASI-PARROQUIA DE NTRA. SRA. DE LUJÁN Y DE LOS SANTOS APÓSTOLES PEDRO Y PABLO, EN LA CIUDAD DE CAMPANA

Tal como se había anunciado en la carta pastoral de Mons. Sarlinga (fechada el 13 de junio ppdo.), el Obispo abrió solemnemente el Año Paulino universal, en comunión con el Santo Padre Benedicto XVI y con toda la Iglesia, en la cuasi-parroquia de Ntra. Sra. de Luján y de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, confiada al cuidado pastoral de los Discípulos de Jesús y de San Juan Bautista, cuyo cuasi-párroco es el P. Joaquín Ocampo. En la homilía, Mons. Sarlinga destacó la importancia comunional y misional de la convocación del Año Paulino por parte del Santo Padre, así como lo fundamental de promover la evangelización. Recordó que ese centro pastoral nació con la Gran Misión de Campana, en el año 1979, convocada por Mons. Mario Espósito Castro (cuando ese lugar era conocido como “El centro n. 6”) y que luego fue centrándose como lugar de evangelización y de culto, primero con la capilla de Ntra. Sra. de Luján, y luego con los salones de catequesis y la casa parroquial. En 2007 el Obispo O. Sarlinga le agregó el título de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, dotándola de dos estupendas y artísticas imágenes que habían sido donadas por el Pbro. Dr. Néstor Villa al entonces seminario de Campana (cerrado en 2001).

Al concluir su homilía, Monseñor Oscar dijo que teníamos que tener siempre presente, en las luchas y cansancios que mantenemos en esta vida presente, esa afirmación de San Pablo que nos anima a no bajar los brazos: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Fil, 4,13), basando nuestra entera confianza en Dios y en su acción providente en nuestras vidas. Todo “poder”, afirmó, tiene consistencia “sólo si se asienta en el Amor de Dios”, razón por la cual, acotó, “nos conforta siempre el Señor si permanecemos en su Amor”, conforme a la exhortación de Jesús, en el evangelio de Juan: “Permanezcan en mi Amor (Jn 15,9)”.

La cuasi-parroquia estrenó la pila bautismal, en mármol travertino, que el Sr. Obispo donó para el templo.

Durante la celebración de la eucaristía, el Obispo administró el bautismo a una joven, y la confirmación a varios jóvenes y adultos, que habían venido preparándose durante el debido tiempo en la cuasi-parroquia.

El templo (formado en principio en forma de galpón, y que fuera con el tiempo reconstruyéndose y hermoseándose) fue colmado de fieles, y hubo una especial delegación del Movimiento obrero. Concelebraron con el Obispo el vicario general, Mons. Galuppo, el pro-vicario general, Mons. Santiago E. Herrera, junto con Mons. Marcelo Monteagudo, el P. Joaquín Ocampo (cuasi-párroco), el Pbro. Dr. Néstor Villa, el Pbro. Mauricio Aracena y el P. Federico Labarra, de los Rogacionistas.

viernes, 27 de junio de 2008

INICIO DEL AÑO PAULINO EN NUESTRA DIÓCESIS

Tal como nos lo ha dicho nuestro Obispo Monseñor Oscar Sarlinga en su reciente carta pastoral del 13 de junio (ver obispadozaratecampana.com.ar) acerca de la inauguración del Año Paulino en nuestra diócesis, ésta tendrá lugar en la cuasi-parroquia de Nuestra Señora de Luján y los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, de la ciudad de Campana, el sábado 22 del corriente, a las 19. Con oportunidad de la Eucaristía, el Sr. Obispos bautizará y confirmará un grupo de adultos de esa jurisdicción eclesiástica y bendecirá, asimismo, la nueva pila bautismal.
Mons. Oscar Sarlinga ha pedido a los curas párrocos y a todos los sacerdotes que anuncien de modo manifiesto el inicio del Año paulino universal en sus respectivas parroquias, dando a esas celebraciones una solemnidad especial.
También pueden escoger algunos párrafos de la carta pastoral para hacer referencia a la feligresía, o bien tomar el resumen que realizó la Agencia Fides, de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, del Vaticano (cuyo texto se incluye a continuación). Acerca de los lugares y días para ganar las Indulgencias, además de los establecidos por el Santo Padre, el Obispo ha designado a aquéllos que se explicitan en la mencionada carta pastoral.
Al mismo tiempo, el Sr. Obispo recuerda que el Santo Padre ha pedido que durante el Año Paulino se trabaje de modo particular e intenso por el ecumenismo, tal como lo entiende la Iglesia, y asimismo Monseñor solicita a los curas párrocos y sacerdotes tengan a bien exhortar a los fieles católicos a la generosidad en la COLECTA POR LAS OBRAS DE CARIDAD DEL SANTO PADRE, u "ÓBOLO DE SAN PEDRO", a realizarse el fin de semana del 28 y 29 de junio, en todas las iglesias de la diócesis, con esa finalidad. Esto significa que también las iglesias no parroquiales, donde se haga la colecta, deben ser destinadas a dicho fin, que es de la Iglesia Universal.
La basílica ostiense, popularmente llamada de San Pablo Extramuros, donde se veneran las reliquias del Apóstol de las gentes, acoge el sábado 28 de junio, a partir de las 6 de la tarde, la celebración litúrgicas de vísperas con la cual quedará abierto el Año Jubilar Paulino 2008-2009, en conmemoración del segundo milenario del nacimiento de apóstol Pablo. El Papa Benedicto XVI presidirá la celebración y al día siguiente hará lo propio con una Eucaristía en la basílica de San Pedro.
El patriarca ecuménico de Constantinopla y primado de la Iglesia ortodoxa, Bartolomé I, asistirá al acto, en un gesto de indudable calado ecuménico. Precisamente, el ecumenismo es una de las dimensiones que el Año Paulino pretende revitalizar.
La solemnidad litúrgica de los santos apóstoles Pedro y Pablo es el día 29 de junio, este año domingo. Es también el Día del Papa y de la colecta del Óbolo de San Pedro para obras de caridad de su sucesor. Litúrgicamente, las fiestas comienzan con el rezo de las primeras vísperas, como sucederá el día 28. (ECCLESIA DIGITAL)
Con respecto a la "imagen peregrina" de San Pablo, junto a la que se encuentra en el colegio homónimo (de la ciudad de Zárate),a los fines de encuentros de oración y otros encuentros pastorales durante el Año Paulino, los curas párrocos podrán solicitar también al Obispado la nueva imagen de San Pablo la cual fue encargada por el Sr. Obispo, cuyas fotografías pueden verse a continuación, y que será bendecida el día 28 de junio, al finalizar la ordenación diaconal cuya noticia sigue a ésta.

