Campana, 24 de marzo.
Como todos los años, con  distintas conferencias, actos y celebraciones en las parroquias de la  diócesis y en distintos lugares del Obispado se celebra este año la  Jornada del Niño por Nacer. El acto central tuvo lugar hoy  en Belén de  Escobar, con acto en el colegio “Santa María” del Obispado, y luego  con  la celebración de la Santa Misa a las 17, en la iglesia co-catedral de  la Natividad del Señor, que presidió nuestro Obispo Mons. Oscar Sarlinga  y fue concelebrada por varios sacerdotes, entre los cuales el asesor de  la Legión de María, Pbro. Dr. Nestor Villa. Este año se ha convocado en  especial a la Legión de María, que tiene su ACIES, a los jóvenes y a  los misioneros, con una especial perspectiva de la convocatoria del Año  de la Fe, que la diócesis abrirá el 13 de octubre, en consonancia con la  apertura de dicho Año en Roma por S.S. Benedicto XVI, el 11 del mismo  mes.
Así mismo, junto con actos y  celebraciones en otras parroquias (como Nuestra Señora del Carmen, de  Zárate, por ejemplo) la parroquia Exaltación de la Cruz, de Capilla del  Señor, ha organizado la bendición de embarazadas, habiendo antes  presentando un video con los padres de la catequesis, por la vida, y  también por la tarde del domingo el P. Fernando Fusari, prefecto de la  vida común del Seminario, predicará el retiro de cuaresma, concluyendo  con bendición de embarazadas. Además ha organizado la colecta solidaria  para el Seminario diocesano. También será celebrada por Mons. Santiago,  rector del seminario, que participará acompañado de algunos  seminaristas.
Ofrecemos primero un resumen del mensaje del Sr. Obispo y luego su texto integral:
Resumen del mensaje
Mons. Oscar Sarlinga transmitió  un mensaje a la diócesis, en el que exhorta a los fieles a vivir el  sentdio de dicha Jornada, comenzando por atraer la atención acerca de  que lo plenamente humano, que se refiere a la dignidad de la vida humana  naciente posee a la vez una dimensión en la cual dicha plena dignidad  de la vida humana resplandece en lo cristiano, pues Él, el Hijo de  María, el Hijo del Altísimo, es nuestro Hermano Mayor, nuestro Guía y  también “médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos. Dijo luego el  Obispo que dicha Jornada, la cual en diversas naciones, por disposición  de las Conferencias Episcopales, y en nuestro país también a norma de  ley, se celebra, siendo en última instancia la Jornada de la dignidad  humana, si consideramos la visión complexiva ue nos transmite el  Concilio Vaticano II en su constitución Gaudium et spes, a saber, que  «es la persona humana la que hay que salvar, y es la sociedad humana la  que hay que renovar (…) el hombre concreto y total, con cuerpo y alma,  con corazón y conciencia, con inteligencia y voluntad (G.S. n. 3) -dijo-  .
Al mismo tiempo, afirmó que  “ser persona es la manera que tiene el ser humano de existir, de ser.  Por ello lo es desde el primer instante de su existencia”. A  continuación acotó que puesto que “es más fácil “decir” que “ponerse al  servicio” (aunque siempre la palabra esclareciente es también un  servicio)” piensa que las presentes circunstancias pueden servirnos a  los cristianos todos, y tantísimas personas de visión trascendente, para  un profundizado examen de conciencia acerca de nuestro compromiso, de  nuestra acción al respecto. Mencionó que el Beato Juan Pablo II en los  inicios de su pontificado, y citó aquí un párrafo de la Enc. Redemptor  hominis, de 1979: “Es acerca del primordial derecho a la vida que, en el  alba de este tercer milenio, la entera sociedad encuentra el deber de  realizar el examen de consciencia, no para cargar fardos sobre los  hombros de otros, ni para provocar agravios de pena a quien ha sido ya  probado, sino por el deber que tiene, en bien de sí misma, de mirar  hacia adelante en dirección al futuro. Entre los signos de “caducidad”  de nuestro tiempo, el cual ha progresado, pero que se halla necesitado  de redención, cito la «deficiens reverentia erga vitam nondum natorum»  (falta de respeto hacia la vida de los todavía no nacidos).
Luego  de hacer alusión a palabras del Papa Benedicto XVi con oportunidad de  la anterior Vigilia de la vida humana naciente que convocó para toda la  Iglesia, hizo referencia a algunos elementos naturales e incluso de  índole científica a los cuales aludió el Pontífice, y a continuación  reafirmó el prelado la necesidad de un compromiso de todos por el  cuidado de la vida del niño por nacer, y, a continuación, del niño en  sus años de infancia y de su juventud, pues marca la pauta de calidad  relacional en la sociedad humana.
