sábado, 18 de abril de 2009

MENSAJE DE MONS. SARLINGA CON MOTIVO DEL DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA

EN PLENA PASCUA, ENTREMOS POR «LA PUERTA» DE LA DIVINA MISERICORDIA

Mensaje de Mons. Oscar Sarlinga con motivo del Domingo de la Divina Misericordia

Queridos hermanos y hermanas

Nos encontramos en pleno tiempo de Pascua; llegando ya al II Domingo, antiguamente llamado «in albis» y que S.S. Juan Pablo II dedicó a «la Divina Misericordia», para una vida de luz, de verdad y de bien. Nos recordaba al respecto Benedicto XVI el pasado año: “Según una antigua tradición, este domingo se llama domingo "in Albis". En este día, los neófitos de la Vigilia pascual se ponían una vez más su vestido blanco, símbolo de la luz que el Señor les había dado en el bautismo. Después se quitaban el vestido blanco, pero debían introducir en su vida diaria la nueva luminosidad que se les había comunicado; debían proteger diligentemente la llama delicada de la verdad y del bien que el Señor había encendido en ellos, para llevar así a nuestro mundo algo de la luminosidad y de la bondad de Dios”(1) .

¿Cómo entraremos confiados a la verdad, al bien, cómo dejaremos traspasar la Luz del Resucitado en nosotros?. Un texto para meditar y remeditar es Juan 10, 1-10, en el cual el evangelista nos narra cómo Jesús afirmó ante los fariseos que quien no entra por «la puerta» en el redil de las ovejas, sino que, flanqueándola o esquivándola, entra por otro lado, ése es el signo de ser un ladrón y un salteador. En cambio, el que entra por LA PUERTA, que es el mismo Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, a éste le abre el guardián, o portero, de modo que las ovejas escuchen su voz y le obedezcan, porque lo conocen, lo aman y confían en él. El que entra por LA PUERTA no es un extraño; las ovejas no huyen de él.

Si Jesucristo es LA PUERTA podemos decir que su Sagrado Corazón es LA PUERTA de la intimidad de su humanidad, y LA PUERTA de su Misericordia, que se derrama por loS siglos, sobre todos los que, con humildad de corazón, lo reciben y lo aman.

Por eso los exhorto vivamente a celebrar con gran fervor el Domingo de la Misericordia Divina. Jesús Misericordioso, que es otra manifestación de Jesús en su Sagrado Corazón, y ambas dos, en cierto sentido, como continuaciones de las «apariciones históricas» de Jesús Resucitado a sus discípulos, ha ingresado con plenos derechos en la piedad popular de nuestros fieles, que ha de ser alentada, profundizada, encauzada. El Santo Padre Juan Pablo II concedió indulgencias especiales a quienes con fervor y las condiciones debidas celebraran esta Fiesta. Véase al respecto el Decreto correspondiente de la Santa Sede, que ha sido transmitido a todos los sacerdotes y puesto en la página web del Obispado: www.obzaratecampana.com.ar

La Misericordia de Cristo será el gran antídoto contra la injusticia, la violencia imperante, la división de las familias, la lacerante miseria de muchos. Misericordia y Justicia, “que mira desde el Cielo” (Salmo 85), y una acción concreta de nuestra parte para hacer todo lo que esté a nuestro alcance por un mundo mejor.

Permítasenos decir también que la Misericordia sintetiza el misterio de la Redención, afirmación neta, para la cual los invito a meditar otro párrafo de la homilía citada de S.S. Benedicto XVI: “El Santo Padre Juan Pablo II quiso que este domingo se celebrara como la fiesta de la Misericordia Divina: en la palabra "misericordia" encontraba sintetizado y nuevamente interpretado para nuestro tiempo todo el misterio de la Redención. Vivió bajo dos regímenes dictatoriales y, en contacto con la pobreza, la necesidad y la violencia, experimentó profundamente el poder de las tinieblas, que amenaza al mundo también en nuestro tiempo. Pero también experimentó, con la misma intensidad, la presencia de Dios, que se opone a todas estas fuerzas con su poder totalmente diverso y divino: con el poder de la misericordia. Es la misericordia la que pone un límite al mal. En ella se expresa la naturaleza del todo peculiar de Dios: su santidad, el poder de la verdad y del amor”(2) .

En preparación gozosa a las fiestas patronales de la diócesis, el sábado 9 de mayo (a las 16), en Belén de Escobar, oportunidad en que consagraremos nuestra Iglesia particular al Sagrado Corazón de Jesús, los exhorto a ser creyentes, «aún sin haber visto», porque en realidad hemos visto y oído lo que la Iglesia nos ha transmitido, el mensaje de Amor del Señor, su Eucaristía, su continuación en este mundo a través de su Cuerpo y de su Pueblo, que es la Iglesia, cuya Alma es el mismo Espíritu Santo. «Comunión y misión» son imposibles sin unidad de los corazones, pues el Espíritu Santo, en su pluriformidad de dones, no puede contradecirse a sí mismo. Quien no estuviera en comunión, creo que debería preguntarse si de veras «cree».

Entonces, hermanos, la festividad de la Divina Misericordia nos ayude a ser hombres y mujeres, no ya incrédulos, sino «de fe» y dispuestos a dar la vida en la construcción de la Civilización del Amor, concreta y cabalmente, sin resentimientos y sin poner la mano en el arado mirando atrás.
Los quiere y bendice,

+Oscar, Obispo de Zárate-Campana
Viernes 17 de abril de 2009

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(1) BENEDICTO XVI, Homilía del Santo Padre en el Domingo de la Misericordia Divina, Víspera de su 80° cumpleaños, Ciudad del Vaticano, Domingo 15 de abril de 2007.
(2) Ibid.


Las fotografías son del santuario de la Divina Misericordia, cerca de Cracovia, que el Papa Juan Pablo II inauguró y bendijo en 2002, oportunidad en que realizó el acto solemne de confiar el destino del mundo a la divina misericordia.

Invitado por la Fundación Argentino-Polaca y el Arzobispado de Cracovia, nuestro Obispo, Mons. Oscar D. Sarlinga, tuvo el honor de concelebrar en el día de la Divina Misericordia de 2004 (siendo entonces Obispo auxiliar de Mercedes-Luján) con el Cardenal Macharski, entonces Arzobispo de Cracovia, y con el Cardenal Schoenborn, Arzobispo de Viena. Esto en razón de ser el único Obispo latinoamericano presente en la celebración, de la que participaron 50.000 fieles.

El 17 de agosto del 2002 en Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia (Polonia), el Papa JUAN PABLO II realizó el solemne acto de confiar el destino del mundo a la Divina Misericordia.

ACTO DE CONFIAR

Dios, Padre misericordioso, que has revelado tu amor
en tu Hijo Jesucristo
y lo has derramado sobre nosotros
en el Espíritu Santo consolador,
te encomendamos hoy el destino
del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros,
pecadores; sana nuestra debilidad;
derrota todo mal;
haz que todos los habitantes
de la tierra experimenten tu misericordia,
para que en ti, Dios uno y trino,
encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre eterno,
por la dolorosa pasión
y resurrección de tu Hijo,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero. Amén.

viernes, 17 de abril de 2009

DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA

(Sábado 18 de abril por la tarde, Domingo 19)

Mediante el decreto «Misericors et miserator» de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos (5 de mayo de 2000), el Papa Juan Pablo II ha querido que el segundo domingo de Pascua se dedique a recordar con especial devoción estos dones de la gracia misericordiosa de Dios, atribuyendo a ese domingo la denominación de "Domingo de la Misericordia divina".

En cuanto a la imagen de Jesús Misericordioso, el 22 de febrero de 1931, santa Faustina recibió la primera revelación de la Misericordia de Dios. Ella lo anota así en su diario: "En la noche cuando estaba en mi celda, vi al Señor Jesús vestido de blanco. Una mano estaba levantada en ademán de bendecir y, con la otra mano, se tocaba el vestido, que aparecía un poco abierto en el pecho, brillaban dos rayos largos: uno era rojo y, el otro blanco. Yo me quedé en silencio contemplando al Señor. Mi alma estaba llena de miedo pero también rebosante de felicidad. Después de un rato, Jesús me dijo:

Pinta una imagen Mía, según la visión que ves, con la Inscripción : "¡Jesús, yo confío en Ti!." Yo deseo que esta Imagen sea venerada, primero en tu capilla y después en el mundo entero. Yo prometo que el alma que honrare esta imagen, no perecerá. También le prometo victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra, pero especialmente a la hora de su muerte. Yo el Señor la defenderé como a Mi propia Gloria. Cuando contó esto en confesión, el sacerdote le dijo que seguramente Jesús deseaba pintar esta imagen en su corazón, no necesariamente en el sentido de una pintura, pero ella sentía que Jesús le decía "Mi Imagen ya está en tu corazón. Yo deseo que se establezca una fiesta de la Misericordia y que esta imagen sea venerada por todo el mundo. Esta fiesta será el primer domingo después de Pascua. Deseo que los sacerdotes proclamen esta gran misericordia Mía a los pecadores."

Por orden de su confesor Santa Faustina le preguntó al Señor el significado de los rayos que aparecen en la imagen emanando del corazón y el Señor le respondió: "Los dos rayos significan Sangre y Agua- el rayo pálido representa el Agua que justifica a las almas; el rayo rojo simboliza la Sangre, que es la vida de las almas-. Ambos rayos brotaron de las entrañas mas profundas de Mi misericordia cuando mi corazón agonizado fué abierto por una lanza en la Cruz...