AMERICA/ARGENTINA - Obispo de Zárate-Campana: "el Año Paulino es un tiempo propicio para confirmar en la fe, crecer en el testimonio de vida y afianzar la pertenencia a la Iglesia"

Zárate-Campana (Agencia Fides) - Mons. Oscar Domingo Sarlinga, Obispo de la diócesis de Zárate-Campana (Argentina) ha escrito una Carta Pastoral con motivo del inicio del Año paulino el próximo 28 de junio, que considera como "una oportunidad de reavivar nosotros la gracia de la unidad y de la evangelización".
Según explica Mons. Sarlinga "el objetivo del Año Paulino es profundizador y evangelizador, esto es, además de ser tiempo propicio para dar a conocer más y mejor la persona, ser, obra y acción del "Apóstol de las Gentes", lo es sobre todo para invitar a todos los creyentes en Cristo y a los hombres de buena voluntad a profundizar en el inspirado paulino mensaje de vida en Cristo, el mensaje de Salvación. Lo es para dejarnos hacer por Dios y su gracia, para producir una eclosión de fe, esperanza y caridad (sin olvidar la dimensión social de ésta, la solidaridad), en un mundo que tanto necesita de estas virtudes".
Así mismo es una ocasión propicia "para que reflexionemos en la relación esencial entre justicia y caridad, virtudes inseparables", pues no existe caridad sin justicia. Por tanto, recuerda el Obispo que este año de gracia 2008-2009 consistirá ante todo en un ponerse en la vía de «Jesús-Camino», siendo así "una ocasión privilegiada para la pastoral" para todos los agentes de la misma sacerdotes, religiosos o laicos, "con el fin de profundizar en el pensamiento de San Pablo y en la obra de la gracia en él" y "promover la lectura espiritual y los estudios acerca de las Cartas, paulinas", la cuales ayudarán a confirmar en la fe, crecer en el testimonio de vida de 'hijos de la luz' y afianzar la pertenencia a la Iglesia'. "Ello nos afianzará, al mismo tiempo – continua el Obispo en su Carta Pastoral - en nuestra misión como evangelizadores y en nuestro empeño por un ecumenismo verdadero y por un fructífero diálogo interreligioso, en la Justicia y en la Paz, en apertura amorosa al Espíritu del Señor".
A continuación presenta el Obispo el ser, pensamiento y acción de san Pablo destacando ante todo como su éxito en el apostolado "dependió sobre todo de un empeño personal en anunciar el Evangelio con total y valiente dedicación a Cristo, sin reparar en dificultades y peligros".
Y destaca así mismo su intima relación con Pedro, "la 'piedra' sobre la cual el Señor quiso edificar su Iglesia".

Concluye la Carta Pastoral señalando las principales celebraciones y actividades de la diócesis durante este Año Jubilar así como las iglesias y los días en que se podrá lucrar las indulgencias concedidas por el Santo Padre para el Año Paulino. El Obispo abrirá el Año Paulino el 28 de junio por la tarde en la única iglesia de la diócesis (creada en 2007) que tiene el 'título de los Apóstoles': la parroquia de Nuestra Señora de Luján y de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, en la ciudad de Campana. La celebración de apertura se completará al día siguiente, el 29, con la consagración e inauguración de la nueva iglesia de peregrinos, dedicada a San José. Así mismo durante el año se realizaran diversos encuentros de oración, conferencias, actos, en algunos decanatos y el tradicional encuentro judeo-cristiano con las comunidades de las ciudades de Zárate y de Campana. Sin olvidar la misión joven que se realzará en Belén de Escobar en el mes de septiembre y estará especialmente impregnada del espíritu paulino. (RG)
(Agencia Fides 23/6/2008)

domingo, 15 de junio de 2008

AÑO PAULINO UNIVERSAL EN LA DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA

Carta Pastoral del Obispo Monseñor Oscar Sarlinga, con motivo del Año PAULINO

I. PROCLAMACIÓN DEL AÑO PAULINO UNIVERSAL, EN LA VÍA DE «JESÚS-CAMINO»

El Santo Padre nos ha dado una gran alegría y una oportunidad de reavivar en nosotros la gracia de la unidad y de la evangelización. Así pues, en la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma, el 28 de junio de 2007, durante la celebración de las primeras vísperas de la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, el Papa Benedicto XVI ha convocado a toda la Iglesia al Año Jubilar Paulino[1], el cual tendrá lugar desde el 28 de junio de 2008 al 29 de junio de 2009, con motivo del bimilenario del nacimiento del Apóstol Pablo.