Mons. Oscar Sarlinga transmitió  un mensaje a la diócesis, en el que exhorta a los fieles a vivir el  sentdio de dicha Jornada, comenzando por atraer la atención acerca de  que lo plenamente humano, que se refiere a la dignidad de la vida humana  naciente posee a la vez una dimensión en la cual dicha plena dignidad  de la vida humana resplandece en lo cristiano, pues Él, el Hijo de  María, el Hijo del Altísimo, es nuestro Hermano Mayor, nuestro Guía y  también “médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos. Dijo luego el  Obispo que dicha Jornada, la cual en diversas naciones, por disposición  de las Conferencias Episcopales, y en nuestro país también a norma de  ley, se celebra, siendo en última instancia la Jornada de la dignidad  humana, si consideramos la visión complexiva ue nos transmite el  Concilio Vaticano II en su constitución Gaudium et spes, a saber, que  «es la persona humana la que hay que salvar, y es la sociedad humana la  que hay que renovar (…) el hombre concreto y total, con cuerpo y alma,  con corazón y conciencia, con inteligencia y voluntad (G.S. n. 3) -dijo-  .
Al mismo tiempo, afirmó que  “ser persona es la manera que tiene el ser humano de existir, de ser.  Por ello lo es desde el primer instante de su existencia”. A  continuación acotó que puesto que “es más fácil “decir” que “ponerse al  servicio” (aunque siempre la palabra esclareciente es también un  servicio)” piensa que las presentes circunstancias pueden servirnos a  los cristianos todos, y tantísimas personas de visión trascendente, para  un profundizado examen de conciencia acerca de nuestro compromiso, de  nuestra acción al respecto. Mencionó que el Beato Juan Pablo II en los  inicios de su pontificado, y citó aquí un párrafo de la Enc. Redemptor  hominis, de 1979: “Es acerca del primordial derecho a la vida que, en el  alba de este tercer milenio, la entera sociedad encuentra el deber de  realizar el examen de consciencia, no para cargar fardos sobre los  hombros de otros, ni para provocar agravios de pena a quien ha sido ya  probado, sino por el deber que tiene, en bien de sí misma, de mirar  hacia adelante en dirección al futuro. Entre los signos de “caducidad”  de nuestro tiempo, el cual ha progresado, pero que se halla necesitado  de redención, cito la «deficiens reverentia erga vitam nondum natorum»  (falta de respeto hacia la vida de los todavía no nacidos).
Luego  de hacer alusión a palabras del Papa Benedicto XVi con oportunidad de  la anterior Vigilia de la vida humana naciente que convocó para toda la  Iglesia, hizo referencia a algunos elementos naturales e incluso de  índole científica a los cuales aludió el Pontífice, y a continuación  reafirmó el prelado la necesidad de un compromiso de todos por el  cuidado de la vida del niño por nacer, y, a continuación, del niño en  sus años de infancia y de su juventud, pues marca la pauta de calidad  relacional en la sociedad humana.
Texto integral del Mensaje:
Mensaje de Mons. Oscar Sarlinga a la diócesis para la Jornada del Día del Niño por Nacer 2012
Queridos hermanos y hermanas
Como hemos venido haciéndolo  desde años, celebramos la Jornada del Niño por Nacer, esta vez en  vísperas del 25 de marzo, en la iglesia co-catedral de la Natividad del  Señor, junto con la Legión de María y la delegación de Pastoral de  Juventud y la Delegación de Misiones. Nos alegramos de la participación  diocesana, en la cual destacan las familias, para esta festividad de la  Anunciación a María Santísima por parte del arcángel, la cual nos  manifiesta el “gesto divino”, como otras veces lo hemos llamado, de la  pura gracia y la respuesta purísima de parte de la Virgen: el “Sí” que  nos dio la redención, haciendo posible para nuestra humanidad el  inefable misterio de la Encarnación, por obra del Espíritu Santo.
En diversas naciones, por  disposición de las Conferencias Episcopales, y en nuestro país también a  norma de ley, se celebra esta Jornada, que es en última instancia la  Jornada de la dignidad humana, en visión complexiva que nos transmite el  Concilio Vaticano II en su constitución Gaudium et spes, a saber, que  «es la persona humana la que hay que salvar, y es la sociedad humana la  que hay que renovar (…) el hombre concreto y total, con cuerpo y alma,  con corazón y conciencia, con inteligencia y voluntad»[1].
Con renovado amor por todos  nuestros hermanos y hermanas, y en especial para con quienes sufren, y  también con alegría interior, renovamos asimismo nuestra conciencia  acerca de nuestro derecho y deber moral de respetar, promover, defender,  la dignidad de vida humana en todas sus fases, desde la fase del niño  por nacer hasta la del anciano y el muriente. Quisiéramos destacar, con  una mirada prospectiva y, desde ese punto de vista, profética, que lo  plenamente humano que se refiere a la dignidad de la vida humana  naciente posee a la vez una dimensión en la cual dicha plena dignidad de  la vida humana resplandece en lo cristiano, pues Él, el Hijo de María,  el Hijo del Altísimo, es nuestro Hermano Mayor, nuestro Guía y también  “médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que ha querido que su  Iglesia continuase, en la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación  y de salvación”[2].