Bienaventurado aquel que se refugie en ellos, porque la justa mano de Dios no le seguirá hasta allí". El Señor manifiesta su Corazón, y el agua y la sangre que de el brotaron como manantial de reconciliación para todos los seres humanos.

Esta revelación es una continuación de la misericordia divina que Jesús nos ofrece en la cruz, al modo como se manifestó también a Santa Margarita María Alacoque, cuyas reliquias han sido veneradas en nuestra diócesis desde el 25 de febrero hasta el 4 de marzo por la tarde, día en que las despedimos en la iglesia co-catedral de Belén de Escobar.

Puesto que no son tan conocidas por los fieles católicos las indulgencias con que la Iglesia enriquece los actos de culto realizados en honor de la Misericordia Divina, reproducimos a continuación el Decreto de la Penitenciaría Apostólica (Dicasterio competente de la Santa Sede y por consiguiente del Papa en lo que concierne a las Indulgencias).

Un párrafo especial del mismo, dirigido a los sacerdotes que desempeñan el ministerio pastoral (sobre todo los párrocos) les pide, refiriéndose a la Indulgencia, que informen oportunamente a sus fieles y que se presten con espíritu pronto y generoso a escuchar sus confesiones. En el domingo de la Misericordia divina, después de la celebración de la santa misa o de las vísperas, o durante un acto de piedad en honor de la Misericordia divina pide también que dirijan, con la dignidad propia del rito, el rezo de las oraciones antes indicadas. Contiene también una referencia a la catequesis (ese «momento tan señalado de la evangelización», solicitando que en ella se impulse a los fieles a realizar con la mayor frecuencia posible obras de caridad o de misericordia.

"La Duda de Tomás", del Caravaggio (1602-1603)


Decreto de Indulgencias el Día de la Divina Misericordia

"Tu misericordia, oh Dios, no tiene límites, y es infinito el tesoro de tu bondad..."
(Oración después del himno "Te Deum") y
"Oh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia..."
(Oración colecta del domingo XXVI del tiempo ordinario), canta humilde y fielmente la santa Madre Iglesia.

En efecto, la inmensa condescendencia de Dios, tanto hacia el género humano en su conjunto como hacia cada una de las personas, resplandece de modo especial cuando el mismo Dios todopoderoso perdona los pecados y los defectos morales, y readmite paternalmente a los culpables a su amistad, que merecidamente habían perdido.

Así, los fieles son impulsados a conmemorar con íntimo afecto del alma los misterios del perdón divino y a celebrarlos con fervor, y comprenden claramente la suma conveniencia, más aún, el deber que el pueblo de Dios tiene de alabar, con formas particulares de oración, la Misericordia divina, obteniendo al mismo tiempo, después de realizar con espíritu de gratitud las obras exigidas y de cumplir las debidas condiciones, los beneficios espirituales derivados del tesoro de la Iglesia.
"El misterio pascual es el culmen de esta revelación y actuación de la misericordia, que es capaz de justificar al hombre, de restablecer la justicia en el sentido del orden salvífico querido por Dios desde el principio para el hombre y, mediante el hombre, en el mundo" (Dives in misericordia, 7).

La Misericordia divina realmente sabe perdonar incluso los pecados más graves, pero al hacerlo impulsa a los fieles a sentir un dolor sobrenatural, no meramente psicológico, de sus propios pecados, de forma que, siempre con la ayuda de la gracia divina, hagan un firme propósito de no volver a pecar. Esas disposiciones del alma consiguen efectivamente el perdón de los pecados mortales cuando el fiel recibe con fruto el sacramento de la penitencia o se arrepiente de los mismos mediante un acto de caridad perfecta y de dolor perfecto, con el propósito de acudir cuanto antes al mismo sacramento de la penitencia. En efecto, nuestro Señor Jesucristo, en la parábola del hijo pródigo, nos enseña que el pecador debe confesar su miseria ante Dios, diciendo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de llamarme hijo tuyo" (Lc 15, 18-19), percibiendo que ello es obra de Dios: "Estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado" (Lc 15, 32).

Por eso, con próvida solicitud pastoral, el Sumo Pontífice Juan Pablo II, para imprimir en el alma de los fieles estos preceptos y enseñanzas de la fe cristiana, impulsado por la dulce consideración del Padre de las misericordias, ha querido que el segundo domingo de Pascua se dedique a recordar con especial devoción estos dones de la gracia, atribuyendo a ese domingo la denominación de "Domingo de la Misericordia divina" (cf. Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, decreto Misericors et miserator, 5 de mayo de 2000).

El evangelio del segundo domingo de Pascua narra las maravillas realizadas por nuestro Señor Jesucristo el día mismo de la Resurrección en la primera aparición pública: "Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: "La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío". Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos"" (Jn 20, 19-23).

Para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración, el mismo Sumo Pontífice ha establecido que el citado domingo se enriquezca con la indulgencia plenaria, como se indicará más abajo, para que los fieles reciban con más abundancia el don de la consolación del Espíritu Santo, y cultiven así una creciente caridad hacia Dios y hacia el prójimo, y, una vez obtenido de Dios el perdón de sus pecados, ellos a su vez perdonen generosamente a sus hermanos.

De esta forma, los fieles vivirán con más perfección el espíritu del Evangelio, acogiendo en sí la renovación ilustrada e introducida por el concilio ecuménico Vaticano II: "Los cristianos, recordando la palabra del Señor "En esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros" (Jn 13, 35), nada pueden desear más ardientemente que servir cada vez más generosa y eficazmente a los hombres del mundo actual. (...) Quiere el Padre que en todos los hombres reconozcamos y amemos eficazmente a Cristo, nuestro hermano, tanto de palabra como de obra" (Gaudium et spes, 93).

Por eso, el Sumo Pontífice, animado por un ardiente deseo de fomentar al máximo en el pueblo cristiano estos sentimientos de piedad hacia la Misericordia divina, por los abundantísimos frutos espirituales que de ello pueden esperarse, en la audiencia concedida el día 13 de junio de 2002 a los infrascritos responsables de la Penitenciaría apostólica, se ha dignado otorgar indulgencias en los términos siguientes: Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos rece, en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti").

Se concede la indulgencia parcial al fiel que, al menos con corazón contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso una de las invocaciones piadosas legítimamente aprobadas. Además, los navegantes, que cumplen su deber en la inmensa extensión del mar; los innumerables hermanos a quienes los desastres de la guerra, las vicisitudes políticas, la inclemencia de los lugares y otras causas parecidas han alejado de su patria; los enfermos y quienes les asisten, y todos los que por justa causa no pueden abandonar su casa o desempeñan una actividad impostergable en beneficio de la comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria en el domingo de la Misericordia divina si con total rechazo de cualquier pecado, como se ha dicho antes, y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones habituales, rezan, frente a una piadosa imagen de nuestro Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti").

Si ni siquiera eso se pudiera hacer, en ese mismo día podrán obtener la indulgencia plenaria los que se unan con la intención a los que realizan del modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso una oración y a la vez los sufrimientos de su enfermedad y las molestias de su vida, teniendo también ellos el propósito de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones prescritas para lucrar la indulgencia plenaria.

Los sacerdotes que desempeñan el ministerio pastoral, sobre todo los párrocos, informen oportunamente a sus fieles acerca de esta saludable disposición de la Iglesia, préstense con espíritu pronto y generoso a escuchar sus confesiones, y en el domingo de la Misericordia divina, después de la celebración de la santa misa o de las vísperas, o durante un acto de piedad en honor de la Misericordia divina, dirijan, con la dignidad propia del rito, el rezo de las oraciones antes indicadas; por último, dado que son "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5, 7), al impartir la catequesis impulsen a los fieles a hacer con la mayor frecuencia posible obras de caridad o de misericordia, siguiendo el ejemplo y el mandato de Jesucristo, como se indica en la segunda concesión general del "Enchiridion Indulgentiarum".

Este decreto tiene vigor perpetuo. No obstante cualquier disposición contraria. Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaría apostólica, el 29 de junio de 2002, en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles.

+Luigi DE MAGISTRIS Arzobispo titular de Nova Pro-penitenciario mayor

domingo, 12 de abril de 2009

VIGILIA PASCUAL EN BELÉN DE ESCOBAR

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El Sr. Obispo Oscar D. Sarlinga celebró la Vigilia Pascual en la iglesia co-catedral de Belén de Escobar, que se encontraba colmada de fieles asistentes. El rito comenzó en el atrio, con el encendimiento del cirio pascual. La Liturgia estuvo animada por el coro de la Natividad.

El Sr. Obispo se refirió en su homilía a “la Pascua perenne del Señor”, e hizo alusión a todo el Rito de la Vigilia Pascual, con su Liturgia de la Luz, el Cirio, el Pregón, la Bendición del agua y el sentido del renacimiento por el Bautismo, con la fuerza de la Resurrección de Cristo. Al mismo tiempo invitó a los presentes a considerar esa “Vigilia” como “un digno prefacio” del Día glorioso de Pascua. Dijo también que “lo que hoy llamamos conciencia histórica puece hacernos profundizar algo acerca de la función de la memoria en sentido bíblico, memoria en la tradición, sea del Antiguo como del Nuevo Testamento”. Se refirió luego a la Cena pascual de los judíos, con reminiscencias de banquete, que debía repetirse cada año para transmitir a las generaciones futuras el recuerdo indeleble de la liberación del pueblo de la esclavitud de Egipto (Cf Ex 12.14). Dijo que “(…) el Señor ha empleado para con nosotros una pedagogía progresiva en la historia de la Salvación, y viene por excelencia a nuestro encuentro en la Resurrección gloriosa de Jesucristo, cuya celebración ha de hacernos preparar para la vida eterna”.