El nacimiento de Saulo, en efecto, que según los historiadores se sitúa entre el año 7 y el año 10 de nuestra era, marca un acontecimiento providencial en lo profundo eclesial, puesto que Pablo, una vez convertido a Jesucristo, se transformó en «Apóstol de las Naciones» y extensor de la Iglesia peregrina, llamada a testimoniar a Jesucristo ante todos los pueblos.

Porque, habiendo sido celante cumplidor de la Ley, según la interpretación que efectuaba, y creyendo de verdad actuar según los preceptos de aquélla, Saulo, el perseguidor, pidió licencias para ir en búsqueda de los discípulos de Cristo, en Damasco, con la finalidad de apresarlos (cf. Hech 9, 2). Pero el acontecimiento que irrumpió él no podía preverlo: era su nuevo nacimiento, el ser nuevo que se hacía presente.

En el camino, por la acción del Espíritu Santo, experimentó un decisivo encuentro con Cristo, quien lo convirtió en un Enviado para propagar Su Evangelio en medio de los paganos (cf. Hech 9,3ss). De hecho, la fiesta de la «conversión» de San Pablo nos habla de este «vaso de elección» escogido por Dios para serle "testigo ante todos los hombres" (Hech 22,15). Testigo con una visión y anhelo universal, como la Iglesia misma, «…necesaria para la Salvación»[2], la cual, desde el día de Pentecostés, ha manifestado la universalidad de su misión, que es, a la vez que asumiente de las insondables riquezas de la humanidad[3].

Por eso, hermanos y hermanas de esta diócesis, el objetivo del Año Paulino es profundizador y evangelizador, esto es, además de ser tiempo propicio para dar a conocer más y mejor la persona, ser, obra y acción del «Apóstol de las Gentes», lo es sobre todo para invitar a todos los creyentes en Cristo y a los hombres de buena voluntad a profundizar en el inspirado paulino mensaje de vida en Cristo, el mensaje de Salvación. Lo es para dejarnos hacer por Dios y su gracia, para producir una eclosión de fe, esperanza y caridad (sin olvidar la dimensión social de ésta, la solidaridad), en un mundo que tanto necesita de estas virtudes.

Este tiempo de gracia es ocasión propicia también para que reflexionemos en la relación esencial entre justicia y caridad, virtudes inseparables, tema al cual el Papa le ha dedicado una especial consideración en la segunda parte de su Encíclica «Deus Caritas est»[4]. No existe caridad sin justicia. Al mismo tiempo, el cristiano está llamado a buscar siempre la justicia, llevando dentro de sí el impulso superador que proviene del Armor, que supone la justicia y la trasciende. Reaprender a ser justos, a compartir, a crear condiciones de justicia y paz, implica abrir el corazón a Dios y a los hermanos. Que sea éste un tiempo en que podamos ver cómo la fe abre puertas extraordinarias al trabajo por un orden justo en la sociedad, a una «caridad social» rectamente entendida y aplicada, y en particular en lo referente a los fieles laicos, en la participación personal en la vida pública, cooperando con los demás ciudadanos[5].

De tal modo, el Año paulino proclamado por Benedicto XVI tiene mucho de aquella exhortación a la transformación en el Amor y a la «nueva imaginación de la caridad» a la que nos llamara Juan Pablo II en Novo Millenio ineunte, ese gran programa pastoral para el IIIer. Milenio..

Desde esta perspectiva, este año de gracia 2008-2009 viene a consistir para nosotros en un ponernos en la vía de «Jesús-Camino», con la significación, por ende, de ser ocasión privilegiada para la pastoral, para todos los agentes de ésta, sean los curas párrocos y sus colaboradores, los catequistas, religiosos y religiosas, laicos y laicas comprometidos, con el fin de profundizar en el pensamiento de San Pablo y en la obra de la gracia en él, de promover la lectura espiritual y los estudios acerca de las Cartas, paulinas, las cuales, en y desde el Espíritu, nos confirmarán en la fe, haciendo que podamos cada día crecer en el testimonio de vida de «hijos de la luz» (cf. Ef. 5,8), afianzándonos también en nuestra «cordial pertenencia a la Iglesia» (sabiendo que «cordial» proviene de «corazón», y apartando de nosotros toda dañosa división). Ello nos afianzará, al mismo tiempo, en nuestra misión como evangelizadores y en nuestro empeño por un ecumenismo verdadero y por un fructífero diálogo interreligioso, en la Justicia y en la Paz, en apertura amorosa al Espíritu del Señor.

Es ese mismo Espíritu el que " (…) nos identifica con Jesús-Camino, abriéndonos al misterio de salvación para que seamos hijos del Padre y hermanos unos de otros; nos identifica con Jesús-Verdad, enseñándonos a renunciar a nuestras mentiras y propias ambiciones, y nos identifica con Jesús-Vida, permitiéndonos abrazar su plan de amor y entregarnos para que todos tengan vida en Él" [6], como nos lo refiere el Documento de Aparecida. Parece como un resumen del apostolado de Pablo.

