viernes, 17 de octubre de 2008

En el octubre misionero 2008, Mons. Oscar Sarlinga envía a los organismos diocesanos algunos aportes para la pastoral de conjunto, acerca del kerygma

APORTES PARA LA PASTORAL DIOCESANA

El Kerigma:

La urgencia del Primer Anuncio

Es necesario, en la vida de la Iglesia, volver a lo esencial, a lo más nuclear de la evangelización: el Primer Anuncio de Jesucristo, base para todo proceso de educación en la fe. Esta propuesta se fundamenta en la Sagrada Escritura, en cuyos textos se encuentra una estructura lógica del Kerigma: el Anuncio de Jesucristo encarnado en la historia; la interpretación del significado de la salvación; la proclamación de la fe en Jesucristo; la exhortación a la conversión.

El Kerigma debe acompañar todos los procesos evangelizadores, y debe tener como fundamento la Biblia y la interpretación del magisterio de la Iglesia, además de la contemplación y el discernimiento de las comunidades en su propia cultura, privilegiando siempre a los más pobres.

1. INTRODUCCIÓN

¿Cómo iniciar el anuncio del Evangelio a las personas y grupos de nuestro tiempo y cómo darle término?

Hay un sentir general entre pastores y catequistas: en nuestros pueblos de América Latina algo ha pasado y está pasando ya que las personas que han recibido la fe no logran expresarla claramente, otras ni siquiera se plantean clarificarla porque están envueltas en la indiferencia religiosa y algunas que preguntan sobre lo fundamental del mensaje cristiano no encuentran la respuesta que satisfaga sus preguntas. ¿Qué hacer?

Las respuestas, quizás, no sean tan palpables, pero sí tenemos una convicción: “Nuestra catequesis tiene un punto común en todos los medios de vida; tiene que ser eminentemente evangelizadora, sin presuponer una realidad de fe, sino después de oportunas constataciones” (Documento de Medellín 8,9). Esta afirmación de los obispos latinoamericanos en Medellín en 1968 sigue teniendo vigencia.

Nuestra convicción es que hay que volver a lo esencial, a lo más nuclear de la Evangelización; pero ¿qué es lo más nuclear, lo esencial? Es sin duda, el anuncio de Jesucristo, base para todo proceso de educación en la fe.

Las siguientes reflexiones pretenden ser un aporte a la búsqueda por entender el Kerigma como el primer anuncio de Jesucristo para que una persona pueda pasar de la “no fe” a la fe, de la indiferencia religiosa a vivir y expresar que Jesús es el Señor. Sobra decir que no es una investigación exhaustiva sino un instrumento de trabajo, una reflexión que nos lleve a lo que realmente es importante: que se conozca a Jesucristo para que conociéndolo, se lo ame.

2. DESCRIPCIÓN DEL KERIGMA

Alrededor del concepto sugestivo del “Kerigma” se utiliza un buen número de términos para expresar, si no lo mismo, acciones y dimensiones de la evangelización parecidos tales como “Primer Anuncio”, (Directorio General de Catequesis, DGC 61) “Precatecumenado” (RICA 9-13), “Catequesis kerigmática o pre-catequesis”. Se utilizan también otros términos tales como “Primera Evangelización”, “Pre-evangelización”, “Evangelización”.

La Evangeli Nuntiandi al hablar del primer anuncio a los que están lejos dice: “La Iglesia lleva a efecto este primer anuncio de Jesucristo mediante una actividad compleja y diversificada, que a veces se designa con el nombre de ‘Pre-evangelización’, pero muy bien podría llamarse Evangelización, aunque en un estado inicial e incompleto” (EN 51).

Ahora queremos centrar nuestra atención en la palabra misma: “Kerigma”, palabra que hoy es parte del lenguaje catequético.

A. Origen de la palabra

El sustantivo “kerigma” viene del verbo griego “Keryssein”, de ahí “Keryx”. Evoca la imagen de un personaje que llega a la plaza pública para proclamar de forma oficial y autorizada alguna disposición de la autoridad, pidiendo al mismo tiempo la sumisión de los ciudadanos a tal disposición. En las antiguas culturas, esta disposición tenía una función importante. Se trata entonces de un “heraldo”, de un “pregonero” que tiene un lugar en la corte; todo príncipe tiene su heraldo.

El heraldo debía tener, como condición primera, una hermosa voz, pero también el cuidado de “ser la voz” del que lo enviaba, era portavoz de su señor. El heraldo tenía una connotación político religiosa, con una importancia sacral.

B. Kerigma en la Sagrada Escritura

En general, la concepción del heraldo es extraña en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento “Keryx” reaparece, pero pierde la importancia que tenía en el mundo griego; ahora el acento se pone, no sobre el que anuncia o proclama la Palabra, sino en Dios mismo, que es su origen.