Mencionó también de nuevo el significado del Cirio pascual, la bendición del agua del bautismo y la renovación de las promesas bautismales, y el prorrumpimiento del ALLELUYAH, que manifiestan “(…) el contraste nocturno entre las tinieblas exteriores y la luz, entre la muerte y la vida, entre el pecado y la gracia, entre las bienaventuranzas de quien está inundado de la paz de Dios, y la obscuridad de quien se aleja de ese Amor”. Continuó diciendo que “el canto del Exultet” es lírico, bellísimo cántico de la Liturgia cristiana, que resume las palabras y enseñanzas de San Pablo, en las cuales se inspiraron San Agustín y San Ambrosio”.

Concluyó con el reconocimiento alegre por haber sido salvados por Cristo y pidió que toda nuestra historia, personal y comunitaria, esté guiada por la misericordia de Dios, que tenemos que llevar a nuestros hermanos, especialmente a los más necesitados, a quienes han perdido la fe y la esperanza, a quienes se encomiendan a nuestra oración y nuestro consuelo.

Por otro lado, el Obispo presidió el día Domingo por la mañana, la Celebración de la Misa Pascual en la Iglesia de las Hermanas de la Caridad, en la localidad de Zárate. Fue una ceremonia casi íntima con los internos y las hermanas del Hogar de la Madre Teresa de Calcuta. En su Homilía profundizó sobre el amor al prójimo.

La nota completa sobre la misma puede leerse en el siguiente link, del diario El Debate:

http://www.eldebate.com.ar/despliegue.php?idnoticia=13843&idseccion=25

sábado, 11 de abril de 2009

CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR EN LA IGLESIA CATEDRAL DE SANTA FLORENTINA

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En la tarde del Viernes Santo se celebró la Pasión del Señor en la iglesia catedral de Santa Florentina, presidida por el Sr. Obispo, Mons. Oscar Sarlinga, quien se hallaba acompañado por el cura párroco, Pbro. Hugo Lovatto, por Mons. Marcelo Monteagudo, Mons. Nestor Villa, el Pbro. Mauricio Aracena y el Pbro. Lucas Martínez, brindaron el sacramento de la reconciliación a los fieles desde la mañana.
Este día comenzó también con la meditación de la Pasión del Señor, en el retiro “Pascua Joven”, dado por el Pbro. Mauricio Aracena junto con el Grupo Juvenil de la parroquia de Santa Florentina.
La homilía del Sr. Obispo es reproducida a continuación en esta página.

A las 21 comenzó la VIA CRUCIS INTERPARROQUIAL, tradicional en la ciudad de Campana, que partió desde la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen, de los Padres Rogacionistas. Participaron del camino de la Cruz el Sr. Obispo, los sacerdotes de la ciudad y numerosos fieles, que formaron una gran columna humana a lo largo de las dos avenidas designadas, confluyendo en el atrio de la iglesia catedral, donde Mons. Oscar Sarlinga dijo algunas palabras alusivas e impartió la bendición a los presentes.

Es digno de notar que, por pedido expreso del Sr. Obispo, al pasar la procesión por el templo evangélico situado en la misma cuadra del edificio del Obispado, se detuvo el caminar para saludar fraternamente a miembros de la comunidad de hermanos separados, representados por algunos miembros del consejo de «ancianos», puesto que no se hallaba presente el pastor, el cual dejó sus mejores saludos. El Sr. Obispo, acompañado del Pbro. Dr. Nestor Villa, moderador de la comisión de Ecumenismo y diálogo interreligioso, expresó sentimientos de unidad en la Pasión de Jesucristo y bendiciones para los miembros de esa comunidad y sus familias.

Asimismo, también se realizó un Via Crucis Interparroquial en la ciudad de Zárate, con gran cantidad de fieles participando. El mismo partió de las distintas parroquias de la ciudad y culminó en el club náutico Arsenal.

HOMILÍA DEL SR. OBISPO EN LA CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

VIERNES SANTO
Iglesia catedral de Santa Florentina (Campana)
10 de abril de 2009

I
ESTE ES EL ÁRBOL DE LA CRUZ, DONDE ESTUVO SUSPENDIDA LA SALVACIÓN DEL MUNDO

Queridos hermanos; éste es el día de la «adoración» de la Cruz, porque ha sido el instrumento de nuestra salvación, la que nos trajo Jesucristo, el Hijo de Dios. Toda la celebración está centrada sobre la Cruz, siguiendo al predicador del Papa, podemos decir que asumió: «una dimensión cósmica». En efecto, dijo hoy el P. Raniero Cantalamessa, en la celebración del Vaticano, presidida por S.S. Benedicto XVI: “A los ojos de Pablo la cruz asume una dimensión cósmica. Por ella Cristo ha abatido el muro de separación, ha reconciliado a los hombres con Dios y entre sí, destruyendo la enemistad (Cf. Ef. 2,14-16)”(1). Por ese motivo, explicó después, la primitiva tradición consideró la imagen del «árbol cósmico de la cruz», cuyo brazo vertical une el cielo y la tierra, y cuyo brazo horizontal reconcilia entre sí a los diversos pueblos del mundo, abatiendo todo murtro de separación, puesto que por cada uno de nosotros el Señor murió, porque por su Amor se entregó plenamente, como lo refiere San Pablo: “Me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Ga 2,20).

En la Cruz, toda Justicia, toda Misericordia, ha sido cumplida, según la palabra de Jesús «todo está cumplido». Si bien es verdad que para tantos hermanos nuestros el tema religioso no cuenta, o bien cuenta de modo sólo superficial o utilitarístico, y que también muchos viven «como si Dios no existiera», es verdad también que son tantos, tantísimos, quienes saben que el ser humano no puede suplantar a su Creador, y que tanto fue el Amor de Dios que para restaurar al género humano en su dignidad original no dudó en entregarnos a su propio Hijo. Ese don de la fe no ha de quedar en un ámbito intimista, sino que debe ser causa de bendición para otros, en una irradiación amorosa, que tienda a hacer reinar la civilización del Amor y de la paz.

De hecho, desde cuando Jesús dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”, permanece más vivo que nunca, en y desde el Espíritu Santo, el mandato del Señor en la Última Cena, el de amarnos los unos a los otros como Jesús nos ha amado, y esto por grandes que sean las dificultades de la hora presente, por grandes que puedan aparecer el indiferentismo, la fragmentación y aún oposición de opciones religiosas, o el laicismo extremo, empeñado en confinar la religión, y en especial el cristianismo, al puro ámbito del privatismo, para que no posea ninguna incidencia en plasmar la sociedad humana con valores trascendentes, plenificantes.

II

«DIOS MÍO, DIOS MÍO, POR QUÉ ME HAS ABANDONADO»

Nada hay más terrible que el sentirse abandonado por completo. Es la noche obscura. Jesús mismo, con su mente y sus labios humanos, pronunció esa palabra, dirigida al Padre: «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado». En nuestro mundo de hoy también la voz de Cristo en la Cruz se hace eco en el dolor de los abandonados (también de los abandonados por sus familias), en el grito silencioso de los inocentes, en aquéllos a quienes injustamente se les inflige dolor y tortura, en los secuestrados que viven noches interminables, en los hacinados o en aquellos que huyen de las guerras y de las hambrunas, en las víctimas del terrorismo, en los afectados por desastres naturales, en los contagiados por calamitosos virus, y en tantos otros cuya mención haría interminable el listado de quienes sufren la injusticia y miseria de los marginados de hoy. Nuestro mundo no es todo así, sería una visión pesimista. Pero hay mucho de ello. Sería la ocasión esta celebración para que meditáramos hasta qué punto nos duele a nosotros estar abandonados, si alguna vez hemos tenido esa experiencia, y cuánto hacemos, dentro de nuestras reales posibilidades, para que otros no sufran de ese modo. Empezando por lo primero que podemos hacer, que es orar por ellos. Y obrar en todo lo que podamos.

En este Año Paulino Universal, miremos el camino del Apóstol Pablo: Él recibió la visión magnífica de Jesucristo Resucitado, que lo llamó a ser Apóstol de los paganos. Él, tuvo el convencimiento del valor inmenso de la Cruz, pues con su muerte, Cristo no sólo ha denunciado y vencido el pecado, sino que nos ha dado un «sentido nuevo y primordial» de todo, con lo cual ha dado también un sentido nuevo al sufrimiento humano, un sentido redentor, el cual, como bien sabemos, no es meramente pasivo ni significa una pura resignación por la resignación misma.

Es difícil dar espacio en nuestra conciencia a esta meditación, si nuestro interior está lleno de ruido, de apuro y de ansiedades, sin que sea menor el que a veces está invadido por transtornos de ansiedad. Para recibir el misterio de la Cruz necesitamos de un silencio espiritual, un «callar para que hable el Señor», un escuchar a Dios, incluso aunque de momento no comprendamos qué quiere decirnos, o incluso que no comprendamos su propio «silencio». Más aún, el cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuando es oportuno callar sobre Él, porque en algunas ocasiones hay que dejar que hable sólo el Amor, el verdadero, el que nos hará siempre testigos creíbles de Cristo.