Ser persona es la manera que  tiene el ser humano de existir, de ser. Por ello lo es desde el primer  instante de su existencia. Al mismo tiempo, la persona es “ser personal”  “con otros”, y estos otros, nosotros, somos también responsables ante  ella, hemos de acogerla con amor. Fácil es decirlo o predicarlo, mucho  más difícil es realizarlo, sobre todo en circunstancias lacerantes que  nadie ignora.
Por ello, porque es más fácil  “decir” que “ponerse al servicio” (aunque siempre la palabra  esclareciente es también un servicio) pienso que las presentes  circunstancias pueden servirnos a los cristianos todos, y tantísimas  personas de visión trascendente, para un profundizado examen de  conciencia acerca de nuestro compromiso, de nuestra acción al respecto  del cuidado de la vida humana en todos sus etapas, lo cual nos  presentara el Beato Juan Pablo II en los inicios de su pontificado como  uno de los desafíos humanos y pastorales con que nos encontraríamos en  el entonces adviniente inicio del Tercer Milenio: “Es acerca del  primordial derecho a la vida que, en el alba de este tercer milenio, la  entera sociedad encuentra el deber de realizar el examen de consciencia,  no para cargar fardos sobre los hombros de otros, ni para provocar  agravios de pena a quien ha sido ya probado, sino por el deber que  tiene, en bien de sí misma, de mirar hacia adelante en dirección al  futuro. Entre los signos de “caducidad” de nuestro tiempo, el cual ha  progresado, pero que se halla necesitado de redención, cito la  «deficiens reverentia erga vitam nondum natorum» (falta de respeto hacia  la vida de los todavía no nacidos)”[3].
Precisamente por la dignidad  intrínseca de la vida humana, el Concilio ya se refería a que “(…) los  actos mismos, propios de la vida conyugal, ordenados según la verdadera  dignidad humana, deben ser respetados con gran estima”[4].
Por su parte, en la Vigilia por  la Vida Naciente que convocó para toda la Iglesia el Papa Benedicto XVI,  junto con su visión trascendente y específicamente cristiana, también  nos aportó algunas razones naturales acerca del tema que abordamos. En  efecto, en esa oportunidad Benedicto XVI también recordó que “(…) sobre  el embrión en el vientre materno, la ciencia misma muestra la autonomía  que lo hace capaz de interactuar con la madre, la coordinación de los  procesos biológicos, la continuidad del desarrollo, la creciente  complejidad del organismo. No se trata de un cúmulo de material  biológico, sino de un nuevo ser vivo, dinámico y maravillosamente  ordenado, un nuevo individuo de la especie humana. Así lo ha sido Jesús  en el vientre de María; así lo ha sido cada uno de nosotros en el  vientre de la madre”[5].
Por este motivo, con sentido  constructivo, con paz, con diálogo y con convicción, presento a la  reflexión de ustedes este sencillo mensaje a los fines de recordar en  todas las parroquias, asociaciones de fieles, movimientos e  instituciones católicas, también en el ámbito del diálogo ecuménico e  interreligioso en distintas iniciativas que se están realizando, la  importancia de celebrar de corazón la vida humana, así como trabajar  intensa y dedicadamente por su tutela integral, prodigando más de  nuestro esfuerzo y entrega generosa, por el niño “por nacer” y por el  niño nacido, haciéndonos eco de la enseñanza del Beato Juan Pablo II en  su primera visita a la ONU, cuando dijo que “(…) este cuidado de la vida  del niño por nacer, y, a continuación, del niño en sus años de infancia  y de su juventud, marca la pauta de calidad relacional en la sociedad  humana”[6].
En la Anunciación, la Virgen que  devino Madre por obra del Espíritu Santo Divino, nos ayude y acompañe, y  en especial proyecte con su intercesión la luz de Cristo sobre aquellos  que más sufren y quienes padecen más necesidad, y los más necesitados  de nuestra oración.
Con afecto pastoral,
+Oscar Sarlinga
Para las vísperas de la Anunciación del Señor, año 2012
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[1] CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 51. CONCILIO VATICANO II, Gaudium et spes (7 dicembre 1965), n.3.
[2] CEC, 1421.
[3] JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis (4 marzo 1979), n.8 = EncVat 6/1190
[4] CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 51. CONCILIO VATICANO II, Gaudium et spes (7 dicembre 1965), nn.27. 51.
[5] BENEDICTO XVI, Celebración de la Vigilia por la Vida Naciente, Basílica de San Pedro, 2010.
[6]  JUAN PABLO II, Allocuzione all’assemblea generale delle Nazioni Unite,  (2 de octubre 1979), n.21 = AAS 71(1979) 1159 = EncVat 6/1758.
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