Los mensajeros de Jesús no tienen inmunidad; son ovejas perseguidas por el lobo (Mt 10,16). El término Keryssein, se usa, ya no con el sentido griego de mantener una voz armoniosa y altisonante con hermosas palabras, dando una exhortación, una instrucción o un sermón edificante, sino que el verbo pasa a significar proclamar”.

Tiene importancia el anuncio mismo (Kerigma) pero en cuanto proclama lo esperado por los profetas del Antiguo Testamento. Lo que es verdaderamente nuevo es el anuncio por medio del cual viene el “Reino de Dios”.

El punto central del Kerigma en el Nuevo Testamento será entonces el “Reino de Dios”, pero la predicación no es una conferencia que ilustre exegéticamente la esencia del Reino de Dios sino la proclamación de un acontecimiento en el sentido de un concepto dinámico.

El kerigma, más que la recitación de un credo, es la proclamación de un acontecimiento que llega a la sociedad como algo totalmente nuevo: el Reino de Dios, salvación para todos, pero sobre todo para los pobres. Una comunidad de seguidores de Jesús será auténtica donde los pobres se “sienten a gusto” porque Dios “derribó de sus tronos a los poderosos y engrandeció a los humildes” (Lc 1,36); de hecho cuando la Iglesia incide más en lo social, desde el mensaje de Jesucristo, es bien aceptada y reconocida.

En el Nuevo Testamento la palabra Keryssein (Keryso) aparece en Mateo 9 veces, en Marcos 14, en Lucas 9; en los Hechos de los Apóstoles 8, en San Pablo 19. Nos fijamos especialmente en los textos según los destinatarios.

a) Kerigma dirigido a los hebreos:

Hechos 2,14-33. Discurso de Pedro el día de Pentecostés.

Hechos 3,12-26. Discurso de Pedro después de sanar a un paralítico.

Hechos 10,34-45. En casa de Cornelio.

Hechos 13,16-41. Pablo en Antioquía de Pisidia.

b) Kerigma dirigido a los paganos. 1Tesalonicenses 1,9-10. Conversión al Dios vivo.

Hechos 14,15-18. Pablo en Listra. Hechos 17,22-31. Pablo en el areópago.

c) Otros.

1Corintios 15,3-11. El más antiguo.

Efesios 1,3-14. Cristo, noticia que salva.

El contenido fundamental de los textos se puede resumir en los siguientes puntos:

* Ha llegado el tiempo en que se cumplen las promesas proféticas: el Reino de Dios está cerca.

* Estas promesas se realizan en las obras de Jesús y muy especialmente en su muerte y resurrección.

* Como Jesús resucitado ha sido exaltado, colocado a la derecha de Dios, se ha convertido en el Mesías y Señor.

* El Espíritu Santo se convierte en el signo del poder presente y gloria de Jesucristo resucitado.

* La etapa mesiánica tendrá cumplimiento con la venida de Jesucristo.

En los textos encontramos una estructura lógica que podríamos llamar fundamental:

* En primer lugar hay un momento de referencia a Jesucristo encarnado en la historia, se parte de la humanidad de Jesús.

* Luego hay una interpretación del significado del acontecimiento salvífico ocurrido en Jesús. Los apóstoles interpretan lo que ha ocurrido y esa interpretación se convierte en norma para todas las generaciones de cristianos.

* Sigue una convalidación y confesión de Jesucristo.

* Finalmente un momento exhortativo, sin llegar a querer imponer la fe.

3. el kerigma DESDE LA PASTORAL

¿ Cuáles son las concepciones más comunes sobre el kerigma?

Desde nuestro punto de vista podemos enumerar tres posiciones que subyacen tanto en la práctica pastoral como en los materiales utilizados en la catequesis.

Una primera concepción es reducir el Kerigma solamente a frases cortas bien hechas o a sumarios estratificados, de los que se espera que puedan ejercer una eficacia casi automática en los oyentes. La indiferencia de muchos, sin embargo, presenta objeciones a esa visión. ¿No será que nos dejamos influir por una cultura del slogan, del anuncio espectacular, del sistema mercadotécnico?

Una segunda concepción del Kerigma es entenderlo como una “panacea única”, pensando que es la solución a todo problema pastoral que se presenta en nuestro tiempo, y así todo se engloba en el primer anuncio, olvidando otros momentos del proceso evangelizador, igualmente importantes, como la etapa catequético-catecumenal y la pastoral que alimenta la vida diaria de la comunidad.