II. SER, PENSAMIENTO Y ACCIÓN DE SAN PABLO

La conciencia psicológica y moral de Pablo como Apóstol de Jesucristo es manifiesta en su pensamiento, tal como lo expresa en algunos de sus escritos (como por ejemplo en Rom 1,1). Dicha conciencia parte de un Llamado (como lo expresa en Rom 1,1: “siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación”) el cual selló su misma existencia, para anunciar el evangelio. Este anuncio manifestaba «la razón de su vida», pues no era otra cosa que la expresión de su total conversión a Jesucristo y su total reconocimiento de Él como Mesías y Señor. Es lo que podemos llamar el «Cristo-centramiento» de San Pablo, a partir de la centralidad de Cristo Señor, el Cual tomó su entera vida, al punto que así lo exclama en la carta a los Gálatas: "No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí" (2,20).

La conciencia psicológica y moral a la que nos referimos era tanto más clara cuanto que Pablo, elegido “para anunciar el evangelio de Dios”, no poseía una presencia significativa y, según parece, su palabra (pienso que en el sentido de elocuencia o retórica) era considerada «despreciable» para sus adversarios.

El Papa Benedicto no duda en afirmar que el éxito del apostolado paulino dependió sobre todo de un empeño personal en anunciar el Evangelio con total y valiente «dedicación» a Cristo, sin reparar en dificultades y peligros[7], a imagen de cómo era, por otro lado, la vida de los XII Apóstoles, quienes, «movidos por el Espíritu Santo, invitaban a todos a cambiar de vida, a convertirse y a recibir el bautismo»[8], en una predicación también riesgosa y en nada exenta de contradicciones de parte del ambiente. El servicio evangelizador de Pablo se caracteriza por la santa insistencia en la «conversión» («metánoia») exigida por la fe en Jesucristo, conversión que lleva a revestirse de Él y a caminar en la novedad de vida en el Espíritu (a la cual se refiere en el capítulo 8 de la Carta a los Romanos).

Pablo anunció con valentía («parresía»), y sin temor al rechazo o al desentendimiento, que es la Cruz de Jesucristo posee valor salvador y que es Su gloriosa resurrección la que nos da la «novedad» perpetua del cristianismo, la religión de una vida nueva, la del Amor (cf. Rom 6,4), ese Amor que derriba los muros del odio y de la división y hermana a los seres humanos, hechos «creaturas nuevas» (cf. Efes 2,14), liberados (Cf. Gal 5,1) e iluminados por Jesús (cf. Efes 5,8) en el Espíritu. Así, el Apóstol exhortaba a todos a no tener miedo en el cumplimiento del ministerio eclesial, basado en que el Señor no ha dado a sus discípulos un espíritu de «timidez» -y menos todavía de pusilanimidad- (Cf 2 Tim 1,7), y fundado en la convicción de que la gracia de Cristo siempre nos acompaña, incluso en medio de las fatigas y cansancios (Cf 1 Cor 15,10).

Si Cristo era la fuente de la vida de Pablo y de la acción apostólica que desenvolvía, por ello mismo él supo ver en la Iglesia el «Cuerpo de Cristo» (Cf. Ef 4,4) al que amó y sirvió con todo su ser. Pablo se dedicó a edificar la Iglesia, a fundar y consolidar las comunidades eclesiales que estaban a su cargo (Cf 1Tes 1,2ss). En la Iglesia, todos los miembros están unidos por la gracia del bautismo y animados por la fuerza del Espíritu Santo. Así, evangelizar y extender la Iglesia llevó lo esencial de la vida de Pablo, como exclama en la carta primera a los Corintios: "Ay de mí si no evangelizara" (1 Cor 9,16). Un evangelizar para nada reducido a un mero anuncio teórico sino centrado en el discipulado, en el conocimiento y vivencia de la Palabra de Dios (Cf. Mt 28,19-20). En esto, en su «pasión por la Iglesia», nunca cesó, incluso durante el aprisionamiento previo a su muerte (cuando estaba en custodia pública como delincuente común), habiendo proseguido en interesarse personalmente por la marcha de las iglesias y el apostolado (Cf 2 Tim 4,11). El Apóstol era Pastor de las Ovejas.

Por fin, al final de su vida en esta tierra, aproximadamente en el otoño del 66, como dijimos, nuevamente prisionero en Roma (Cf 2 Tim 4,9.21), sufrió una expeditiva condena condena capital de resultas de la cual fue decapitado, según la tradición, junto a Tre Fontane (Acquae Salviae), probablemente en el año 67. Combatió el buen combate, conservó y nos dejó la fe.

III. LA UNION DE PEDRO Y PABLO

A riesgo de alargar un poco estas páginas, deseo también atraer la atención de ustedes sobre la unión inseparable de la misión paulina respecto de la misión petrina. La misión de Pablo es indivisible de la misión de Pedro, la «piedra» sobre la cual el Señor quiso edificar su Iglesia. En este IIIer. Milenio que hemos iniciado, el mensaje de Pedro y Pablo es más actual que nunca. Ambos Apóstoles son inseparables en su ser y en su acción. Nuestros oídos siguen escuchando la voz de la invitación que Pedro, junto con su hermano Andrés y con los primeros discípulos, escuchó de Jescristo mismo: «rema mar adentro, y echen sus redes para pescar» (Lc 5, 4)[9]. Ha sido la invitación que en el la carta apostólica «Novo Millenio ineunte» nos dirigiera el Papa Juan Pablo II, como incentivo para el proyecto pastoral en el tercer Milenio de la era cristiana, tal como lo indicáramos más arriba.