III

APRENDER A RECIBIR EL VALOR DEL SACRIFICIO DE CRISTO

{mosimage}Una última palabra en esta meditación sobre la Cruz. De nada nos serviría el participar de las celebraciones si no aprendemos cada día más a valorar el por qué del sacrificio de Cristo. No hay mejor forma de hacerlo que de rodillas, no necesariamente en sentido material, sino pidiendo siempre el don de la humildad, que es lo que significa el corazón y el cuerpo arrodillados ante Aquel Dios del Universo. Si nos arrodillamos ante alguien es por respeto, por agradecimiento, nunca por ser meramente genuflexos. Ante Jesucristo, debe surgir en nosotros el sentimiento del infinito agradecimiento, la adoración y la gloria dada a Él, porque el misterio de la Cruz es gloria y honor del cristiano, el preanuncio jubiloso de la Gloria de la Resurrección, de la que Él nos participó, precisamente, por medio de su Cruz. San Pablo fue muy consciente de esta gratitud debida, cuando exclama lleno de fe: “En cuanto a mí, ¡Dios me libre gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo!”(Ga 6,14).

Arrodillados por agradecimiento, porque sus heridas nos han curado, su muerte nos ha devuelto la vida, su angustia en el abandono nos ha restituido para siempre la esperanza, no importa cuántas sean las dificultades u obscuridades que la vida nos depare. Este agradecimiento llena nuestra mente y nuestros ojos de luz, y nos dará vista de águila para poder dedicarnos a obras de Amor, Justicia, Paz y Misericordia, en un ambiente tan complejo como éste, en el que nos toca vivir, porque nada escapa a la vista de Dios, el Altísimo que todo lo ve.

Con esta actitud del cuerpo y del alma, estaremos en las mejores condiciones para entrar en el misterio del Viernes Santo, y para la Via Crucis que seguirá a esta celebración. Pero estaremos sobre todo dispuestos a los sacrificios que en la vida nos corresponda ofrecer, porque “(…) el camino que propone Cristo es estrecho, exige sacrificio y la entrega total de sí: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mc 8, 34)”(2) .

Casi paradójicamente, una alegría infinita hara morada en nuestra alma, y nunca nos abandonará la Luz de Aquél que dio su vida por nosotros.

Que nos abra el corazón la intercesión piadosa de la Virgen Madre de Dios y Madre de la Iglesia, venerada hoy como la Mater Dolorosa, Madre de Dolores, a quien una espada le atravesó el corazón.


1.CANTALAMESSA, R., ofmcap., Predicación del Viernes Santo 2009 en la Basílica de San Pedro, “HASTA LA MUERTE, Y MUERTE DE CRUZ”, Ciudad del Vaticano, viernes, 10 de abril de 2009. Es la predicacion que pronunció el padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., predicador de la Casa Pontificia, durante la celebración de la Pasión del Señor, presidida por Benedicto XVI, el Viernes Santo de 2009 , en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
2.JUAN PABLO II, Audiencia general del miércoles 6 de septiembre 2000, Ciudad del Vaticano, n. 2.

viernes, 10 de abril de 2009

JUEVES SANTO EN LA CATEDRAL DE SANTA FLORENTINA

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El Jueves Santo fue celebrado en la iglesia catedral de Santa Florentina con el templo colmado de fieles. Presidió la Misa de la Cena del Señor nuestro Obispo Mons. Oscar Sarlinga, habiendo concelebrado el cura párroco, Pbro. Hugo Lovatto, el Pbro. Nestor Villa y el Pbro. Mauricio Aracena, Delegado de Liturgia. Asistieron los seminaristas diocesanos que realizan su actividad pastoral en Campana. No cesó el servicio de confesiones durante la tarde, durante la misa y después de la celebración.

Mientras tanto, desde la mañana del jueves se encuentran los jóvenes de la asociación “Santa María de la Estrella” en misión en sendos barrios de la jurisdicción de la parroquia de Santa Florentina, a saber Barrio Dallera y San Martín de Porres. La parroquia se encuentra en estado permanente de misión. Los jóvenes misioneros participaron de la misa.

En la homilía, el Obispo destacó el sentido del “lavatorio de los pies” en las culturas semíticas antiguas, y su expresión de humildad, total hospitalidad a quien llegaba de viaje, y entrega generosa del uso de la casa y de los bienes, y lo relacionó con el significado de las menciones al lavado de los pies en la Escritura, pasando luego al sentido espiritual del tema en el Evangelio de Juan, en el cual, dijo, ocupa el lugar que en la carta de San Pablo que se proclama ese día y en los evangelios sinópticos, ocupa el relato de la institución de la Eucaristía. Recalcó también el sentido místico del Lavatorio que Jesús efectúa, con la relación del Bautismo y la Eucaristía, y su entrega total en la Cruz, en el Sacrificio perpetuo y el Banquete enteramente ofrecido, pues así como “Dios ama al que da con alegría”, Él también da a su propio Hijo con alegría infinita, por nuestra salvación. Pidió, al mismo tiempo, orar por los jóvenes misioneros, y por todos aquellos que entraran en contacto con ellos, por las familias y por los más necesitados, poniendo en el Corazón Sacerdotal de Jesús todas las buenas intenciones y proyectos.

A continuación efectuó el rito del Lavatorio de los pies a doce hombres de la comunidad parroquial.

Terminada la Eucaristía, y luego de la primera adoración frente al altar mayor, el Obispo inició la procesión con el Santísimo y, bajo palio, se dirigió al “Monumento” que se hallaba preparado en la iglesia criptal de Santa Florentina y los Santos Padres de la Iglesia hispana, seguido por la comunidad de fieles, donde tuvo lugar la adoración y la reserva.

Gran cantidad de la comunidad presente permaneció en oración y otros regresaron para orar, pues la iglesia estuvo abierta hasta las 24.

El Obispo también anunció que el día viernes, con la meditación de la Pasión de Cristo, los jóvenes del grupo juvenil de la iglesia catedral junto con 20 jóvenes nuevos iniciaban el retiro “PASCUA JOVEN”, junto con el Pbro. Mauricio Aracena.

jueves, 9 de abril de 2009

MISA CRISMAL 2009

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El día miércoles santo por la tarde, luego de un encuentro fraterno de los sacerdotes en los salones de la iglesia catedral de Santa Florentina, y de la adoración al Santísimo Sacramento, tuvo lugar la celebración de la Santa Misa Crismal, presidida por S.E. Mons. Oscar Sarlinga, Obispo diocesano, y concelebrada por 70 sacerdotes, a la que asistieron numerosos diáconos y los seminaristas del Seminario «San Pedro y San Pablo».

El Obispo inició su homilía saludando a los presentes con saludo con las palabras del apóstol Pablo, «pues los llevo en mi corazón» (Flp 1, 7), dijo. A continuación mencionó que, “(…) misteriosamente, se reactualiza en los sacerdotes, hoy, la Gracia del Jueves Santo, de la institución de la Eucaristía y del sacerdocio. El sacerdote da lo que tiene, a Jesús, el Señor, porque, en efecto, como afirma el Concilio, “(…) al sacerdote se le pide a Cristo. Y de él tiene derecho a esperarlo, ante todo mediante el anuncio de la palabra. Los presbíteros, enseña el Concilio, tienen como primer deber el anunciar a todos el Evangelio de Dios”(1) .

Luego invitó a los sacerdotes a “recordar, con el corazón, el día de su ordenación, y todo lo que pusieron a disposición de Jesucristo en esa donación que hicieron de sí mismos”. Mencionó que quizá algunas cosas que ocurrieron en la vida sacerdotal pudieron no ser cómo se habían esperado, que tal vez se sufrieron momentos de dolor, desorientación o de pérdida del experimentar cómo Dios actuaba efectivamente a través del ministerio, pero que todo esto, “ya sea porque Dios lo quiso, por una razón misteriosa, o porque lo permitió, pasó a ser para nostros «historia sagrada»” y que además no quitaba un ápice de lo que Jesucristo siempre obró, efectivamente, a través de nuestro ministerio”. A continuación dijo que el sacerdote es hombre «de Dios» y «para Dios», tomado por Él «de entre los hombres» para el servicio de «Su pueblo». Hizo alusión después a que nuestro sacerdocio ministerial “(…) debe estar profundamente vinculado a la oración, radicado en la oración. La oración hace al sacerdote y el sacerdote se hace a través de la oración. Sólo podrá darlo en la medida en que el Señor Jesús viva en él por una vida de oración intensa, seria y responsable que lo lleve a la amistad con Él, a vivir arraigado inquebrantablemente en Él, porque nadie da lo que no tiene y que el primer campo de apostolado somos nosotros mismos”.

{mosimage}Pasó seguidamente a explicar que, como sacerdotes, hemos de dejarnos «enseñar por el Espíritu», porque así lo dice la Escritura: “El Espíritu Santo os lo enseñará todo” (cf Jn 14, 26), y que Él consumará la obra en nosotros, como lo afirma San Pablo (2). De resultas de lo cual, Mons. Sarlinga hizo una invitación a los sacerdotes: “Los invito a mirar, en comunión con toda la Iglesia, al Espíritu del Señor, que renueva la faz de la tierra (cf. Sal 104, 30), puesto que los desafíos pastorales son muchos, y no podemos estar al altura de los desafíos de la evangelización en este tercer Milenio si no es por el Espíritu Santo, con una verdadera conversión pastoral. Lo que en la plenitud de los tiempos se realizó por obra del Espíritu Santo, solamente por obra suya puede ahora surgir de la memoria viviente de la Iglesia, en su tradición viviente, que es la realización de la tradición apostólica en nosotros, como «embajadores de Cristo», que somos, según san Pablo (2 Cor. 5,20)” Siguiendo con la frase de la Escritura, a saber, que «El Espíritu Santo os lo enseñará todo» (cf. Jn 14, 26), refirió que “(…) muchas veces me han oído afirmar, quizá, que el primero y principal tratado viviente de Eclesiología es el Libro de los Hechos de los Apóstoles.