Y la tercera, que es muy parecida a la anterior, confunde todo un proceso evangelizador con el Kerigma. Esto lo vemos en los subsidios mismos, en los materiales auxiliares que al hablar del Kerigma, es tan grande su extensión que abarcan todo el proceso. Estas posturas responden sin duda a las diferentes situaciones en las cuales el catequista evangelizador se encuentra inmerso. Creemos que es necesario llegar a consensos partiendo del punto de referencia obligado que es la Sagrada Escritura, siguiendo con fidelidad al Magisterio como su garante de interpretación y teniendo en cuenta la experiencia misma de fe, esperanza y caridad de nuestro pueblo cristiano.

¿De dónde partimos en nuestra reflexión?

Partimos de la convicción de que el Kerigma es, para toda nuestra Iglesia, una de sus formas de vida y actividad esenciales, imprescindibles e insustituibles (cfr. RM 44) y de que es una dimensión de la Palabra misma de Dios, pero es inconcebible sin el Espíritu, sin la fe y sin el testimonio; tampoco debe estar desconectado de otras tareas de la Iglesia, tales como la liturgia y la atención a los más pobres de nuestra sociedad.

En un sentido amplio, entonces, el Kerigma abarca todo el ámbito del servicio de la Palabra: evangelización, misión, catequesis.

¿Dónde se sitúa dentro del Proceso Evangelizador?

Es ya común en la reflexión pastoral considerar a la Evangelización como proceso y como realidad “rica, compleja y dinámica” (CT 18). Este proceso se estructura en tres momentos principales: el Kerigmático o primer anuncio, también llamado misionero, el Catequético en donde se madura la fe inicial y la Dimensión Pastoral.

Así tenemos que una dimensión es la que llama a la fe, que es el Kerigma, otra la acción pastoral que alimenta la fe de la comunidad cristiana y la catequesis que es como el eslabón entre ambas y que viene a fundamentar toda la vida cristiana (cfr. DGC 64).

¿Cómo se puede definir el Kerigma?

En sentido estricto, hablamos de una dimensión o momento privilegiado de la acción misionera en el que se manifiesta el núcleo mismo del misterio cristiano: la persona de Jesucristo, muerto y resucitado. Se subraya aquí el elemento dinámico que no se reduce a una etapa.

Podemos definirlo como “el hecho dinámico y progresivo de la salvación actuada por Cristo, en cuanto proclamado desde la Iglesia, en cuyo seno se realiza visiblemente la fuerza operante del Espíritu. Es proclamado por los enviados con la autoridad de las Iglesias”. Es pues, el anuncio del mensaje central del Evangelio a los hombres y mujeres de hoy en orden a la conversión.

El objeto último del Kerigma es toda la revelación de Dios pero como “condensada” en el Misterio Pascual, punto de referencia de todo el cristianismo. El punto central es, entonces, la persona de Jesucristo. Con su obra hace presente y actualiza la palabra divina encarnada en Él.

Los contenidos centrales del Kerigma

La finalidad primaria de la proclamación del Kerigma es dar acceso a la fe, conociendo las verdades de la fe, y también los ritos y las costumbres de la Iglesia. Se proclama el Kerigma en vistas a la adhesión de una persona a la fe en Jesucristo. Es un acto, una intervención viva y actual de Dios por la palabra del agente evangelizador. El primer gran momento de la evangelización consiste en la conversión al Dios vivo, creador de cielo y tierra. Por esto, debe haber una repercusión fuerte en los contenidos mismos porque la presentación del mensaje kerigmático difiere cualitativamente de la Catequesis que es una fundamentación más extensa. Decimos entonces que el Kerigma tiene una estructura “elemental”, la cual, más que lecciones o conferencias (sin excluirlas de ningún modo, porque hacen a la formación integral) son sobre todo invitaciones al diálogo primero con la persona de Jesucristo (para lo cual la formación ayuda grandemente).

Algunos proponen estructurar los contenidos en dos momentos o fases:

Una fase inicial centrada en la cálida acogida del agente evangelizador a la persona que busca encontrarse con Jesucristo, seguida de un proceso de abandono de los ídolos para volverse al único Dios vivo y verdadero.

Una segunda fase centrada en la predicación de la Buena Nueva; se trata de un anuncio explícito de Jesucristo que gira en torno a los núcleos del Nuevo Testamento (cfr. EN 27). Este momento que quiere suscitar el encuentro con Jesucristo pasa normalmente por encuentros humanos concretos, portadores del Evangelio que lo viven, lo testimonian y lo proclaman con la palabra más apropiada. Explicita también el don del Espíritu Santo, dando a conocer las maravillas sobre el proyecto de Dios, sobre el hombre e invitando a todos a entrar en intimidad con Él.

Una síntesis de esta estructura de contenidos se refleja en el Credo o Símbolo de los Apóstoles.