Pedro, después de la pesca milagrosa, recibió el anuncio de su vocación y elección: se convertiría en «pescador de hombres» (Lc 5, 10). Pablo, que recibe su elección y misión camino a Damasco, nos pide hoy a todos nosotros el reavivar la gracia recibida, como lo hizo a su discípulo Timoteo, Obispo, a quien el «Apóstol de las Naciones» le solicita reavivar continuamente «la gracia recibida por la imposición de las manos» (cf. 2Tim 1,6). En uno y otro caso podemos ver cuánto es necesario reafirmar (con fe, con humildad, con valentía apostólica) nuestra pertenencia a la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Pero el éxito de este emprendimiento no depende de un esfuerzo voluntarista. Podremos hacerlo sólo si antes dejamos entrar la luz de la gracia y así reforzamos nuestra opción profunda de seguimiento a Jesucristo, el Señor, «ho Kýrios». Siguiendo la exhortación paulina, y «acordándonos de Jesucriso resucitado de entre los muertos», así viviremos y tendremos parte en el Reino, con Él (Cf 2Tim 2,8.11.12.).

Cual consecuencia vivencial de lo anterior, la unión afectiva y efectiva con el Sucesor de Pedro, el Papa, la comunión orgánica como Iglesia, nos hará entrar de lleno en la corriente de gracia de la misión de Pedro y Pablo y traerá grandes frutos de evangelización y de promoción de la persona humana.

IV. LAS CELEBRACIONES Y ACTIVIDADES EN NUESTRA DIÓCESIS

Como sabemos, en la Iglesia particular se dan todas las notas de la Iglesia universal.

Nuestra diócesis de Zárate-Campana fue creada 21 de Abril de 1976 por su Santidad Pablo VI (quien tomó ese nombre por el Apóstol de las Gentes), y abarca una vasta zona, densamente poblada, la cual por lo demás ha experimentado un gran crecimiento en los últimos años. Como diócesis es «joven» (recordamos aún la celebración del XXXmo. aniversario, en 2006), geográficamente muy variada, y a la que todos nosotros hemos querido encaminar, en profundo consenso pastoral, en «estado de misión».

Como región, en cambio, tiene en su haber algunas de las circunscripciones parroquiales más antiguas de Buenos Aires, localizadas principalmente en el «decanato rural», tales como Santiago del Baradero –que, con 370 años, es la más antigua de la actual Provincia civil-, San Antonio de Areco y Exaltación de la Cruz. Las ciudades principales y más populosas, en cambio, pertenecen a los tiempos del proyecto-país de la Argentina de los ferrocarriles, del desarrollo industrial y portuario, y ha recibido en estos últimos tiempos una fuerte inmigración desde las provincias, y desde los vecinos países del Paraguay y Bolivia.

Recientemente el Santo Padre Benedicto XVI, conservando la iglesia catedral de Santa Florentina en Campana, y la sede del Obispado en la misma ciudad, nos ha hecho el don de la Co-catedral de la Natividad del Señor, en Belén de Escobar (cuyo Templo cumple 100 años en este 2008). Es gracia y don para todos nosotros y halla sentido en el «estado de misión» diocesano y en el cordial empeño por una evangelización renovada.

El «estado de misión» tiene mucho, muchísimo, del espíritu paulino de la evangelización, vista como posibilidad de enriquecimiento no sólo para sus destinatarios sino también para quien la realiza, en esta diócesis nuestra y con frutos también para la Iglesia entera, pues «la misma Iglesia universal se enriquece con expresiones y valores en los diferentes sectores de la vida cristiana, […] conoce y expresa aún mejor el misterio de Cristo, a la vez que es alentada a una continua renovación»[10].

Dentro de esta continua renovación, en y desde el Misterio de Cristo: ¿Cómo podríamos dejar de esperar, queridos hermanos y hermanas, que este Año Paulino, don y regalo del Santo Padre, sea un tiempo más que propicio para que nuestras comunidades, nuestros organismos eclesiales de comunión orgánica, confirmen su fe, en el Amor y en la esperanza que nos vienen del Señor Jesús?.

Por eso, quien les habla, como vuestro Obispo, va a realizar la «apertura de este Año Paulino» en la diócesis, con la celebración eucarística en fecha del 28 de junio, por la tarde, en la única circunscripción diocesana (creada en 2007) que tiene el «título de los Apóstoles»: la cuasi-parroquia de Nuestra Señora de Luján y de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, en la ciudad de Campana. Tendremos allí las Fiestas Patronales, bendición de la nueva pila bautismal y confirmaciones de adultos. La celebración de apertura se completará al día siguiente, el 29, con la consagración e inauguración de la nueva iglesia de peregrinos, dedicada a San José, contigua al santuario de Schoenstatt, en Belén de Escobar.

Durante el año realizaremos nuestro encuentro judeo-cristiano con las comunidades de las ciudades de Zárate y de Campana, hermanos con los cuales ya se ha hecho una amistosa tradición el encontrarnos. Tendrá lugar en la recientemente inaugurada sala «Nuestra Señora de Guadalupe» de nuestro Obispado (el jueves 10 de julio, con el tema: «San Pablo y la ética de Occidente»). Asimismo mantendremos durante el año de San Pablo diversos encuentros de oración, conferencias, actos, en algunos decanatos.

Esto sin olvidar la «misión joven» que, esta vez especialmente impregnada del espíritu paulino, tendrá lugar en Belén de Escobar este año 2008, en el mes de septiembre.