Viendo así a la comunidad apostólica primigenia, veamos también que en esta situación, es importante que nos dirijamos con nuestra mente y nuestro corazón al Cenáculo, para revivir el misterio de Pentecostés (cf. Hch 2, 1-11) y para permitir que el Espíritu de Dios nos lo enseñe todo, poniéndonos en una actitud de docilidad y humildad a su escucha, a fin de aprender la «sabiduría del corazón» (Sal 90, 12) que sostiene y alimenta nuestra vida”. Dijo después que dicha docilidad era necesaria por la Ley de la Encarnación y de la libertad del hombre, que Dios mismo había dispuesto.

Porque “(…) lo que sucedió entonces sigue aconteciendo en la comunidad cristiana de hoy. Gracias a la acción de Aquel que es, en el corazón de la Iglesia, la «memoria viva» de Cristo (cf. Jn 14, 26), el misterio pascual de Jesús nos llega y nos transforma. El Espíritu Santo es quien, a través de los signos visibles, audibles y tangibles de los sacramentos, nos permite ver, escuchar y tocar la humanidad glorificada del Resucitado”.

{mosimage}La última parte de su homilía consistió en la exhortación “(…) a reavivar en nosotros, junto con las promesas sacerdotales, los dones del Espíritu”. Estos dones, dijo, citando al Catecismo de la Iglesia Católica, “(…) pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas” (3).

Se refirió después el Obispo a “(…) la alegría radiante del Rostro de Cristo que ha de manifestarse en el sacerdote, a imagen del Buen Pastor, alegría interior que se da incluso cuando podamos vernos sometidos a la noche del dolor”. Dijo a continuación que “(…) a veces se vive un sacerdocio con fatiga (que no es lo mismo que el «buen cansancio» por el apostolado o, con agrietad, a la manera del triste rostro del abstemio que no ha bebido del «vino nuevo» de la Pascua de Jesucristo”. Pidió a los sacerdotes vivir “la «sobria embriaguez» del Espíritu” y los invitó en especial en la Misa crismal a pedir el don de la piedad y de la clemencia. Dijo también que, junto con una gran falta de misericordia, el mundo adolecía en especial de la piedad, y lamentó que esta palabra haya derivado en el significado de «lástima» cuando en realidad tiene que ver con el cuarto mandamiento, el honrar al padre y a la madre, a aquéllos a quienes estamos encomendados en la fe, a las instituciones que poseen el cometido fundamental de velar por el bien común y por instaurarlo en la sociedad, y viceversa, que también dice relación a la honra y el cuidado que han de tener los superiores por aquéllos que les han sido encomendados, cumpliendo su deber con alegría, como un muy buen padre de familia.

{mosimage}Dijo que “el don de la piedad sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios como Padre y para con los hermanos como hijos del mismo Padre. Clamar ¡Abba, Padre! extingue en el corazón aquellos focos infecciosos de tensión y de dolorosa división, como son la amargura, la ira incubada, la impaciencia, y que alimenta, en cambio, ese corazón nuestro con sentimientos de comprensión, de tolerancia, de perdón y por consiguiente de fraterna unidad de las almas”.

Culminó suplicando sobre todos la intercesión piadosa de la Virgen María, como «Madre de la Iglesia», Madre amorosa de la Iglesia, y recordó que ese título le fue conferido a la Ssma. Virgen por S.S. Pablo VI en 1967.


1.CONC. ECUM. VAT. II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 4.
2.«Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, rogando siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos vosotros a causa de la colaboración que habéis prestado al Evangelio, desde el primer día hasta hoy; firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús» (Flp 1, 3-6).
3. CEC 1831.

miércoles, 8 de abril de 2009

MENSAJE PASCUAL DE MONS. OSCAR D. SARLINGA 2009

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Queridos hermanos y hermanas en la fe, de esta diócesis de Zárate-Campana:

Hay una «Ausencia» que es una gran Presencia que atraviesa los siglos: “No está aquí, ha resucitado” (Lc 24, 5-6). «No está» en la tumba, porque «resucitó». Esas palabras nos grabaron a fuego, siguen resonando en nuestro ánimo, como nos lo dijera en 2006 el Santo Padre: «Non est hic, sed resurrexit» (Lc 24, 6). Desde aquella mañana, estas palabras siguen resonando en el universo como anuncio perenne, e impregnado a la vez de infinitos y siempre nuevos ecos, que atraviesa los siglos” (1).

Por eso, desde entonces, no hay «noche» en nuestra vida que no tenga una infinita Luz. El sufrimiento humano es redentor cuando lo unimos a la Pasión de Cristo. Nunca el sufrimiento ha de ser meramente pasivo, una pura y simple resignación sin sentido último. La alegría del Resucitado nos llena, incluso en medio de las dificultades. Por ello, el tiempo que comenzaremos a partir de la Vigilia, es el Día que hizo el Señor; Pascua es el misterio central de nuestra fe cristiana, el centro de nuestra vida, la Luz que nos guía, personalmente y como Iglesia, en el Espíritu. No estemos tristes, dejemos que nuestro corazón se llene de alegría, abrámoslo al gozo y a la paz, como lo afirma el Obispo y Doctor San Agustín, ante la expresión del Salmo: “Este es el día que hizo el Señor” (Sal 117 [118], 24), y dice: “(…) más sublime que todos, más luminoso que los demás, en el que el Señor resucitó, en el que conquistó para Sí un pueblo nuevo… mediante el espíritu de regeneración, en el que ha llenado de gozo y exultación las almas de todos” (2).

“Ha resucitado, no está aquí” (Mc 16, 6). Jesús, el Hijo del Dios Bendito, cumple su Pascua. Revela el significado del Paso, del Pésaj, confirma la palabra de su mensaje de salvación, mensaje de la Buena Nueva, del Evangelio. El Padre Amoroso, Dador de la Vida, no quiere la muerte (cf. Ez 18, 23. 32), porque Él “creó todas las cosas para la existencia” (Sab 1, 14). Él renueva hoy también nuestra vida. Dejémosla ser renovada por la Vida divina, abramos el corazón al Misterio de fe, pues “(…) ésta es una realidad misteriosa y escondida, que nadie conoce sino quien la recibe, y no la recibe sino el que la desea, y no la desea sino quien está inflamado en el fondo de su corazón por el Espíritu Santo que Cristo envió a la tierra” (3).

¿Querremos nosotros, queridos fieles de la Iglesia… querremos nosotros –decía- hacernos eco en nuestra vida de esas palabras, querremos de verdad dejar entrar en nuestros corazones la llama del Espíritu Santo que el Señor envió?. ¿Tendremos el coraje de pronunciar un renovado «sí»?. ¿Cómo nos damos cuenta de haberlo hecho de verdad?. La clave de comprensión, nos la da el Apóstol Pedro: «Fraternitatem diligite», quieran ser hermanos, amen la fraternidad, sean como hermanos (Cf 1 Petr. 2, 17).

Para vivir la fraternidad, hay que dejar entrar la infinita «novedad» de la Pascua: “Así, pues, festejémosla, no con la vieja levadura…, sino con los ácimos de la pureza y la verdad” (1 Cor 5, 8). Qué hermosa ofrenda a Dios, en este Año Paulino Universal, sería mandar fuera la vieja y enmohecida levadura, y renovar en nosotros la pureza y la verdad del Evangelio.

Nos ayude en esta intención la Virgen Madre, la que padeció junto a la Cruz, la que lo vio en su Pascua, la que reina junto a su Hijo. Que nos ayude a recibir el don de la fe y a acrecentarlo por la Gracia. Será para bendición de muchos, pues también dice San Pablo: “Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia” (Hch. 16,30s). El Señor nunca se deja ganar en generosidad; Él quiere a cada instante darnos «el ciento por uno». Claro, también la generosidad divina hay que aprender a aceptarla con humildad, y, sobre todo, con espíritu de alabanza y agradecimiento.

FELIZ Y SANTA PASCUA DEL SEÑOR
Con mi afecto y bendición,
+Oscar Sarlinga

Campana, 8 de Abril de 2009

(1) BENEDICTO XVI, Mensaje de Pascua del Papa antes de la Bendición Urbi et Orbi, Pascua de 2006.
(2) SAN AGUSTÍN, Sermo 168, in Pascha X, 1; PL 39, 2070.
(3) SAN BUENAVENTURA, Itinerarium mentis in Deum, cap. 7, 4: Opera omnia, ed. min. Quaracchi, 5, pág. 213.

lunes, 6 de abril de 2009

DOMINGO DE RAMOS EN LA IGLESIA CATEDRAL DE SANTA FLORENTINA

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Una gran cantidad de fieles se congregó en la iglesia catedral de Santa Florentina para la celebración principal del Domingo de Ramos, que tuvo lugar el domingo 5, a las 10 y fue presidida por el Sr. Obispo, Mons. Oscar Sarlinga, con la concelebración del cura párroco, Pbro. Hugo Lovatto, y de Mons. Santiago Herrera, pro-vicario general y Rector del Seminario “San Pedro y San Pablo”. La misa fue radiodifundida por la FM “Santa María” del Obispado. Las celebraciones de Semana Santa en la iglesia catedral estuvieron precedidas por las misiones de jóvenes en distintos barrios y sectores de la ciudad, como ya es habitual en la parroquia, considerada “en estado de misión permanente” y por retiros espirituales, tanto con jóvenes, guiados por el Pbro. Hugo Lovatto (quien a la vez es Delegado diocesano para la pastoral juvenil), así como por retiros con comunidades de barrio, como el predicado por el Pbro. Mauricio Aracena a la comunidad de San Martín de Porres, que tiene a cargo.