4. CONCLUSIONES

Para presentar y vivir el Kerigma hoy

1. Dado el «vacío del Kerigma» en muchos de los procesos evangelizadores será necesario promover su inclusión donde no esté, acompañar aquellos procesos que están dando frutos en nuestras comunidades y estar atentos a la voz del Espíritu que es el que actúa en los que buscan adherirse por la fe a Jesucristo.

2. La inspiración y punto de referencia para hacer la experiencia del Kerigma tiene que ser en primer lugar el Nuevo Testamento, la interpretación del Magisterio de la Iglesia y la contemplación y discernimiento de las personas en su propia cultura.

3. El Kerigma no tendrá que presentarse aislado o como acción única y cerrada en el servicio de la Palabra, sino como «momento privilegiado» (en un sentido pleno de la palabra) de todo el vasto proceso evangelizador y al mismo tiempo como luz englobante a la que hay que volver siempre que tratamos de anunciar a Jesucristo.

4. El proceso evangelizador con su momento kerigmático, si quiere conectar y ser importante para la gente de nuestro tiempo, tiene que ayudar a tomar conciencia del sentido último de la existencia mediante un proceso lento, retomar las situaciones humanas como parte de su contenido. Sólo quien se enfrenta seriamente con el sentido de la vida, puede presentar la religión como dimensión fundamental de la existencia humana.

5. Finalmente, veremos si nos encaminamos en la vía correcta en la medida en que nos ocupe el cuidado de los más pobres, la promoción humana integral, la opción preferencial por los pobres con una raíz y sentido cristológico, también con la noción del legítimo progreso (Cf. La «Populorum progressio» de Pablo VI, la «Laborem exercens» de Juan Pablo II, y toda la enseñanza social de la Iglesia). Que los más pobres sean evanelizados es eso, evangelización, y a la vez, y como consecuencia, camino de civilización y de progreso, en la gran «casa y escuela de comunión» que es la Iglesia.

El KERIGMA en un PROYECTO PASTORAL

La precatequesis o etapa kerigmática, que sigue a la evangelización misionera es la primera expresión del proceso catequético. Esta es la etapa del primer anuncio dirigido a los que no han profesado su fe en Cristo, aunque hayan ya recibido algún sacramento (cfr. DCG 61-62). Es el período en que se promueve la conversión a Jesucristo, y se ponen los cimientos al edificio de la fe, mediante un anuncio claro y explícito del Kerigma (cfr. He 10,34-43). Transmitir el Kerigma no es sólo decir palabras y verdades, sino ante todo implica en quien lo dice una relación íntima con la Palabra de Dios, que es la persona de Jesús, y esto vivido EN LA IGLESIA como comunidad de fe, esperanza y amor, como Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios, en la unidad y en la comunión orgánica.

Toda la comunidad se compromete a dar respuesta a estos hermanos que se acercan con el mismo pedido que los griegos dirigieron al apóstol Felipe “Queremos ver a Jesús” (Jn 12,21). Este pedido resuena todavía hoy cuando nuestros contemporáneos piden a los creyentes “no sólo que hablen de Cristo, sino que se lo hagan ver” (NMI 16).

Nos falta clarificar y organizar más concretamente las distintas etapas del proceso de evangelización, ya que no todo es catequesis. No podemos reducir todo a unas “clases” de preparación inmediata a algún sacramento. En nuestra diócesis no se dan todavía los tres niveles propuestos por el Directorio Catequístico General de la Santa Sede.

Se puede proponer:

- Que se impulse un itinerario completo de evangelización con diversas etapas:

a) misiones y experiencias de primer anuncio (cfr. DCG 62);

b) pre-catequesis en ocasión de momentos importantes de la vida (bautismo e iniciación cristiana de los niños y adolescentes, matrimonio);

c) catequesis de iniciación cristiana (para niños, jóvenes y adultos);

d) catequesis permanente para la comunidad cristiana a lo largo del año litúrgico y catequesis de profundización dirigida a los agentes pastorales.

- Que la Vicaría Pastoral y la Delegación de Catequesis (con la Junta catequística diocesana) proponga distintas experiencias de primer anuncio (misiones, retiros, encuentros de fuerte conversión) y promueva el intercambio de estas iniciativas. Que el anuncio kerigmático esté presente en todo el proceso catecumenal, especialmente en las catequesis prebautismales, prematrimoniales y de iniciación cristiana.

-Que se elaboren materiales adecuados para el primer anuncio del kerigma cristiano (por ejemplo, un libro básico de “Oración del cristiano”, o un “Evangelio para el catecúmeno”).

-Y, sobre todo, que los curas párrocos y sacerdotes quieran iniciar, desde la fe, este proceso que ayudará a toda la diócesis a renovarse en la fe en Jesucristo y en el cumplimiento de su Ley de Amor.

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