Pido a todos los curas párrocos que, en unión con el Santo Padre Benedicto XVI y con su Obispo, abran solemnemente el año paulino sea el 28 de junio en la misa vespertina, o el 29 durante todo el día, en sus iglesias parroquiales. Puesto que la única entidad educativa perteneciente al Obispado que lleva el nombre de «San Pablo» es el colegio católico homónimo, en la ciudad de Zárate, el cual cuenta con una bellísima e insigne imagen del Apóstol, pintada artísticamente en tela y encuadrada, ésta será como una «imagen peregrina» que podrá ser trasladada, a pedido de los curas párrocos, a las distintas parroquias e iglesias designadas para ganar las indulgencias, a los fines de resaltar la figura del Apóstol y para que esté presente en los actos y encuentros mencionados.

Los lugares para lucrar las indulgencias que ha concedido el Santo Padre para este año de gracia, serán, en nuestra diócesis de Zárate-Campana, la iglesia catedral de Santa Florentina (Campana) y la iglesia co-catedral de la Natividad del Señor (Belén de Escobar), junto con las iglesias matrices de los partidos de Baradero (Santiago Apóstol), San Antonio de Areco (San Antonio de Padua), Exaltación de la Cruz (Cristo Crucificado), Pilar (Nuestra Señora del Pilar), Zárate (Nuestra Señora del Carmen), como asimismo la sede cuasiparroquial de Nuestra Señora de Luján y los Santos Apóstoles Pedro y Pablo (ciudad de Campana), la iglesia de la Inmaculada Concepción (de la localidad de Maq. Savio), la iglesia de Jesús Misericordioso (en Garín, partido de Escobar) y la iglesia de los peregrinos, dedicada a San José (en el partido de Escobar), perteneciente al Movimiento de Schoenstatt, que, como he dicho, consagraré el 29 de junio, en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.

Habiendo escuchado al consejo episcopal, he establecido también que, junto con la fecha de apertura del Año Paulino, y de su clausura (el 29 de junio de 2009), se podrá lucrar la indulgencia plenaria en dichas iglesias mencionadas, los días siguientes: el 18 de noviembre del corriente año (Dedicación de las Basílicas de los Santos Pedro y Pablo en Roma), el 25 de enero de 2009 (Fiesta de la Conversión de San Pablo) y los días festivos de las celebraciones de las Fiestas Patronales de las iglesias arriba indicadas.

Tal como bien sabemos, gracias a la enseñanza de Pablo y a su apostolado, las primeras comunidades cristianas fueron creciendo en el Amor de Dios y en la conciencia del «ser Iglesia». Con los desafíos de la «Nueva Evangelización», el «Apóstol de las Gentes» nos interpela una vez más, hoy, a nosotros, hombres y mujeres de este tiempo y de este lugar: el centramiento de nuestra fe en Jesucristo, en el cual y por el cual somos lo que somos (Cf 1 Cor. 15,10) y el compromiso del condiscipulado evangelizador.

Ponemos en las manos de la Virgen Santísima, en su advocación de Nuestra Señora de Luján, Patrona de la Argentina y Patrona de esta diócesis de Zárate-Campana todas nuestras buenas intenciones, nuestros propósitos pastorales y las actividades programadas para este Año Paulino.

Con afecto en Cristo y María, los bendice y pide la oración de ustedes,

+Oscar, Obispo de Zárate-Campana

13 de junio de 2008, Festividad de San Antonio de Padua



[1] Cf BENEDICTO XVI, Homilía del Santo Padre durante la celebración de las primeras vísperas de la solemnidad de San Pedro y San Pablo, en la Basílica papal de San Pablo Extramuros, Roma, 28 de junio de 2007.

[2] CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen Gentium, n. 14; cf. Id. Decreto Ad gentes, n. 7; Id., Decreto Unitatis redintegratio, n. 3. La visión de la Iglesia necesaria para la salvación no es en modo alguno contraria a la voluntad salvífica de Dios, que «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (1 Tim 2, 4). Son verdades convergentes, razón por lo cual, «es necesario, pues, mantener unidas estas dos verdades, o sea, la posibilidad real de la salvación en Cristo para todos los hombres y la necesidad de la Iglesia en orden a esta misma salvación» (JUAN PABLO II, Carta Encíclica Redemptoris missio, n. 9: AAS 83 [1991], 258).

[3] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encíclica Slavorum Apostoli (2 de junio de 1985), n.18: AAS 77 (1985), 800.

[4] Cf BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Deus Caritas est, nn. 26-29.

[5] Cf Ibid. n. 29.

[6] CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO (CELAM), CONFERENCIA DE OBISPOS DE LATINOAMÉRICA Y DEL CARIBE, EN APARECIDA (Brasil), «Documento de Aparecida», 2007, n. 137.

[7] Cf BENEDICTO XVI, Homilía del Santo Padre durante la celebración de las primeras vísperas de la solemnidad de San Pedro y San Pablo, en la Basílica papal de San Pablo Extramuros, Roma, 28 de junio de 2007.

[8] JUAN PABLO II, Carta Encíclica Redemptoris missio (7 de diciembre de1990), n. 47: AAS 83 (1991), 293.

[9] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostólica Novo millenio ineunte (6 de enero de 2001, n. 1: AAS 93 (2001), 266.