También, por vez primera se realizó una celebración penitencial comunitaria (naturalmente con confesión individual) al que acudieron para administrar el sacramento de la reconciliación varios sacedotes de la ciudad y de la Curia. La iglesia catedral cuenta con su cura párroco, Pbro. Hugo Lovatto, y dos vicarios parroquiales, Pbro. Mauricio Aracena y Pbro. Lucas Martínez, además de distintas instituciones, asociaciones de fieles, movimientos y grupos juveniles, misioneros, y dedicados a la caridad institucionalizada.

domingo, 5 de abril de 2009

Celebración del Domingo de Ramos en Belén de Escobar y despedida de las reliquias de Santa Margarita María Alacoque.

El día sábado 4 de abril el Sr. Obispo presidió la Eucaristía en las Vísperas del Domingo de Ramos, en la iglesia co-catedral de la Natividad del Señor, de Belén de Escobar, ocasión en que se despedía a las reliquias de Santa Margarita María Alacoque, que habían sido expuestas en distintos lugares de la diócesis, a comenzar ( el 25 de febrero) desde Nuestra Señora del Pilar (Pilar), el Monasterio de la Visitación (Pilar), la parroquia de San Antonio de Padua (Presidente Derqui), la iglesia catedral de Santa Florentina (Campana) y la misma iglesia de la Natividad, con una gran afluencia de fieles, en todos los casos, de familias, jóvenes, niños, adultos, ancianos, y con grandes frutos de fe y devoción.

La iglesia de la Natividad del Señor se encontraba totalmente repleta de fieles laicos, religiosas y en especial de familias. Concelebraron con el Sr. Obispo, el Vicario general, Mons. Edgardo Galuppo, el cura párroco, Pbro. Atilio Rosatte, Mons. Santiago Herrera, Mons. Marcelo Monteagudo y el Pbro. Jorge Munier, capellán externo de la co-catedral.

La homilía del Sr. Obispo la reproducimos a continuación:

VÍSPERAS DEL DOMINGO DE RAMOS Y DESPEDIDA DE LAS RELIQUIAS DE SANTA MARGARITA MARÍA ALACOQUE

Misa vespertina del sábado 4 de abril de 2009

Iglesia co-catedral de la Natividad del Señor Belén de Escobar
I
PEREGRINACIÓN DEL DOMINGO DE RAMOS

Nuestra vida cristiana es una peregrinación. Jesús entró peregrinando en Jerusalén. Marcos nos relata, siempre con su escueto y preciso lenguaje: “Muchos extendieron sus capas a lo largo del camino y otros ramas cortadas de los árboles. Tanto los que iban delante como los que seguían a Jesús gritaban: ‘¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Ahí viene el bendito reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en los altos cielos!”. También hoy nosotros aclamamos al Hijo de Dios bendito por los siglos: Hosanna, Hosanna al Hijo de David, el Hijo de Dios, la Buena Nueva de Salvación, que permite que lo aclamen para que crean y acepten el ingreso de salvación, aunque luego el mismo Jesús mande a callar cuando quieren proclamarlo Mesías, Hijo de Dios o Rey de Israel. Puesto que el Hijo de Dios Bendito debía dejar constancia de esa huymillación que San Pablo nos describe tan hermosamente en el himno de Filipenses 2, 6-11: que se humilló, se hizo uno de los nuestros, semejante en todo menos en el pecado.
Al inicio de esta Liturgia del Domingo de Ramos hemos interpretado el sentido simbólico de la procesión, con nuestras palmas y nuestros olivos, la cual constituye una representación del mismo seguimiento de Cristo. Pidamos hoy también las gracias necesarias para seguirlo, porque la expresión «seguimiento de Cristo» es una descripción de toda la existencia cristiana en general.
Manifestación que lo es de alegría y paz en la fe, porque podemos conocer a Jesús, porque Él nos permite ser sus amigos y porque nos ha dado la clave de la vida, el sentido primordial de todo y del todo. Esta alegría surge de la expresión de nuestro renovado «sí» a Jesús y de nuestra total disponibilidad a hacer lo que Él nos diga, a caminar con Él allí donde nos lleve[1], ponernos en la vía de Jesús, Camino, Verdad y Vida.
Un servidor se lo decía a ustedes, como porción del Pueblo de Dios que peregrina en esta diócesis, al inicio del Año Paulino, en la carta pastoral que les dirigí: “Desde esta perspectiva, este año de gracia 2008-2009 viene a consistir para nosotros en un ponernos en la vía de «Jesús-Camino», con la significación, por ende, de ser ocasión privilegiada para la pastoral, para todos los agentes de ésta (…) con el fin de profundizar en el pensamiento de San Pablo y en la obra de la gracia en él, de promover la lectura espiritual y los estudios acerca de las Cartas, paulinas, las cuales, en y desde el Espíritu, nos confirmarán en la fe, haciendo que podamos cada día crecer en el testimonio de vida de «hijos de la luz» (cf. Ef. 5,8), afianzándonos también en nuestra «cordial pertenencia a la Iglesia» (…). Ello nos afianzará, al mismo tiempo, en nuestra misión como evangelizadores (…) en la Justicia y en la Paz, en apertura amorosa al Espíritu del Señor”[2]. Hemos hecho un buen trecho de camino; hoy renovar nuestro empeño de caminar en Justicia y Paz, en el Espíritu de Cristo.

II
SEGUIR A JESÚS EN SU SAGRADO CORAZÓN

Seguimos a Jesús en su Amor y su Misericordia; esto es, su Sagrado Corazón. El origen histórico de la devoción al Sagrado corazón y su doctrina tienen su más primigenio origen en las palabras del mismo Jesús, cuando nos mandó imitarlo, describiéndose a sí mismo: “Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29). La misma manifestación del Calvario es una expresión de su Sagrado Corazón, cuando el Corazón de Jesús fue traspasado por la lanza del soldado, y de él manaron sangre y agua: “Al llegar a Jesús como vieron que ya había muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados con la lanza le atravesó el costado, y salió entonces sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y el sabe que dice la verdad, para que vosotros creáis también. Eso ocurrió para que se cumpliera la Escritura: No le romperán un hueso. Y otro pasaje que dice: “Mirarán al que traspasaron” (Jn. 19, 33-37).[3]
En cuanto a la devoción, nuestra América Latina tiene un punto de honor al respecto. el primer signo público devocional al Sagrado Corazón tuvo lugar en Brasil, al comienzo de la evangelización del inmenso país hermano, pues fue San José de Anchieta, llamado, el apóstol del Brasil[4], sacerdote de la Compañía de Jesús, quien dedicó al Sagrado Corazón una modesta iglesia en Guarapary, en 1552, cuya construcción se encuentra en la región «do Espiritu Santo», en la costa atlántica, al norte de Río de Janeiro. Los Padres Jesuitas fueron grandes difusores de la devoción al Sagrado Corazón, de raíz bíblica, patrística y de la tradición viviente de la Iglesia.
Hoy estamos reunidos en esta iglesia de la Natividad. Tenemos la gracia de contar aquí, delante de este ambón, con las reliquias de Santa Margarita María Alacoque (1647-1690) cuyas revelaciones (las que le hizo Jesús manifestado en su Sagrado Corazón) tuvieron lugar en Paray-le Monial (Francia), del 1673 al 1675. El sacerdote jesuita San Claudio de la Colombière, confesor de la hermana Margarita María, consideró auténticas las revelaciones, y, después de distintas vicisitudes de su vida, regresado en Francia, la enseñó a sus estudiantes, del cual era director espiritual.
El Papa Pío IX extendió la devoción a Fiesta Universal de la Iglesia, y todos los Papas desde entonces, León XIII en especial, junto con Pío XII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, lo han hecho. El mismo Concilio Vaticano II, si bien no se refiere expresamente al culto del Sagrado Corazón (y tampoco a la veneración de las reliquias, en este caso de Santa Margarita María), sí recomienda los ejercicios de piedad cristiana[5], e incluso hace alguna alusión explícita al Sagrado Corazón diciendo que el Hijo de Dios “amó con Corazón de hombre”[6], y que “(…) el nacimiento y desarrollo de la Iglesia, están simbolizados en la sangre y el agua que manaron del costado abierto de Cristo crucificado” [7].
Las reliquias han recorrido nuestra diócesis, a comenzar desde Nuestra Señora del Pilar, luego el Monasterio de la Visitación, después la parroquia de San Antonio de Padua (en Presidente Derqui), seguidamente la iglesia catedral de Santa Florentina, en Campana, y luego esta iglesia co-catedral de la Natividad del Señor. En todos lados, centenares y miles de personas, jóvenes, niños, adultos, ancianos, familias enteras, han participado, orado, se han acercado a los sacramentos, y han crecido en la pertenencia cordial a la Iglesia.