[10] JUAN PABLO II, Carta Encíclica Redemptoris missio, n.52: AAS 83 (1991), 3000.

domingo, 8 de junio de 2008

SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN




HOMILÍA EN LA FESTIVIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

(con oportunidad de la elevación de la Natividad del Señor, de Belén de Escobar, al rango de Cocatedral de la diócesis)

Viernes 30 de mayo de 2008

Queridos sacerdotes, religiosos, religiosas, queridos hermanos y hermanas. Estamos muy contentos hoy por el don que nos ha hecho el Papa Benedicto XVI, de esta nueva cocatedral de la diócesis. Agradezco el saludo y la felicitación de las autoridades municipales, en especial del Sr. Intendente, y el regalo del escudo del partido, que me acaban de entregar en el Municipio. Al mismo tiempo, les expreso mi alegría y –por qué no- mi asombro ante la gran concurrencia de fieles, puesto que en el día de hoy daremos ejecución al decreto pontificio de elevación a concatedral, siendo que las celebraciones principales tendrán lugar en el mes de septiembre. Gracias al Señor, han sido tan numerosos los fieles laicos que quisieron compartir esta celebración que otros tantos hermanos y hermanas llenan el salón pastoral contiguo y siguen esta misa a través de una pantalla gigante.

Pido reciban mi agradecimiento los numerosos medios de comunicación locales y regionales presentes hoy presentes, y quienes transmiten esta celebración a través de los distintos canales de cable del país.

I
CONTEMPLEMOS AL NIÑO DIOS, QUE SERÁ EL HIJO CRUCIFICADO Y RESUCITADO

Son cristianos comprometidos de verdad quienes se alimentan del banquete pascual del Cuerpo y la Sangre del Redentor y, compartiendo plenamente el amor que palpita en su Corazón, se esfuerzan por ser cada vez más evangelizadores y testigos de solidaridad y esperanza.

Entonces, demos gracias todos a Dios, nuestro Padre, que nos ha revelado su amor en el Corazón de Cristo y nos ha consagrado con la unción del Espíritu Santo (1) , pues por ello estamos hoy aquí. En el escenario que nos presenta el magnífico retablo principal de esta iglesia vemos a Jesús de Nazaret, el Niño del pesebre de Belén, es el Verbo eterno de Dios que se ha encarnado por amor al hombre (cf. Jn 1, 14). Hoy también nosotros queremos experimentar el amor de Dios dirigiendo la mirada al Corazón de Jesucristo. Y refiriéndonos a dicha experiencia personal del Amor divino, quisiera recordarles algunas palabras del Papa Benedicto XVI al respecto, que se refieren al culto del Sagrado Corazón: “El significado más profundo de este culto al amor de Dios sólo se manifiesta cuando se considera más atentamente su contribución no sólo al conocimiento sino también y sobre todo a la experiencia personal de ese amor en la entrega confiada a su servicio (…) Obviamente, experiencia y conocimiento no pueden separarse: la una hace referencia a la otra (2)” . Por ende, el culto al Corazón de Cristo nos hace ver más claro cómo este último es «sede universal de la comunión de Dios Padre (...), sede del Espíritu Santo» (3) .

A poco que reflexionemos sobre nuestras propias vidas, veremos cómo el Culto al Sagrado Corazón nos hace un bien inmenso. Pensemos también que el Concilio Vaticano II recomienda los actos de piedad del pueblo cristiano, especialmente cuando son hechos por recomendación de la Sede Apostólica (4) , y es el caso de la celebración que hoy festejamos con gran alegría, coincidentemente con el anuncio al clero y pueblo cristiano de la declaración de este templo como concatedral de nuestra Iglesia local.


II
EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y SU MISTERIO

El corazón no es sólo un órgano que condiciona la vitalidad biológica del hombre, sino que es, en sentido profundo y verdadero, un símbolo real que se refiere a toda la interioridad del ser humano y que por consiguiente habla de la interioridad espiritual del hombre. Esa "riqueza de Cristo" es, al mismo tiempo, el "designio eterno de salvación" de Dios que el Espíritu Santo dirige al "hombre interior", para que así "Cristo habite por la fe en nuestros corazones" (Ef 3, 16-17). Y cuando Cristo, con la fuerza del Espíritu, habite por la fe en nuestros corazones humanos, entonces estaremos en disposición "de comprender con nuestro espíritu humano" (es decir, precisamente con este "corazón") "cuál es la anchura, la largura, la altura y la profundidad, y conocer la caridad de Cristo, que supera toda ciencia..." (Ef 3, 18-19).

Acabamos de escuchar la Lectura del santo Evangelio según san Mateo (11, 25-30) que nos dice: “Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera". El yugo de Jesús se volcó a nosotros como bendición. Cómo olvidar cuando “(…) uno de los soldados le atravesó con su lanza el costado, y al instante salió sangre y agua" (Jn 19, 31-34).Pero, al mismo tiempo, esta apertura anatómica del corazón de Cristo, después de la muerte —a pesar de todo el «verismo» histórico del texto— nos induce a pensar en un sentido mucho más profundo: "Mirarán al que traspasaron" (Cfr. Jn 19, 37; cf Zac 12, 10).

Por todo esto, por este misterio tan profundo que nos revela la Palabra de Dios, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús es para transmitir y consiste en «la adoración y en la reparación», dirigida a Cristo y fundada en el misterio de la Eucaristía, la cual consigue nuestra santificación y la glorificación de Dios, a la cual tienden todas las obras de la Iglesia como a su propio fin (5).

Santa Margarita María de Alacoque, nos transmitió, mediante una piadosa tradición, las promesas que Jesús hizo a quienes fueran devotos de su Sagrado Corazón:
* Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
* Les daré paz a sus familias.
* Las consolaré en todas sus penas.
* Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
* Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
*Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
* Las almas tibias se volverán fervorosas.
* Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
* Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.
* Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
* Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
* A continuación promete a quienes comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final, siendo el Corazón divino su refugio en aquél último momento.