III
PEREGRINANDO CONCRETAMENTE EN LA VÍA DE JESÚS-CAMINO EN NUESTRA DIÓCESIS

En razón de la futura consagración al Sagrado Corazón, ya hoy, a inicios de la Semana Santa, nos preparamos para la Festividad de Nuestra Señora de Luján, Patrona de la Argentina y Patrona de esta diócesis de Zárate-Campana (con sus partidos de Belén de Escobar, Campana, Zárate, Pilar, Exaltación de la Cruz, Santiago del Baradero y San Antonio de Areco). La festividad será celebrada en esta iglesia co-catedral de la Natividad del Señor, de Escobar, el sábado 9 de mayo a las 16. Durante la mañana, habrá tres áreas de reflexión, trabajo y festividad: I. La Pastoral Juvenil y la Delegación de las Misiones; II. La Delegación de Catequesis; III. Caritas y la Pastoral Penitenciaria.
Al final de la Misa, ese 9 de mayo, consagraremos nuestra diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, de manos de María, Nuestra Madre de Luján. Lo hemos reflexionado durante tres años, junto con el Consejo Presbiteral, el Consejo Pastoral, y distintos organismos diocesanos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, seminaristas.
Esta previsión ha de hacernos crecer en la caridad compartida, no menor es la participación en la «caridad institucionalizada de la Iglesia». Por ello nos preparamos también para la colecta de Caritas, con el lema: «Es posible. Tu solidaridad transforma. Compartir nos hace bien», que tendrá lugar el sábado 28 y el domingo 29 de mayo de este 2009. Hay hermanos nuestros que sufren, como decía Juan Pablo II en la exhortación Christifideles laici[8] “El hombre está llamado a la alegría, pero experimenta diariamente tantísimas formas de sufrimiento y de dolor”. A ese respecto, agregaba luego el citado Papa, refiriéndose al sínodo de 1987: «Ustedes, los abandonados y marginados por nuestra sociedad consumista; ustedes, enfermos, minusválidos, pobres, hambrientos, emigrantes, prófugos, prisioneros, desocupados, ancianos, niños abandonados y personas solas; ustedes, víctimas de la guerra y de toda violencia que emana de nuestra sociedad permisiva: la Iglesia participa del sufrimiento de ustedes, que conduce al Señor, el cual los asocia a su Pasión redentora y los hace vivir a la luz de su Redención. Contamos con ustedes para enseñar al mundo entero qué es el amor. Haremos todo lo posible para que encuentren el lugar al que tienen derecho en la sociedad y en la Iglesia»[9]
El dolor es salvífico si nos unimos a la Pasión de Cristo. Al mismo tiempo, es verdad también que no es voluntad de Dios que sus hijos vivan situaciones sub-humanas, de cualquier orden que fuere. Por eso tenemos que poner la mente, el corazón y el hombro, para hacer cada día una sociedad más justa y más digna del ser humano. Pues, si una parte del mundo se siente extraña al cristianismo, el cristianismo no se siente extraño al mundo en absoluto, antes bien, la misión del cristianismo en medio de la humanidad es una misión de amistad, de comprensión, de ánimo, de promoción humana integral, de elevación: es decir, una misión de salvación, en camino a la salvación eterna, que ya ha llegado con la presencia del Reino. Para lo cual, tenemos que ponernos a hacer lo que Él, el Señor, nos diga, desde la fuerza de la Eucaristía, que nos adentra en el acto oblativo de Jesús; es de ese modo como nos implicamos en la dinámica de su entrega[10], dejando que desde su interior, del cual brotan ríos de agua viva (Cf Juan 7, 38) vengan a nuestro interior sus mismos ríos de agua vivificante que nos hacen renacer.
De tal modo, cuando Cristo resucitado se hace presente en la vida de las personas, de nosotros concretos, como seres de carne y hueso, y nos da su Espíritu (cf. Jn 20, 22), cambiamos completamente, llegando a ser de modo pleno nosotros mismos, elevados por la Gracia. Como San Pablo, citando una vez más su caso, puesto que festejamos su Año Jubilar, puesto que llegó a ser particularmente significativo su ejemplo: la luz que lo deslumbró en el camino de Damasco hizo de él un hombre más libre de lo que había sido; libre con la libertad verdadera, la del Resucitado ante el que había caído por tierra (cf. Hch 9, 1-30). Tenemos que leer los católicos la Sagrada Escritura, meditarla, degustarla. Les recomiendo mucho el Libro de los Hechos de los Apóstoles. La experiencia que vivió Pablo le permitió escribir a los cristianos de Roma: «Libres del pecado y esclavos de Dios, fructifican ustedes para la santidad; y el fin, la vida eterna» (Rm 6, 22).

Que así sea para nosotros, en este comienzo de la Semana Santa del 2009, con la protección materna de la Siempre Virgen Madre de Dios, María Santísima, Madre de la Iglesia, de San José, y de Santa Margarita María Alacoque, cuyas reliquias hoy despedimos en este templo co-catedral. Que tengan bendición, paz, salud, unión familiar, y todos los bienes que con fe han venido a pedir en esta Eucaristía.

Amén.

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[1] Cf BENEDICTO XVI, Homilía en el Domingo de Ramos (JMJ 2007): “Seguir a Cristo!”. Homilía que pronunció el Papa Benedicto XVI en la solemne celebración litúrgica del Domingo de Ramos. En la misa, que presidió en la Plaza de San Pedro del Vaticano, participaban jóvenes de Roma y del mundo con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, que en este año llevaba por tema: "Como yo os he amado, así amaos también vosotros los unos a los otros" (Juan 13,34

[2]AÑO PAULINO UNIVERSAL en la DIÓCESIS de ZÁRATE-CAMPANA, Carta pastoral de monseñor Oscar Sarlinga, Obispo de Zárate-Campana, con motivo del Año Paulino (13 de junio de 2008), I – Proclamación del Año Paulino Universal , en la vía de «Jesús-Camino», en http://www.aica.org/index2.php?pag=sarlinga080613

[3] Del Corazón del Mesías hablan los Profetas, poniendo en su boca estas expresiones: “Porque Yavé está a mi diestra, se alegra mi corazón” (Sal. 16,9). “Todos mis huesos están dislocados, mi Corazón es como cera que se derrite dentro de mis entrañas” (Sal. 22,15). “Dentro de mi corazón está tu ley” (Sal. 40,9). “El oprobio me destroza el Corazón” (Sal. 69,21). También el Nuevo Testamento hace referencias al Corazón de Cristo: “Aprende de mí, que soy de Corazón manso y humilde” (Mt. 11,29). “Un leproso se le acercó, suplicándole de rodillas: Si quieres puedes curarme. A Él se le conmovió el Corazón” (Mc. 1,41). “Se le conmovió el Corazón porque estaban como ovejas sin pastor” (Mc. 6,34). “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba, si cree en mí. Pues como dice la Escritura: brotarán de su Corazón ríos de agua viva” (Jn. 7,37-39). “Dios es testigo de cómo os quiero en el Corazón de Cristo Jesús” (Fil. 1,8). Es interesante observar en el texto citado de San Pablo, que toma como modelo y centro del amor entre los cristianos el amor de Cristo simbolizado en una parte de su cuerpo, su Corazón. Y en el texto de San Juan, aparece su Corazón, (que simboliza su amor) como la fuente del Espíritu que nos había de enviar (Cfr. Jn. 15,26) y a la que nos invita a acudir. Esto es ya iniciar toda una espiritualidad del Corazón de Jesús. Pero queda otro texto, el más profundo, aunque no mencione expresamente el Corazón: “Al llegar a Jesús como vieron que ya había muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados con la lanza le atravesó el costado, y salió entonces sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y el sabe que dice la verdad, para que vosotros creáis también. Eso ocurrió para que se cumpliera la Escritura: No le romperán un hueso. Y otro pasaje que dice: “Mirarán al que traspasaron” (Jn. 19, 33-37). San Juan, en su Evangelio, tiene cuidado de suplir las lagunas de los sinópticos, y aquí llama la atención en narrar este hecho: contrapone los designios de los hombres de quebrarle las piernas, al plan de Dios, tan importante que está doblemente profetizado por la Escritura; y sobre la lanzada que hace brotar sangre y agua, apela repetidamente a la veracidad de su testimonio; y todo para que creamos. En Juan 7,39, se anuncia el misterio del Espíritu que se nos había de dar. En Jn. 19,34, se nos da ese Espíritu, sale ya aquella agua prometida. Es decir, con la muerte de Cristo, muerte por amor completada y simbolizada en el Corazón traspasado, se consuma nuestra redención y el nacimiento de la Iglesia, del cuerpo místico de Cristo, o sea de nuestra incorporación a Cristo, y por Cristo a Dios.

[4] José de Anchieta s.j. (1534-1591), cuya vida y obra sería muy interesante que conociéramos más y mejor los propios católicos, nació en Santa Cruz de Tenerife di Canarias. Estudió en la universidad de Coimbra (Portugal) y se convirtió en un excelente humanista del Renacimiento. Obtuvo de sus superiores el ser enviado al Brasil, habiendo desembarcado en Salvador de Bahia en 1552. Fue evangelizador y defensor de los indígenas. Tanto las ciudades de San Pablo como la de Río de Janeiro lo consideran su fundador. Es considerado el creador de la literatura brasileña. A él se debe la primera gramática de la lengua «tupi»: "Arte de gramatica da lingua mais usada na costa do Brasil" e incluso compuso dramas para el pueblo en las lenguas tupí y guaraní, y luego, en momentos de peligro para su vida, en manos de los "peroig", antropófagos, compuso un poema en honor de la Madre de Dios, "De B. Virgine Dei Matre Maria".

[5] Cf. CONC. ECUM. VAT. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 13.

[6] CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 22.

[7] CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, 3.

[8] JUAN PABLO II, Exh. apost. Christifideles laici, Cap. IV. Los obreros de la viña del Señor, n. 53

[9] SYNODUS EPISCOPORUM (1987) VII Asam. Gen. Ord., Per Concili semitas ad Populum Dei Nuntius, 12, en Ibid.

[10] Cf BENEDICTO XVI, Enc. Deus caritas est, 13.

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Al término de la celebración, dirigió unas palabras el Pbro. Atilio Rosatte, cura párroco, contando con sencillez y verdad las experiencias que había notado entre los fieles durante la presencia de las reliquias en la iglesia, y destacando tanto la cantidad de feligresía que se hizo presente, así como el sentido espiritual que encontró, de mirar a las reliquias, e inmediatamente mirar a Jesús en el Sagrario, y que vio en muchos fieles. Mons. Oscar Sarlinga tuvo unas especiales palabras de agradecimiento para con el P. Édouard Marot, Rector de la Basílica del Sagrado Corazón (en Paray-le-Monial) y la Sra. Alicia Beauvisage, ambos grandes promotores del transferimiento de las reliquias en las distintas diócesis, y asimismo para con las personas que ayudaron a la organización del traslado de éstas desde los distintos puntos de la diócesis.
Luego de la bendición final, el Obispo y los sacerdotes se acercaron a venerar las reliquias de Santa Margarita María Alacoque, luego de lo cual, lo hizo -nuevamente- toda la feligresía presente.
Mons. Oscar Sarlinga volverá a Belén de Escobar para la celebración de la Vigilia de Pascua, que tendrá lugar a las 21.
En cambio, celebrará en la iglesia catedral de Santa Florentina la misa crismal, el jueves santo, y el viernes santo (la celebración de la Pasión, así como la participación en la gran via crucis, desde la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen, de los Padres Rogacionistas, hasta la iglesia catedral, tradicional en la ciudad). El Domingo de Pascua celebrará la misa con las Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta, en Zárate.

jueves, 2 de abril de 2009

MISA DE ACIES DE LA LEGIÓN DE MARÍA, EN BELÉN DE ESCOBAR

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Con la iglesia co-catedral rebosante de fieles pertenecientes a la Legión de María, tuvo lugar desde temprano el día domingo 29 el ACIES diocesano, con proveniencia de las distintas comunidades de la diócesis. La liturgia estuvo animada por el grupo “Il Cenacolo” de Exaltación de la Cruz. La Santa Misa fue presidida por Mons. Oscar D. Sarlinga y concelebrada por Mons. Edgardo Galuppo y el Pbro. Nestor Villa, asesor diocesano de la Legión de María desde hace 32 años.

ACIES DIOCESANO 2009-COCATEDRAL DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

El mismo tendrá lugar el 29 de marzo, participando los 2 Comitia (distritos mayores) de la LEGIO MARIAE, asociación internacional de apostolado seglar fundada en 1921 en Irlanda, y de gran arraigo en nuestra diócesis.

Cada año en fiesta de la Anunciación del Señor, o el domingo más próximo, se efectúa esta asamblea solemne, de devoción y espiritualidad que culmina con la Santa Misa, a celebrarse por el señor obispo Monseñor Oscar Sarlinga en la CoCatedral Natividad del Señor de Belén de Escobar el domingo 29 de marzo a las 17 horas. La Legión está presente en todos los partidos diocesanos y, a pedido de señores obispos se ha extendido por Rojas, Pergamino, Neuquén, Gualeguaychú y otras localidades.

Los dos , congregan 89 centros de base, de los que 63 están agrupados entre si en lo que se llama , con un total de 686 socios activos y 3680 auxiliares. Cuenta también con un número fluctuante de niños que aún no están en edad de integrar los cuadros legionarios pero se los forma para ello. El apostolado se dirige a todos los sectores sociales, especialmente en visitas domiciliarias y a enfermos y también se sostienen obras asistenciales para brindar catequesis a madres solteras, niños, padres de adictos y víctimas de depresión.

La formación de los oficiales es permanente, ya sea en las reuniones semanales de base, como en las mensuales de . Y a través del Congreso anual que convoca a todos sus miembros, en la foto, un oficial en el último congreso explica la estructura de la Legión. A ello contribuye la presencia mensual en ambos distritos del Director Espiritual Diocesano Pbro. Dr. Néstor Daniel Villa.

miércoles, 1 de abril de 2009

COLACIÓN DE LA MEDALLA



Como lo habíamos anunciado, nuestro Obispo Mons. Oscar Sarlinga acudió a la localidad de Manuel Alberti (partido de Pilar) para el conferimiento de la medalla "pro Ecclesia et Pontifice" que la Santa Sede otorgó al R.P. Tomás Llorente.

El acto tuvo lugar en el gran gimnasio del Colegio "María Madre Nuestra", y estuvo precedido de la celebración de la Santa Misa, de la que participaron unas 3.000 personas, padres, madres, alumnos del colegio, directivos, gente de los barrios y de los centros pastorales y de promoción social, y amigos del P. Tomás. La misa fue concelebrada por 15 sacerdotes, entre los cuales Mons. Galuppo, vicario general, Mons. Santiago Herrera, Mons. Ariel Pérez, Mons. Monteagudo, Mons. Justo Rodriguez Gallego, el P. Gabriel Micheli (vicario parroquial con encargos especiales para la educación católica) y el P. José Luis, MSF, vicario parroquial, junto con sacerdotes de los Misioneros de la Sagrada Familia. Participó también un grupo de seminaristas diocesanos del Seminario "San Pedro y San Pablo" y algunos novicios del mencionado Instituto Religioso. También se hicieron presentes las religiosas que realizan su apostolado en Manuel Alberti. El Sr. Intendente de Pilar, imposibilitado de asistir, envió un cálido mensaje a través de su representante personal, quien hizo entrega al Padre de un regalo conmemorativo (una hermosa cruz de madera con incrustaciones de plata) de parte del Municipio.
Como sorpresa para el P. Tomás Llorente, sus dos hermanas y su hermano de España vinieron del citado país para su celebración. El ágape fraterno se realizó en el Country Club Tortugas, del cual el P. Tomás Llorente es capellán desde más de 30 años.
Luego de permanecer dos días en la parroquia de San Antonio de Padua, de Presidente Derqui, donde el vicario general Mons. Galuppo y el cura párroco, Pbro. Oscar Iglesias (Decano de Pilar) celebraron dos misas el día sábado, a las 16.30 y a las 19, con la iglesia repleta de fieles, además de haber permanecido un grupo estable de unas 30-50 personas durante la noche en velada de oración, las reliquias de Santa Margarita María de Alacoque llegaron el domingo 29 a la iglesia catedral de Santa Florentina, en Campana, para la misa de 19, primera misa del neo-sacerdote Lucas Martínez, ordenado por S.E. Mons. Oscar Sarlinga el sábado por la mañana.
Las reliquias permanecerán en la catedral de Santa Florentina hasta su traslado a la iglesia co-catedral de la Natividad del Señor (en Belén de Escobar) donde, como despedida, será celebrada la misa de las vísperas del Domingo de Ramos, por el Sr. Obispo Oscar Sarlinga, el sábado 4 de abril a las 19. Tanto los sacerdotes como las distintas comunidades visitadas (Nuestra Señora del Pilar, el Monasterio de la Visitación, la iglesia catedral y, próximamente, la iglesia co-catedral) han manifestado su grato asombro ante la gran cantidad de fieles que se hicieron presentes para orar y presentar sus vidas y sus familias al Sagrado Corazón de Jesús, ante las reliquias de quien fue su confidente y depositaria de su mensaje.

NUESTRO OBISPO OTORGA HOY POR LA TARDE LA MEDALLA CON LA CRUZ

Como ya hemos informado en ediciones precedentes, nuestro Obispo de la diócesis de Zárate-Campana (dentro de la cual se incluye el partido de Pilar) Mons. Oscar D. Sarlinga, ha solicitado de la Santa Sede algunas distinciones pontificias (entre las cuales los títulos de “capellanes de Su Santidad”, mediante los cuales se incorporan a la Casa Pontificia, Mons. Edgardo Galuppo y Mons. Justo Rodríguez Gallego, cura párroco de Maquinista Savio).Por su parte, el P. Tomás Llorente, vicario general con encargo para educación católica, fue galardonado con la medalla Pro Ecclesia et Pontifice, que el Obispo Mons. Sarlinga le conferirá esta tarde del 27 de marzo, luego de la misa de las 19, en el auditorio del colegio “María Madre Nuestra” en Manuel Alberti, del partido de Pilar.La mencionada medalla con cruz Pro Ecclesia et Pontifice fue instituida por León XIII en julio de 1888, en la celebración de sus cincuenta años de ordenación sacerdotal. Premia la fidelidad a la Iglesia y el servicio a la comunidad eclesial. Consistía en una cruz octogonal con la flor de lis y con la imagen de dicho Papa, rodeada por la frase «Leo XIII p.m. anno X» (año diez de su pontificado). En el reverso figuran los emblemas papales y el lema «pro Deo et pontifice». El Papa Pablo VI cambió el emblema del Papa León XIII por la efigie de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.Nuestro Obispo ha mencionado que solicitó dicha condecoración pontificia para el R.P. Tomás Llorente por su acción evangelizadora y social en la populosa localidad de Manuel Alberti, y la dedicación a los más pobres y desprotegidos a través de la elevación por la educación de excelencia para los más necesitados en el colegio “María, Madre Nuestra”.Participan de la misa 1.500 personas, con diversos invitados especiales de la diócesis y del ámbito nacional. El Intendente Humberto Zuccaro, quien se ve imposibilitado de asistir, ha enviado un cordial mensaje y un representante personal para este evento.