Pienso que es bueno reconocer que a veces puede darnos cierto «pudor eclesiástico» el transmitir estas cosas de este modo, sobre todo ante cierta hipercrítica al respecto, pero en tanto son avaladas y autorizadas por la Iglesia no deben avergonzarnos, siguiendo el espíritu del texto del evangelio de Marcos 9, 38: "Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras (…) también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles" ( Ver también Mt 10,33; Lc 12,9; 2 Tm 2, 12). Estas palabras muestran que el misterio del corazón, el cual se abre a través de las heridas del cuerpo de Jesús, proyecta en realidad el gran misterio de la piedad, a través del cual se abren las «entrañas de misericordia» de nuestro Dios (6).


III
EL CORAZÓN DE JESÚS NOS HACE INSTRUMENTOS DÓCILES DE SU JUSTICIA DIVINA Y DE SU AMOR

Lo primero es la contemplación, y por ello la mirada en el costado traspasado del Señor, del que salen «sangre y agua» (Cf. Jn 19, 34), nos ayuda a reconocer la multitud de dones de gracia que de ahí proceden y nos abre a todas las demás formas de devoción cristiana que están comprendidas en el culto al Corazón de Jesús. Porque la contemplación en la adoración del costado traspasado de la lanza nos sensibiliza ante la voluntad salvífica de Dios, haciéndonos capaces de confiar en su amor salvífico y misericordioso. En ese mismo acto, nos refuerza en el deseo de participar en su obra de salvación, convirtiéndonos en sus «instrumentos», mientras más dóciles al Espíritu, mejor. Un instrumento indócil ya no es un instrumento fiel.

La docilidad al Espíritu nos lleva a vivir la insigne caridad, que Cristo demostró en su pasión (7) , con su Corazón cual «hoguera ardiente de caridad, (...) símbolo e imagen expresiva del amor eterno con el que “Dios tanto amó el mundo que le dio su Hijo unigénito (Jn 3, 16)» (8). Por eso, para ser fieles discípulos, es necesario acercarnos a Él con corazón ardiente, para recibir el ardor «como de una brasa», a fin que ésta destruya en nosotros todo lo que nos aleja del Señor, e ilumine nuestros propios corazones. El ser así ardientes nos hace semejantes a Dios (9) , y esta verdad más profunda de nuestro ser nos hace procurar la justicia, virtud cardinal, y hacerla eclosionar en la virtud de la caridad, también en su dimensión social. Los invito a considerar cómo este testimonio fundamental, el de la caridad social, es un gran signo de los tiempos para el mundo de hoy, y también signo de credibilidad de nuestra vida eclesial. Está incluido como en un «todo-íntegro» en la misión y en la evangelización, de naturaleza, en sí, profundamente religiosa.


El «Compendio de la Doctrina social de la Iglesia», de hecho, nos dice que “La plena verdad sobre el hombre permite superar la visión contractual de la justicia, que es una visión limitada, y abrirla al horizonte de la solidaridad y del amor: « Por sí sola, la justicia no basta. Más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza más profunda que es el amor” (10). La caridad presupone a la justicia; si esta no existiera como base, no habría fundamento para la caridad; es por ello que se trata de una virtud cardinal. Pero la caridad la supera y la hace eclosionar, como dijimos, la hace potenciarse desde dentro. De aquí que la dimensión social de la caridad sea la solidaridad, hoy día considerada como camino privilegiado de la paz social. Retomando palabras de Juan Pablo II, si bien la paz es fruto de la justicia, «hoy se podría decir, con la misma exactitud y análoga fuerza de inspiración bíblica (cf. Is 32,17; St 32,17), Opus solidaritatis pax, la paz como fruto de la solidaridad »(11) .

Sería estupendo que hoy encontráramos la ocasión no sólo de meditarlo sino de dejar que el Espíritu obre esta convicción en nuestros corazones, para ser cada día más constructores de un humanismo cristiano, integral y solidario, más digno del hombre y más digno de Dios Creador y Redentor del hombre.

La Virgen María, a la que veneramos en el este templo como la Madre en la Natividad de su Hijo, Jesucristo, nos acompañe y guíe, y que la Estrella brille siempre sobre nosotros.


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1. Cf CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, 10.
2. BENEDICTO XVI, Carta al reverendísimo padre Peter-Hans Kolvenbach, S.J., Prepósito general de la Compañía de Jesús, en el quincuagésimo aniversario de la encíclica «Haurietis aquas», Ciudad del Vaticano, 15 de mayo de 2006.
3. JUAN PABLO II, Catequesis durante la audiencia general del miércoles 8 de junio de 1994, n. 2: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 10 de junio de 1994, p. 3.
4. CONC. VAT. II, Const. sobre la Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concililium, n. 13.
5. Cf CONC. VAT. II, Const. sobre la Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 10.
6. SAN BERNARDO, Sermo 61, 4; PL 183, 1072.
7. SANTO TOMÁS DE AQUINO, Opusculum 57.
8. Pablo VI, Investigabiles divitias Christi, 5, en AAS 57 [1965] 268.
9. Cf. SAN JUAN DAMASCENO, De fide orthod., 4, 13: PG 94, 1150.
10. PONTIFICIO CONSEJO «IUSTITIA ET PAX», Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, n. 203.
11. Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 39: AAS 80 (1988) 568.